La Armada habló ayer oficialmente por primera vez de “una explosión” en la ruta del San Juan, aproximadamente a tres horas de la última comunicación del submarino con el puerto de Mar del Plata, su lugar de destino. Enrique Balbi, vocero de la fuerza, explicó que se recibió el informe de la Organización del Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares (Ctbto, por sus siglas en inglés) que confirma el parte de la Marina de Estados Unidos que señalaba “anomalías hidroacústicas” en la ruta del San Juan, en el mismo momento. Los familiares de los tripulantes, reunidos en la base naval de Mar del Plata, apostadero habitual del ARA San Juan, fueron informados de esta confirmación poco antes de la conferencia de prensa. No dejaron que se terminara de leer el comunicado. Al dolor y la angustia de estos días se sumaron el enojo y la decepción. Algunos de los presentes contaron que hubo destrozos en la base, insultos hacia la fuerza y el Gobierno y personas descompensadas. “Nos mintieron desde el principio”, resumió una familiar.

Los informes de ayer de Enrique Balbi no tuvieron como ámbito las escaleras del Edificio Libertad y ese aire de informalidad que caracterizaron los encuentros del vocero y la prensa. Por primera vez desde que comenzó la búsqueda del submarino ARA San Juan, los informes se dieron dentro del edificio, con una enorme bandera argentina (la bandera de guerra, la que tiene el sol en el centro) a espaldas de Balbi, en un entorno mucho más institucional.

Según precisó el capitán Balbi, un informe suministrado al embajador argentino en Austria (y experto en energía atómica) Rafael Grossi ratificó la teoría de la “anomalía hidroacústica” presentada el miércoles por la Marina de los Estados Unidos. Esa documentación, que fue entregada ayer a la mañana al ministro de Defensa, Oscar Aguad, y al canciller Jorge Faurie, reveló que existió un “evento anómalo, singular, corto, violento y no nuclear consistente con una explosión” el miércoles 15 de noviembre a las 10.31. El último contacto entre el buque y la base naval se había registrado ese mismo día, casi tres horas antes del evento anómalo.

A partir de este dato, más unidades de diferentes nacionalidades se dirigieron de inmediato a la zona donde se habría producido la explosión. Sin embargo, hasta el momento no hubo contacto con el ARA San Juan. Por eso, se sigue patrullando el área de la explosión con nueve buques y aviones.

La zona del “evento anómalo” fue identificada a 430 kilómetros de la costa del golfo San Jorge, con un radio de 125 kilómetros, donde las profundidades varían desde los 200 hasta los 3000 metros, en el límite entre la plataforma continental argentina y la zona abierta.

En el informe vespertino, el vocero de la Armada ratificó lo anunciado por la mañana y dedicó la mayor parte a rectificar información que circuló durante el día y que calificó de errónea. Aseguró que la Armada tiene toda la información necesaria sobre todas sus unidades, que todo está “debidamente documentado” y que están preparados para presentarla. Insistió en que “todas las unidades de la fuerza, tanto buques como aviones, están en perfectas condiciones”. Que no hay “obsolescencia en las embarcaciones”, ya que tienen todas “un mantenimiento óptimo”.


La búsqueda se centra en la zona de la explosión.

También se refirió a las versiones acerca de que la Armada tenía conocimiento de la “anomalía hidroacústica” antes del martes 21, que fue cuando hicieron pública la información. Balbi aseguró enfáticamente, tal como ya había hecho por la mañana, que la Armada había recibido el martes el parte de la Marina de Estados Unidos y que la confirmación de la Organización del Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares (Ctbto, por sus siglas en inglés) le fue entregada al embajador argentino en Austria ayer a la mañana y la transmitió inmediatamente al ministro de Defensa, Oscar Aguad, y al comandante de la Armada, Marcelo Srur. 

El Ctbto es un organismo internacional que monitorea constantemente, a través de sonares, si hay o no pruebas o estallidos nucleares en algún punto del lecho marino. Es el que dio el aviso de las pruebas nucleares de Corea del Norte. A partir de que se organizó el operativo de búsqueda y rescate del San Juan, empezó a analizar por su cuenta, sin un pedido del Gobierno argentino, todo lo recibido en la zona en que se perdió el submarino, a partir del horario de la última comunicación. Empezó el viernes el análisis y ayer por la mañana avisó de la detección del “evento anómalo”. 

Balbi explicó que el parte de la Marina norteamericana hablaba de una “anormalidad” ocurrida en el derrotero del San Juan, a tres horas de la última comunicación. Y que el informe de Ctbto coincidió en marcar un “evento anómalo, único, violento, corto, no nuclear, consistente con una explosión” en la misma zona (el área de 125 kilómetros de radio). Y aseguró además que si se hubiera dispuesto antes de esos datos, se habría concentrado allí la búsqueda. E hizo hincapié, en este punto, en que “existe una estrecha colaboración entre el Ministerio de Defensa y la Armada, que están trabajando en forma conjunta”. El comentario aludió a la interna desatada entre la Marina y Aguad, sobre quien hay cuestionamientos crecientes por su nula preparación en materia defensista.

Luego Balbi se refirió a las críticas acerca del retraso en el comienzo de la búsqueda. Reiteró que se cumplió en tiempo y forma con el protocolo, que prescribe iniciar la fase de búsqueda 36 horas después de la última comunicación y pasar a la fase de búsqueda y rescate (que implica el aviso y el pedido de ayuda a los organismos internacionales) a las 24 horas de comenzada la primera fase. 

Cuando se le preguntó si a partir de los nuevos datos se cambia el protocolo de búsqueda, contestó que no. E insistió en que como todavía no se encontró ni la nave ni a sus tripulantes, el operativo continúa. Puso énfasis en que si hubo una implosión, el casco del submarino impide que haya restos en superficie, ya que todo queda dentro de la nave. También fue muy enfático cuando, en dos oportunidades, rechazó la posibilidad de que el San Juan hubiera sido blanco de un ataque extranjero y aseguró que no había ningún indicio que sostuviera esa posibilidad.

Luego las preguntas giraron en torno de la reacción de los familiares al recibir la confirmación de la explosión. El vocero aseguró que la Armada entiende y acompaña la angustia y el dolor de los familiares (“están sufriendo un estrés agudo”), pero quiso destacar que se les está brindando atención integral (“psicológica, psiquiátrica, médica”, detalló) y fundamentalmente “se está realizando un esfuerzo nacional e internacional de gran magnitud para encontrar al San Juan”. “Es una situación crítica –reiteró–, pero se está trabajando en conjunto para localizar y rescatar al submarino y a su tripulación.” Y contó también que los familiares habían sido siempre informados antes que la prensa.

A la pregunta sobre el estado de la tripulación, toda vez que muchos familiares habían coincidido en que “alguien de la Armada” les había dicho que los tripulantes “estaban todos muertos”, Balbi respondió que no hay ningún dato oficial que permita hacer afirmaciones contundentes, que no se puede asegurar que estén muertos porque no se sabe aún qué pasó. 

Por la mañana, un periodista le había preguntado si había posibilidades de que el “evento único, violento...” que consignaba el organismo con sede en Austria se hubiera debido a una explosión que no tuviera nada que ver con el submarino. Balbi insistió con mantener abiertas todas las hipótesis, pero manifestó (implícitamente) su incredulidad acerca de esa coincidencia casual. Repitió enfáticamente que no se descarta ninguna posibilidad, pero que la autoridades se niegan a arriesgar conjeturas por respeto a las familias. “Seguimos investigando todos los escenarios, seguimos buscando por aire y en inmersión”.

La última pregunta que le hicieron versó sobre si los viajes hacia y desde Ushuaia el San Juan los había hecho solo y si eso no violaba la regla de que los submarinos naveguen con un barco de superficie de escolta. Entonces explicó: “Un submarino es un arma estratégica, que debe pasar inadvertida. Sólo los viajes de entrenamiento los hace acompañado. Por eso se usó el viaje hacia Ushuaia para que fuera con una corbeta. Pero el buque se quedó en Puerto Belgrano, que es su apostadero habitual, y el submarino volvió solo, como corresponde, a su apostadero en Mar del Plata. Además, la presencia de la corbeta no habría impedido el siniestro”. 

Para el final, Balbi dijo que quería aclarar un detalle sobre la cantidad de tripulantes: “Muchos se mostraron extrañados porque había 44 tripulantes cuando la cantidad de camas en el submarino es de 38. Los seis tripulantes de más conforman lo que se llama ‘dotación complementaria’, que es un refuerzo para las guardias, especialmente en viajes largos, para que no se queden dormidos. Hay posibilidades de agregar camas suplementarias. Yo recuerdo una misión, en la que participé, en la que viajamos 56 personas”.