El triunfo electoral de Donald Trump trae malos presagios para Ucrania, ahoga la esperanza palestina de sobrevivir al genocidio israelí, abrirá brechas en la OTAN, plantea muchas incógnitas en la relación con Rusia y levanta inquietud en China, el mayor rival del hegemonismo estadounidense y donde se confía en que el pragmatismo económico acabe marcando los pasos del nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Lo que temían muchos y deseaban pocos ya está aquí. Ahora, incluso esos muchos hacen borrón y cuenta nueva y tratan de salvar los muebles ante la inminente reentrada en la Casa Blanca del republicano Donald Trump, vencedor de las elecciones presidenciales estadounidenses de este martes sobre la actual vicepresidenta del país, Kamala Harris, a quien muchos de sus compatriotas no han dejado de ver como una continuadora del actual mandatario, Joe Biden.

Un presidente cuya política exterior y de defensa se caracterizó desde 2021 por la confrontación con Rusia y China, el cierre de filas con Israel, haciendo oídos sordos a su genocidio de Gaza y a la invasión del Líbano, y el impulso de la OTAN como bloque militar global liderado por Estados Unidos.

Netanyahu y el histórico regreso de Trump

Uno de los primeros en aplaudir la victoria de Trump y su próxima vuelta a la Casa Blanca, que ya ocupó entre 2017 y 2021, fue el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien felicitó efusivamente al candidato republicano.

"Tu histórico regreso a la Casa Blanca ofrece un nuevo comienzo a Estados Unidos y una vuelta al compromiso con la gran alianza entre Israel y Estados Unidos. ¡Es una gran victoria!", anunció Netanyahu en la red social X.

En su cruzada contra Hamás y Hezbolá, y de paso la destrucción hasta los cimientos de Gaza y la aniquilación de 43.000 de sus habitantes, Netanyahu ha contado con el apoyo tácito de Estados Unidos, que ha frenado una respuesta contundente del gran aliado de esas milicias, Irán. Son consecuentes los parabienes de Netanyahu.

El carácter impredecible de Trump no acaba de gustar a todos los extremistas en el Gobierno en Israel

También ha sido explícito ese apoyo estadounidense, pertrechando al ejército israelí con las bombas y aviones que han arrasado la Franja y machacado a los chiíes de Hezbolá en el Líbano, y desplegando varias flotas de guerra en el Mediterráneo Oriental y los mares de Oriente Medio para conminar a Irán a no moverse mucho.

En esta campaña electoral, Trump prometió que, en caso de guerra entre Israel e Irán, protegería a Israel sin dudarlo. Sobre el poco aprecio que tiene a los palestinos puede quedar como ejemplo que fuera bajo su anterior mandato cuando EEUU reconoció Jerusalén como capital israelí y trasladó allí a su Embajada.

Recelos israelíes

Pero ese carácter impredecible de Trump no acaba de gustar a todos los extremistas en el Gobierno en Israel. El próximo presidente de EEUU les ha animado a concluir lo que están haciendo en Gaza, que puede pasar por la anexión de la Franja a Israel sin que Trump mueva un dedo. Pero también ha insistido en que quiere llevar la paz a Oriente Medio, "y pronto", a la vez que ha llamado a detener las matanzas de civiles.

Netanyahu no las tiene todas consigo y no son descartables presiones sobre el jefe de Gobierno israelí para que acepte de una vez una tregua y sean liberados los rehenes aún en poder de Hamás. En contraprestación, nadie duda de que Trump dejará en manos de Israel el futuro de Gaza, incluida su eventual desaparición.

En cuanto a Irán, fue Trump como presidente quien denunció el acuerdo nuclear con el país persa y sacó del mismo a Estados Unidos, al tiempo que aumentaba las sanciones sobre Teherán. También fue Trump quien mandó asesinar al militar más prestigioso de Irán, Qasem Soleimani, en Bagdad, en enero de 2020. Ese asesinato fue para "detener una guerra, no para comenzar una guerra", dijo Trump entonces.

Zelenski es seguramente quien más ha lamentado que el líder republicano vuelva a la Casa Blanca

Este punto es importante para saber qué hará Trump en Oriente Medio. Mientras que la Administración Biden ha acatado las acciones bélicas y el terrorismo de estado promovidos por Netanyahu en venganza por los 1.200 israelíes asesinados el 7 de octubre de 2023 por Hamás, no se espera que Trump siga tal patrón.

El empresario y político no se ha mostrado partidario de una guerra a gran escala, tampoco con Irán, aunque estuvo a punto de provocarla con el asesinato de Soleimani. Pese a la vesania demostrada en muchos momentos de su carrera política y vida personal, Trump ha hecho gala de mayor pragmatismo que sus adversarios demócratas en asuntos internacionales, sin jugárselo todo a la baza de un conflicto armado, ni en Oriente Medio ni en Europa.

Acabar la guerra de Ucrania en 24 horas

En Ucrania, donde EEUU apoya con armas y dinero la resistencia a la invasión rusa, tal cuestión es peliaguda, pues está en juego la presencia estadounidense en Europa, a través de la OTAN, que Trump tampoco acaba de digerir bien.

El presidente Volodímir Zelenski, pese a sus felicitaciones a Trump por la victoria, es seguramente quien más ha lamentado que el líder republicano vuelva a la Casa Blanca.

En numerosas ocasiones Trump ha mostrado que el presidente ruso, Vladímir Putin, le hace más gracia que el ucraniano. También ha reiterado su promesa de que, si retornaba al poder, acabaría en 24 horas con la guerra de Ucrania y con la onerosa involucración estadounidense en ese conflicto desatado por la invasión rusa de ese país en febrero de 2022.

Con 54.000 millones de dólares de ayuda ya entregada, principalmente en armas, EEUU es el principal donante de Ucrania. El siguiente es Alemania, con apenas 11.000 millones de dólares. El recorte de esta ayuda militar (hay muchos miles de millones más comprometidos) es una de las promesas realizadas por Trump a sus votantes.

Y sin la ayuda estadounidense, el futuro bélico de Ucrania está sentenciado, pues los aliados europeos en la OTAN no tienen, ni de lejos, capacidad para sustituirla. Tal paso avivará, además, las voces discordantes en la Alianza y la Unión Europea. Las brechas abiertas por Hungría y Eslovaquia se multiplicarán, y Kiev sabe esto.

En Kiev no se descarta que Trump presione a Zelenski para que se siente a negociar con los rusos

Ucrania está perdiendo la guerra en el Donetsk, no prospera su ofensiva en la región rusa de Kursk, ve esquilmadas las filas de su ejército por las bajas, el agotamiento y las deserciones, y vive momentos muy bajos en su moral ante la destrucción de su capacidad energética por las bombas rusas, que hará muy duro este invierno.

En Kiev no se descarta que Trump presione a Zelenski (y, sobre todo, a sus aliados europeos) para que se siente a negociar con los rusos, aunque eso signifique la pérdida de los territorios anexionados ya por Moscú.

Para evitar eso, Zelenski, tras alabar este miércoles la "impresionante" victoria de Trump, se puso prácticamente en sus manos y apeló a la "fuerza" de EEUU para llevar la paz a Ucrania. "Aprecio el compromiso de Trump con el principio de 'la paz a través de la fortaleza' en asuntos internacionales. Es exactamente el principio que puede, de manera práctica, acercarnos a una paz justa en Ucrania", aseveró.

No parece que estas palabras vayan a conmover mucho a Trump, quien en diversas ocasiones ha manifestado su desdén por Zelenski y ha criticado a Biden por respaldarlo con multimillonarias ayudas. "Zelenski es el mejor vendedor de la historia. Cada vez que viene a Estados Unidos se va con un acuerdo de 60.000 millones de dólares", dijo Trump en un acto electoral.

Y de sus planes con Ucrania dependerá la relación con Rusia, cuyo presidente sin duda aprovechará la vuelta de Trump para poner en evidencia a la OTAN y debilitarla más si se reduce el apoyo estadounidense a Kiev. Sin embargo, dada la volubilidad de Trump, nadie se extrañaría que de aquí a unos meses celebrara una cumbre con el propio Putin.

El misterio chino de Trump

La mayor incógnita internacional de Trump será China, que en los últimos meses de Biden ha sido incluso incorporada al nuevo eje del mal junto a Rusia, Irán y Corea del Norte, por el apoyo implícito de Pekín a Moscú en Ucrania. Sin embargo, la llegada de Trump al poder en unos momentos en que las relaciones de EEUU con China se han dejado llevar por una rivalidad imparable no parece que vaya a redundar en una confrontación militar directa.

La defensa a ultranza de Taiwán frente a la China continental ostentada por la Administración Biden tampoco parece que vaya a ser el centro de la estrategia asiática de Trump. No es claro el interés que pueda tener Trump en esa isla, más allá de su capacidad para producir microchips. El líder republicano llegó a decir en campaña que Taiwán debería pagar a EEUU por defenderla ante China.

Trump llegó a proponer unas tasas del 60% para todos los productos chinos importados

Es evidente que la economía seguirá enfrentando a Estados Unidos con la China de Xi Jinping. El futuro presidente estadounidense llegó a proponer unas tasas del 60% para todos los productos chinos importados. Ello llevaría a una debacle comercial mundial y sobre todo de la propia economía estadounidense, y esto, en realidad, es lo que tendrá en cuenta Trump para no aplicar semejante medida.

Además, al igual que Trump siente respeto por Putin, un líder fuerte a sus ojos, así muestra admiración por el presidente Xi. Ello evitará locuras en torno a Taiwán, pero también podría ayudar a encauzar las trifulcas comerciales y tecnológicas para evitar una conflagración económica que arrastre a todo el planeta.

El Trump imprevisible que llegó a negociar cara a cara una y otra vez con el líder norcoreano, Kim Jon-un, podría llegar a hacer lo mismo con Xi y evitar que la guerra comercial entre las dos superpotencias derive en un desastre para todos y, por el contrario, marque pautas de cooperación moderadas por el aislacionismo trumpiano. Incluso en detrimento de los aliados europeos de EEUU, como ya se amagó en el pasado.