El departamento está espléndidamente ubicado frente al río, en el piso 15, con unos doscientos metros de superficie. Allí, nuestro hijo Marito tenía siete años y su madre Alicia treinta cuando, sin que nadie entendiera lo que estaba sucediendo, se le activó a mi esposa la dolencia metabólica que es la bipolaridad real. Como es usual, la crisis se presenta súbitamente y puede profundizar rápido. Si la persona no está en tratamiento, de modo muy fácil la depresión se hace fuerte y lleva a un arranque de suicidio. Estando solo, Marito soportó un intento de suicidio de su madre con un desinfectante casero que no la mató, pero la puso a vomitar incontrolablemente. Mi hijito estaba llamando por teléfono justo cuando yo llegué a casa. Y la internamos por primera vez. El diagnóstico de los médicos fue equivocado: esquizofrenia, afirmaron. De ese modo se le dio un tratamiento desacertado. Hubo muchas crisis y, cada tantos meses, hospitalizaciones reiteradas. Como resultado de ello nuestro Marito fue creando una relación traumática con la madre. El mal diagnóstico fue corregido seis años más tarde y las crisis se fueron distanciando. Cuando creció, Marito se alejó, se fue de casa porque no soportaba el drama que vivíamos; mantenía una relación cariñosa, pero él desaparecía durante meses. En cuanto a mi cuñada y el resto de la familia, ni hablar. Todos permanecían alejados de "la loca". Venían unas tres o cuatro veces por año, por una hora o menos. El trato era amable, pero se veía evidente que no querían complicarse la vida. Compensaban trayendo lindos regalos. Debo reconocer que cuando tuve problemas económicos en la fábrica, mi cuñada puso el pecho. En mi vida, el cuidado de mi esposa Alicia fue el infierno hecho realidad. Así fue el primer capítulo de la novela…

En el segundo, bien, hay que decir que Alicia tendía a estar acostada la mayor parte del día y se le hizo una úlcera en la espalda; el día que se la descubrí, ella estaba, además, con una actitud histérica de no poder tragar. Pedí ayuda y los paramédicos que vinieron para atenderla, descubrieron que estaba desarrollando una crisis metabólica y decidieron que era conveniente hospitalizarla. En la ambulancia solo permitían un acompañante y mi hija Nora fue con ella. Estando en el hospital mi esposa entró en inconsciencia, pero lograron estabilizarla. Le atendieron la úlcera; tal como yo la descubrí en su inicio, no era grave y estaba sanando bien. La parte psiquiátrica era un problema, porque estando inconsciente, tenían que sustituir las pastillas por inyecciones. En ese hospital, cada dos horas los enfermeros les obligan a los pacientes a cambiar su posición en la cama. Es para impedir que se les cree un edema pulmonar. Si el paciente está inconsciente, ellos lo cambian de todas formas. Como no había espacio en psiquiatría, Alicia tuvo que esperar turno. En casa yo me caí y los dolores me tenían muy mal a pesar de los calmantes que tomaba. Mi traumatólogo me dijo que había que operarme la pierna. Eso hicimos.

Pasado un tiempo llaman preguntando si estábamos listos para recibir en casa a mi esposa. Yo seguía disminuido en mis capacidades, y mi hija no es, precisamente, lo que se denomina, una mujer fuerte. Se lo dije a la empleada y le expliqué las complicaciones de tener que mover a mi esposa al baño y todos los inconvenientes del caso; también le dije que mi hijo Marito tenía mejores posibilidades para atenderla; incluso mi cuñada, ya que ella era una jubilada con un ingreso alto, y vivía sola en una casa cómoda, con una habitación disponible al lado del cuarto de baño. Le pasé los teléfonos y la empleada dijo que se pondría en contacto con ellos. Al día siguiente llamé en la mañana al hospital y me dijeron que Alicia seguía inconsciente, pero bien. Yo decidí no visitarla ese día, dadas mis dificultades para caminar con el andador.

Al momento de internarla por última vez, el derecho a un pase especial que permitía visitarla a cualquier hora y permanecer por un lapso indefinido en el hospital, se lo cedimos a mi hijo Marito, puesto que yo me estaba recuperando de la operación en mi pierna, y mi hija Norita dedicaba su tiempo a cuidarme y sólo usaba el derecho a visitar a su madre por una hora. El pase especial permitía que el visitante pudiera llegar en cualquier momento a la cama del paciente y hacer lo que conviniera a las circunstancias. El hospital no guardaba registro de visitas. Cuando descubrieron a Alicia muerta, le avisaron a mi hijo, no a mí. Ya atardeciendo, me llamó Marito para avisarme que su madre había fallecido. Desesperado, vencí mis dolores, y con Norita fuimos al hospital. Sólo la enfermera de guardia puso la cara. En los papeles apenas se mencionaba que la causa había sido ahogamiento por agua, con base en la coloración de su piel, (¿con base en qué?)... Por el protocolo de cambio de posición se descartó que fuera edema por inmovilidad. Entonces, o hubo mala praxis o alguien la ahogó, sosteniendo una botella en su boca, mientras ella estaba inconsciente. O también pudo ser que una enfermera idiota haya intentado hacerle tragar a toda costa una pastilla… La otra posibilidad era que mi hijo o mi cuñada decidieran aplicar la eutanasia, por resultarles conveniente, pienso...

 

Mi hijo Marito y mi cuñada sacaron el cuerpo del hospital sin que se realizara autopsia. Cremaron el cuerpo y lo enterraron en un lugar que desconozco. Nunca me avisaron. Ni a mí ni a Norita nos llamaron para el sepelio pretextando el estado de mi pierna. Suspendieron toda comunicación con nosotros. Mi hijo Marito me bloqueó en Facebook. Una semana antes del internamiento de su madre, mi hijo me había invitado al cine, o sea, hubo un vuelco total en su actitud. Como si quisiera esconderse. Una enfermera me insinuó cosas. Pero no hay pruebas suficientes para acusar a nadie. Mi esposa Alicia tenía pensado traspasar la propiedad de nuestra casa a nuestra hija, por ser ella la más débil y menos apta para sobrevivir. Mi hijo dirige muy bien la fábrica, y está casado con una mujer que tiene auto y casa propia y buenos ingresos independientes. Si Alicia se hubiera recuperado, el traslado de la propiedad se hubiera realizado, y Marito… Pero, hace un rato nomás, mi hija Norita me hizo firmar unos papeles y me ha dicho que, debido al avanzado debilitamiento de mis huesos y para mi beneficio, la semana que viene me internarán en un geriátrico, y que allí estaré mucho mejor atendido, con muchos amigos y…