Junto con la escenografía, con el arribo de los actores y actrices llega una porción del afuera. Algo de ese mundo del que permanecen ausentes surge cuando la disposición del espacio lo convierte en un escenario y se acomodan en sus asientos para que la ficción ocurra. En esa institución de encierro donde la realidad no tiene atenuantes ellas participan por una hora de una aventura que sucede gracias a la imaginación empecinada que consigue conquistar el teatro.

Laura Sbdar fue invitada a dictar una clase de dramaturgia en el Programa de Extensión en cárceles (PEC) coordinado por Cynthia Bustelo que funciona en un centro cultural perteneciente a la cárcel de Ezeiza. La joven dramaturga y directora teatral propuso la lectura de una obra breve de Beto Villa llamada Basurita

“La llevé porque nos daba tiempo en una clase de dos horas de leerla y analizarla en su totalidad. Muy rápidamente apareció el cuerpo, las voces.” Explica Laura “Yo les iba proponiendo modos de lectura para que la cosa fuera tomando forma y a los veinte minutos estábamos representando. El PEC tiene un espacio en Ezeiza donde hay unas aulas y un pequeño jardín y la obra sucede en una escuela, entonces los objetos del aula nos servían para la escenificación. Muchas empezaron a actuar, a aprenderse partes del texto y surgió una especie de semi montado muy fugaz. Ese día me fui con la idea de proponerles armar un Festival de Teatro en la Cárcel

El marco en el que sucede este Festival de Teatro en la Cárcel que se realizó por segunda vez este año durante septiembre y octubre, tiene que ver con el PEC, un espacio donde algunas de las detenidas estudian la carrera de Letras y otras participan de talleres creativos pero su inscripción en estas tareas no es una condición excluyente para poder asistir a las funciones de las obras “Tienen restricciones y reglas que desconocemos sobre a quienes dejan ir pero no es obligatorio estudiar en el PEC.” Agrega Laura Sbdar en su rol de creadora y directora del festival “En general a cada función vienen 50 chicas, algunas son de los talleres y otras de distintos pabellones. Muchas tuvieron la oportunidad de ver las siete obras, entre el festival del año pasado y de este año y algunas las dejan venir solo para una obra. No es siempre el mismo público”.

"Así como nosotras podemos ir a ver una obra, que ellas también vean este acto vivo que les permita vincularse con lo que está pasando en el afuera. Foto: Consuelo Iturraspe.

Recuperar el lugar de espectadoras

La particularidad de esta propuesta tiene que ver con encontrar en el rol de expectación un elemento creativo, por lo general los espacios en la cárcel apuntan a talleres de producción o aprendizaje. Recuperar el lugar de espectadoras tiene aquí también un valor político. Laura Sbdar y Valeria Casielles, como productora general, (el equipo también está integrado por Consuelo Iturraspe que realiza el registro fotográfico de cada secuencia del ciclo), seleccionan un grupo de obras que se están representando en estos días en la cartelera de Buenos Aires. 

El acceso a estos materiales cumple una función inclusiva e igualitaria, les permite participar de una experiencia similar a la que puede vivir cualquier persona que se acerca a una sala de teatro de Buenos Aires y, en este sentido, el teatro restablece en las detenidas su condición de ciudadanía. “El festival está arraigado en la idea que ellas están privadas de su libertad pero hay maneras para que no estén absolutamente privadas de sus derechos y de la cultura.” Interviene Laura “Así como tienen derecho a estudiar, encontramos una manera de acercarles el derecho a la cultura, al arte y para mí es muy importante que sean obras que se estén haciendo en este momento. Así como nosotras podemos ir a ver una obra, que ellas también vean este acto vivo que les permita vincularse con lo que está pasando en el afuera. Y otra cosa importante es volver a pensar el lugar del espectador y de la expectación y devolverle el grado de relevancia. Cuando pienso en el lugar del espectador, pienso en Jacques Rancière y la idea que el acto de mirar es una acción donde hay un valor y una importancia en la mirada. A pesar de estar privadas de un montón de cosas, tienen la posibilidad de estar sentadas, mirando y en ese mirar armando mundo, tomando decisiones sobre qué miran cómo miran, generando conexiones posibles. “

Sombras, por supuesto, de Romina Paula, Ametralladora de Laura Sbdar, La verdad efímera de Santiago Gobernori y Desertoras de Violeta Marquis que formaron parte de la programación de este año les permiten encontrarse con la dinámica de una época, sus temas, lenguajes y corporalidades. Producen en esos días de encierro un efecto en torno a lo real, a la condición de los cuerpos, a los modos de relacionarse, a las preocupaciones y conflictos de un tiempo que conocen en esa ráfaga de ficción que instala el teatro

El objetivo es que el montaje sea lo más parecido a la puesta original y esto requiere de un trabajo de curaduría de parte de Laura y Valeria para cotejar las posibilidades técnicas del espacio en Ezeiza pero también para pensar una programación variada en relación con los abordajes estéticos. Obras como Suavecita de Martín Bontempo que formó parte del festival el año pasado o Ametralladora expresan una temática fácilmente reconocible que se desplaza hacia un lenguaje más delirante y barroco, lo que permite discutir las coordenadas del realismo “En la decisión curatorial nos importa que haya un salto poético en las obras, en la búsqueda formal , del lenguaje verbal, escénico. En este segundo festival tomamos la decisión de contar el cuento de la obra previamente que funcione como una base para poder disfrutar de cómo se cuenta esa anécdota. El año pasado no lo hicimos y yo notaba que había un tiempo donde la atención estaba puesta en entender de qué iba, entonces dije: Pongamos el atajo de plantear, esta es la situación y ahora vamos a ver cómo acontece y eso estuvo bueno, especialmente por el contexto en el que están porque por lo general nos sentamos en la sala teniendo cierta información que ellas no tienen porque no conocen a la gente que actúa o de qué estética vienen. Esto tiene su parte maravillosa pero lo que nos interesa no es sólo la anécdota sino el hecho teatral en torno a esa historia”

¿Cómo podés describir el momento de mirar las obras?

--Es un momento de expectación bastante tradicional aunque, en general, son más participativas que un espectador de Villa Crespo, hay más comentarios, la risa está más desatada. Pasó con Breve enciclopedia sobre la amistad del Grupo BESA algo hermoso porque les hablaban a los personajes. Había una participación de un nivel de implicancia y empatía, de compenetración que yo creo que a muchos nos pasa cuando vemos una obra que nos gusta y emociona pero tenemos un grado de represión que, por suerte, en este contexto sumamente represivo, hay algo de esta línea de represión que no aparece. Está mucho más habilitado el decir lo que piensan y lo que sienten en el momento en que está aconteciendo, eso es maravilloso porque hay una situación de mucha honestidad y sinceridad. Obviamente no todas, hay algunas que comunican más y otras que nunca supe lo que aprecian las obras. Después les dejamos unos papeles y unas lapiceras por si quieren escribir y nos dejan comentarios muy hermosos. El comentario más repetido es: “Por un rato sentimos que estábamos afuera”. A mi ver teatro con ellas me está enseñando a ver teatro de nuevo, algo que pensé que no me iba a volver a pasar. Yo decía: Cómo me gustaría volver a ver teatro como a los 17 años cuando todo era fascinación y desconocimiento y ahora me pasa, al estar viendo teatro con chicas que nunca vieron teatro en su vida (algunas vieron más pero en ese contexto es como un ver de nuevo) que, por ejemplo, la convención teatral ,que para los que hacemos teatro es algo sobre lo que sentimos que no hay más nada que pensar, de pronto estoy maravillada con algo que es la convención del tiempo y el espacio. Nunca me había pasado de sentirlo tan real. Por un rato estamos en otro tiempo y otro espacio”

Las condiciones se modifican mientras dura la ficción en un contexto sumamente reglamentado y esto, lejos de ser un detalle, permite comprobar cómo el teatro genera en la representación una pequeña instancia de comunidad. En estas funciones las detenidas y las guardiacárceles comparten el lugar de espectadoras y en ese contexto los controles se relajan mínimamente “Están sentadas una al lado de la otra y están viendo lo mismo en condiciones de igualdad de expectación.” relata Laura “ Es muy interesante lo que fue pasando a nivel espacial. En la primera función una de las policías dijo: Acá tenemos unas gradas para nosotras y hacían chistes con que eso era la platea y el resto de las chicas estaban en otros asientos. Fue aconteciendo que esa platea, por suerte, se desarmó y ahora está todo medio mezclado. Obviamente hay algunos policías que están parados atrás y también están los policías que no pierden la oportunidad de entrar en la escena. Eso es fascinante, intervienen la escena y si tienen que atravesar una diagonal lo hacen como señalando la irrupción de lo real.

¿Lo hacían por algún motivo?

--Supuestamente para entrar a algún lugar pero bien podrían dar la vuelta. Yo creo que es marcar la presencia pero incluso ahí es notorio como cada vez lo hacen menos. En la primera obra que llevamos deben haber pasado tres policías por el medio del escenario, en la última no pasó nadie. De alguna manera se fue acomodando y entendiendo el código de la representación. También hay policías que nos preguntan cómo se hace para ver teatro.

Sombras, por supuesto es una obra que remite al universo del director de cine alemán Rainer Fassbinder donde dos policías interpretados por Susana Pampín y Esteban Bigliardi entran a la casa de una pareja compuesta por Pilar Gamboa y Esteban Lamothe para buscar a Bruno, el hijo que parece estar involucrado en una lucha política. Pero el dato que podría movilizar esa pesquisa es dejado de lado por los mismos integrantes de las fuerzas del orden que prefieren detenerse en una serie de preguntas sobre los significados y la contundencia de las frases que suscitan situaciones cómicas

"En esa obra un policía lloró", menciona Laura. "No me sorprende porque Romina Paula sale del estereotipo y muestra la vulnerabilidad de esos personajes".

-Había algo de esos personajes y de la forma en que la obra los presenta que era un guiño para todos lados. Las pibas estaban muy compenetradas con todos los momentos más de ironía sobre la policía y hay un momento en el que el personaje de Pilar Gamboa le pregunta al personaje de Susana Pampín: “¿Si no hubieses tenido que ser policía, que te hubiese gustado ser en la vida?” Una pregunta fuertísima. Encima en esa función había más policías de lo habitual porque como en el elenco hay famosos, les interesaba estar ahí y al silencio que hubo después de esa pregunta, le siguió un policía llorando. Es una obra que en ese contexto les hablaba a todes.

Entonces vuelve a ser importante elegir obras que no queden atrapadas en el realismo para que la implicancia no se limite a lo anecdótico sino que les permita ampliar las posibilidades simbólicas en relación con la materialidad de los hechos “Algo que dicen mucho las chicas es: Esta obra me habló a mi o esta obra habla de mí y eso es increíble porque son obras que no refieren al mundo de ellas , aunque no conozco sus vida pero se trata de materiales que podrían ser complicados para la identificación y aparece un salto de fantasía, algo que lo entiendo como la inteligencia de la expectación porque saben encontrar en eso que ven lo que les habla a ellas y generar ese diálogo y eso lo agradecen. Hay una necesidad tan grande de pegar ese salto, de generar otra capa de sentido de la que están todo el tiempo como raspando en el suelo que de pronto cuando aparece otro mundo, otros personajes, otras historias está la posibilidad del diálogo de la propia existencia con eso que aparece que yo no sé si a mí me pasa a esta altura, después de ver tanto teatro, no sé si estoy tan dispuesta a generar la conversación propia con eso que veo“, reflexiona Laura.

Sé que es muy difícil pero ¿pensaste alguna vez en llevar a las espectadoras a un teatro por fuera de la cárcel?

--No es el objetivo por ahora. Lo que pasó en la función de La verdad efímera y fue hermoso, es que una de las chicas que está en uno de los talleres y escribe nos dijo que tenía ganas de escribir una obra y que actuarán Victoria Baldomir y Sabrina Zelaschi, las actrices de la obra y es una idea espléndida porque se coparon con los procedimientos y dijeron: “Quiero escribir algo que sea fragmentado y que las actrices hagan varios personajes.” Todos los procedimientos que vieron en esa obra les parecían muy copados y los querían replicar. La propuesta es que actúen Sabrina y Victoria y que alguien monte esa obra afuera. Este proyecto me parece espectacular y sería una segunda instancia del festival porque es otra forma de salir, pienso que la familia podría ver la obra. Yo creo que este festival tiene muchas líneas de continuidad distintas. Primero concentrarse en sostenerlo que es muchísimo y con muy poco apoyo. 

El Festival cuenta con subsidios de Mecenazgo, Proteatro y, hasta el año pasado ,con Gestionar Futuro del ex Ministerio de Cultura de la Nación, lo que permite pagarle un cachet a los elencos y colaboradores y solventar los gastos de traslado. "Pienso que sería buenísimo que más adelante, después de semejante formación como espectadoras, que en el Festival se presente una obra hecha por ellas pero por ahora confío mucho en el rol de expectación y también es como no exigirles otra cosa más, que pueden estar ahí sentadas , viendo y disfrutando”.