El consumo de carne sufre gravemente los efectos de la recesión económica, a pesar del optimismo que ha decidido mostrar el Gobierno como reflejo del descenso de la inflación, que si bien cae mes a mes se mantiene en niveles aún muy elevados. Carniceros advierten que las ventas están en los peores niveles en 24 años y temen que el escenario se agudice y derive en despidos y cierre de comercios.
En diálogo con la 750, el carnicero y dueño de Carnicería Moreira, Gonzalo Moreira, dio detalles en primera persona de las ventas en el ocaso del año 2024 y los primeros 365 días de la presidencia de Javier Milei. "No hemos podido aumentar debido a que no hemos tenido la venta que necesitamos para sostener la estructura, entonces uno prescinde un poco de la rentabilidad para mantener el personal que tenemos", graficó Moreira.
El precio de la carne se mantuvo desde diciembre, aseguró el carnicero, pero le atribuyó esa estabilidad a la recesión autoinfligida, producto del programa económico del Gobierno nacional. La recesión es tal que el consumo de carne per cápita es comparable al del 2001. "Nos tenemos que remitir a los últimos 25 años", confirmó Moreira.
Al no tener plata en el bolsillo y ante la menor suba de precios, los argentinos han optado por no consumir. El rango de precios del asado está entre los 7 mil y 10 mil pesos, depende la zona de la Capital Federal. Esta semana, los comercios atinaron a subir, pero saben que no pueden remarcar demasiado. "Si nosotros aumentamos un poquito los precios, la gente nos censura rápidamente", subrayó el carnicero de Caballito en La Mañana.
La situación no es negocio para nadie. Para Moreira, el kilo de carne no está ni caro ni barato: "Está barato para quien lo quiere vender y caro para quien lo quiere comprar", resumió, por último, el comerciante.