Con el ceño fruncido y en un tono cuasi marcial, el jefe del bloque de senadores del PJ-FPV, Miguel Pichetto, anunció “la postergación del tratamiento del proyecto de reforma laboral”. Formalmente justificó la decisión ante la existencia de voces de rechazo desde el mundo sindical que dieron cuenta de “la falta de cohesión en la CGT”. En ese sentido señaló que el análisis del proyecto se realizará con la nueva conformación del Senado, que se concretará el 10 de diciembre próximo con la llegada de Cristina Kirchner, pero siempre y cuando la central obrera exprese su adhesión al proyecto. No fueron las únicas razones.
Pichetto habló acompañado del presidente de la comisión de Trabajo y Previsión, Daniel Lovera (PJ-La Pampa), Rodolfo Urtubey (Salta), el formoseño José Mayans y el enterriano a punto de finalizar su mandato, Pedro Guastavino. El pampeano, más calmo, indicó que decidió no convocar a la reunión de la comisión prevista para la próxima semana y que su objetivo era dotar al debate de toda la transparencia y garantizar que se escuchen todas las voces. Para ese día estaba prevista una movilización sindical en contra de la iniciativa parlamentaria.
Pero la historia de esta decisión comenzó días atrás cuando el secretario Gremial de la CGT y segundo de Camioneros, Pablo Moyano, anunció su decisión movilizar contra la reforma ante la sospecha del retorno de la “Banelco” para los senadores. Esa frase, que ayer Pichetto la definió como un “comentario improcedente”, provocó el enojo de buena parte de los senadores peronistas y detonó una crisis. A esto se le sumaron las declaraciones de rechazo por parte referentes de la Corriente Federal de los Trabajadores que lidera el bancario Sergio Palazzo. Hasta ese momento el clima en el bloque estaba enrarecido pero el lunes pasado se volvió irrespirable. Sucedió que durante un plenario que la Corriente realizó en la localidad de Luján participaron, además de Moyano, una serie de representantes de regionales de la CGT donde se expresaron a viva voz en contra de la reforma y adhirieron a la movilización junto a las dos CTA.
No sólo allí las regionales hicieron oír su voz en contra. La mayoría de ellas realizaron reuniones de delegados desde donde surgieron resoluciones de repudio a la iniciativa del gobierno de Cambiemos que terminaron en el escritorio del secretario de Interior de la CGT, Francisco “Barba” Gutiérrez, quien este último año llevó adelante la normalización de estas regionales. Es más, el líder de la UOM ya había avisado de lo que ocurría hacia el interior de la CGT durante las reuniones del Consejo Directivo. Gutiérrez fue uno de los primeros en expresarse en contra de la reforma y hasta reclamó retomar el Comité Central Confederal de octubre que había pasado a cuarto intermedio hasta después de las elecciones legislativas. Todo eso llegó a oídos de los senadores porque, al fin y al cabo, esas regionales de la CGT funcionan en las provincias que ellos representan y no tomar en cuenta sus reclamos tendrá o sumará un mayor costo político.
Por si acaso, Pichetto aclaró durante la conferencia de prensa que el bloque que preside no había intervenido en las negociaciones entre la central sindical y el Gobierno. “Sólo me comuniqué con integrantes del triunvirato para saber cómo iba el nivel de acuerdo con el Gobierno”, dijo. Luego agregó que las voces disonantes y los dichos “improcedentes” de Moyano los llevó a considerar la postergación porque “no queremos repetir ninguna experiencia que lesione la imagen y el prestigio del Senado como ocurrió en otras oportunidades”, dijo en obvia referencia a los sobornos de la ley de flexibilización laboral durante el gobierno de la Alianza. Pero no se olvidó de la posible utilización política de este proyecto al remarcar que no quiere que se los use “como un elemento de choque de deterioro y agresión frente a un tema de importancia”.
Hay un dato más que puede incorporarse en las razones de esta decisión. Con la actual conformación del Senado y a pesar de que el peronismo tiene mayoría en la comisión que preside Lovera, no contaban con las cantidad de firmas necesarias para imponer un despacho de mayoría. Entonces, la llegada de los nuevos senadores, donde Cambiemos incrementa su representación y el peronismo se fracture entre pejotistas y kirchneristas, pueden mejorar las condiciones para emitir un dictamen favorable. Igual, según las palabras de Pichetto, faltaría la posición uniforme de la CGT.
Ayer, mientras se anunciaba la postergación del proyecto, buena parte de la conducción de la CGT se encontraba en el Vaticano participando del Encuentro Internacional de Organizaciones Sindicales que convocó el papa Francisco. Cuando finalizó la jornada vaticana, Héctor Daer no pareció muy preocupado por la noticia y se limitó a asegurarle a PáginaI12 que “la verdad que lo único que no tienen que aprobar es el cambio de fórmula del cálculo de la movilidad jubilatoria” y es que para el líder del sindicato de Sanidad las modificaciones realizadas al texto original de la reforma laboral evitaron que se desvirtúe la Ley de Contrato de Trabajo y el fuero laboral, entre otros puntos. Por su parte, Juan Carlos Schmid, también presente en el encuentro, coincidió con Daer. Pero el líder de Dragado y Balizamiento atraviesa una situación política-gremial interna compleja porque, por un lado, fue parte de la negociación de la reforma laboral pero su sector de pertenencia, el moyanismo, prácticamente lo desautorizó cuando Pablo Moyano no sólo repudió el proyecto sino que fomentó la movilización en contra. Anoche, rumores sobre el posible retiro de Schmid del triunvirato iban y venían desde el Vaticano.