Cuando a Ricardo Alfonsín lo presentaron en la 750 como “dirigente radical” hizo una pausa y lanzó una pregunta provocadora: “¿Del partido o de los valores?”. El exembajador en España e hijo de Raúl Alfonsín se desafilió de la UCR hace dos meses, indignado con el rumbo del partido y con un grupo de dirigentes que no ha dudado en dar apoyo al ultraderechista Javier Milei, y se mostró desconfiado de que pueda recuperar su verdadera identidad.

Tras renunciar a la UCR, Alfonsín trabaja en un armado político con otro espacio del radicalismo, Forja, liderado por Gustavo López, exvicepresidente del Enacom, y la líder social Silvia Saravia. “Raúl decía que los partidos también deben discutir entre sí. Deben caracterizar a la oposición, no solo al Gobierno. Eso estamos haciendo, pero primero hay que escuchar a la gente”, sostuvo el exembajador argentino.

En tanto, consultado sobre si ve posible una discusión interna en el partido para generar una masa crítica que establezca un nuevo rumbo, contestó con una gran ironía: “Lo difícil van a ser los primeros 70 años”. Para Alfonsín está claro: “No creo que el partido pueda recuperar su identidad”.

Esto se debe a que desde los últimos años ve al partido “rumbeando otra vez para la derecha”. En un contexto de políticas de ajuste brutal, dijo, los radicales están “tratando de recomponer Juntos por el Cambio con actores que pertenecían al PRO”.

“Ojalá me equivoque —sostuvo Alfonsín—, pero creo que puede haber cierto gatopardismo”. Y añadió: “Es muy importante que en el 2025 el Gobierno no gane las elecciones, porque va a ir al fondo con una reforma social que va a ir contra los trabajadores. Se va a sentir envalentonado”.

Entre los avances que sospecha que hará el Gobierno está por ejemplo la privatización o el cierre de las universidades. Pero hay más: “Va a cerrar definitivamente los programas que ahora tiene suspendidos para las viviendas sociales. Va a hacer una reforma laboral que, lejos de modernizar la economía, va a sacrificar derechos para dar más rentabilidad”.

Milei busca volver a los tiempos en los que la relación entre capital y trabajo era más injusta. No está diciendo otra cosa. Que tiene que ser más injusta si queremos que haya elecciones. Yo no creo equivocarme. La escuela austríaca considera una amenaza a la democracia para el funcionamiento de la economía. Eso va a cambiarlo todo Milei”, finalizó.