En la capital de Córdoba, hace días que el termómetro no logra bajar del número 20. En el concurrido barrio Güemes esto se nota a partir de los jueves. Como un gran laberinto conformado por edificios con ladrillos a la vista (una impronta que dejó el arquitecto José Ignacio “Togo” Díaz en la zona de La Cañada), las callecitas angostas iluminadas con leds junto a coloridas fachadas eclécticas configuran un circuito turístico-gastronómico que se recorre a partir de tres calles principales: Belgrano, Achával Rodríguez y Fructuoso Rivera.
Este barrio se hizo famoso por la bohemia del Paseo de las Artes –uno de los nodos del circuito– pero desde hace un par de años lo bohemio empezó a conjugarse con aires chics –boho chic, dirían los entendidos- a partir de la apertura de galerías comerciales y locales de ropa y accesorios de diseño. Y una rápida proliferación de bares y restaurantes acompañó el proceso de cambio.
GUIADOS POR BELGRANO Desde San Luis hasta el Paseo de las Artes, caminando desde La Cañada por la calle Belgrano, poco a poco van apareciendo bares como Los Infernales de Güemes (Belgrano 631), ideal para saborear lo mejor del folklore del norte argentino. En esta peña resto-bar, la estética folk aparece en el mobiliario, las colchas norteñas colgadas de las paredes y los tonos bordeaux y maíz. El patio invita a quedarse horas.
Al frente, el resto-bar Okupas (Belgrano 640) va preparando el clima con sus mesas al aire libre y shows en vivo. Nicolás Gómez, su gerente, asegura: “Vienen grupos familiares y también muchos turistas, españoles por ejemplo. Como la cocina está abierta hasta las tres, algunos aprovechan para quedarse”. La pizza Okupas (con mariscos, $ 250) y el trago Bulevar Cañada (licor Baileys con helado, $ 120) son dos sugerencias de la casa.
A medida que avanzamos por Belgrano hacia el Paseo de las Artes, resulta difícil decidirse sin alguna recomendación o intereses concretos. La terraza de The Journey (Laprida 295) es ideal para quienes buscan coctelería tiki, ambiente tropical y cerveza Corona. Los amantes de la cerveza no pueden dejar de visitar Posta!, en el patio de la Galería Fuente del Ángel (Belgrano 731). Alfredo Alberione, su propietario, asegura: “Nos especializamos en micros y pequeñas cervecerías, fundamentalmente de las Sierras de Córdoba. Ofrecemos cerveza tirada y comida al paso. Ponemos en valor a los artesanos reales, a los microproductores, que es donde está la verdadera cerveza artesanal. Basados en la comida española y callejera, ofrecemos tapas, pinchos, tortillas, nuggets, picadas”. Junto a las mesas aparece la fuente de agua más importante del barrio, que le da un marco natural al patio de la galería. Sugerencia: bondiolita de cerdo a la parrilla en pan casero, $ 100.
Por la misma calle, metros más adelante, aparece la terraza más alta del barrio. Macacha Güemes (Belgrano 745, segundo piso) es ideal para aprovechar una amplia carta de vinos boutique mientras se disfruta de excelentes vistas. “El resto bar responde a las necesidades de nuestros visitantes según la hora y se va transformando durante el día”, comenta Gastón Stisin, socio y responsable de comunicación. Meriendas, cervezas en chopp durante el after office, cenas y happy hours con tragos. Anote: trago de autor Don Guillermo (Absolut clásico, frutos rojos, maracuyá, naranja, sour mix y soda; $ 140); bife de chorizo de ternera (grillado, con salsa criolla, crema de maíz, calabaza y papas rústicas; $ 300).
ACHÁVAL, BELGRANO Y EL PASEO Desde los 80 y hasta bien entrado el nuevo siglo, cada fin de semana esta zona era recorrida por cordobeses y turistas que buscaban artesanías en la feria del Paseo de las Artes (Belgrano y Achával Rodríguez). El perfume a patchouli en los pasillos de la feria marcaba el perfil bohemio del paseo. Al caer el sol, las lucecitas de los puestos reforzaban ese toque nostálgico del “Paseo de los hippies”.
En sus alrededores proliferan negocios, galerías con patios lleno de verde y resto-bares como Apartamento (Achával Rodríguez 365), un refugio con aires “retro”. Los jazmines y el limonero florecido impregnan el espacio de una fragancia cítrica que se reproduce en su terraza, con vista al Paseo de las Artes. Hay una mesa reservada para una tal “Agustina”. En el patio, dos amigas fuman y conversan rodeadas de pequeñas mesitas donde el mármol de Carrara contrasta con los limones de los centros de mesa. Las flores fucsias de la Santa Rita refuerzan el toque bucólico. De fondo, en una inmensa pared con ladrillos a la vista, se lee a la luz de velas y lucecitas: “Explicar el universo”.
Hacia el otro lado del paseo, por Achával Rodríguez, continúan las propuestas que concentran locales de diseño, moda y gastronomía, como la Galería Barrio (Achával Rodríguez 244). Al fondo, el monumental edificio de Capitán Central Cervecera atrapa la mirada. El lugar congrega a los amantes de la cerveza en su patio y terraza. Una chimenea oxidada de más de siete metros de altura refuerza el estilo industrial de la arquitectura, en la que predominan las formas geométricas. En el patio, el volumen de letras e iconografías combina muy bien con una grúa de construcción que hace las veces de cabina para deejays invitados. El gris del hormigón contrasta con el rojo de las tuberías al descubierto.
En la Galería San Plácido está Dadá Mini (Achával Rodríguez 250) con su patio colmado de murales, banderines, lucecitas de colores y buenas meriendas. Al frente, aparece otro imperdible para los amantes del arte: Milo Lockett Bar (Achával Rodríguez 225). Las obras del artista ocupan con sus formas y colores todo el ambiente, especialmente el patio, donde es posible disfrutar de buenos tragos. En la cuadra, Favela para habitar (Achával Rodríguez 267) se destaca por su impronta afrolatina. En el ingreso, las leyendas “Fora Temer”, “No al desmonte” o “Ni una menos” –hechas artesanalmente con pequeños hierros– anticipan su estilo. En el patio, la alegría de la música latinoamericana y algunos murales confirman la perspectiva social con la que se identifica esta propuesta.
EN LOS PAGOS DE PEPINO Andar por este laberíntico barrio no es tarea fácil para el turista apurado, y mucho menos para quienes se dejan tentar por la gastronomía y el diseño. A medida que las luces de los locales se van encendiendo, se despiertan los sentidos. El bullicio de la gente en las angostas veredas se lleva por delante a quienes miran con devoción cada vidriera.
Tras dejar Achával Rodríguez y caminar una cuadra por avenida Vélez Sársfield, aparece Bicicleta (Fructuoso Rivera 181). Este lugar surgió como hostel hace un año. “El bar funciona en la terraza del hostel. Esto hace que tengamos de clientes a los mismos huéspedes y otorga un contexto único, en el que se escuchan diferentes idiomas y se aprecia la diversidad cultural. La bicicleta representa viajes, paseo, libertad. Por eso, el nombre tiene que ver con que es una terraza al aire libre, con poco ruido y buena música. Allí nuestros clientes se pueden encontrar, relajar, charlar y liberarse de la rutina por un tiempo”, comenta Enrique Fernández. Entre los platos más buscados están las salchichas alemanas, los sándwiches y las papas. Los tragos de autor tienen nombres de bicicletas: BMX y Crousier son muy pedidos. La cerveza artesanal de origen cordobés, acompañada de maní, asegura horas de charlas en la terraza.
La calle Fructuoso Rivera es otra de las arterias principales. En este caso, conduce hasta el centro cultural municipal Casa de Pepino (Fructuoso Rivera 287). En sus alrededores hay locales gastronómicos, museos y galerías que dan vida a un nuevo circuito de arte.
En la terraza del bar Chabacano (Fructuoso Rivera 243) un músico prepara su viola, minutos antes de comenzar un show en vivo. El clima intimista creado por las luces tenues y las paredes con ladrillos a la vista invita a realizar una pausa. A pocos metros está The Church (Fructuoso Rivera 275), un bar irlandés con un patio ideal para saborear cervezas en un ambiente caracterizado por escudos y objetos heráldicos colgados en las paredes.
Al frente, en la Galería Muy Güemes (Fructuoso Rivera 260), un sugestivo olor a carne asada atrae en las primeras horas de la noche desde Casa de Fuego. En el patio de la galería, una gran cantidad de jóvenes conversan en Cuatro Catorce, bajo las estrellas que se cuelan entre enormes pantallas de hierro oxidado. Jardines colgantes y stands de plantas matizan con su verde la hegemonía del cemento. Al salir, en la zona siguen apareciendo bares y bares. En todos hay un denominador común: la cerveza. Peñón Cervecería y el Parador Antares Córdoba, sobre Fructuoso Rivera, son dos propuestas a tener en cuenta.
A LA LUZ DE LA LUNA Desde Fructuoso Rivera y Belgrano, regresando por esta última calle hacia el Paseo de las Artes, nos recomiendan otros patios y terrazas. El primero de ellos es La Cova del Drac (Belgrano 892), premiado varias veces por su coctelería. Una escalera angosta atraviesa el sector de la cocina y conduce hasta la terraza, donde se destaca el mural de un dragón. Junto a La Cova, el Paseo Caribú (Belgrano 884) es muy visitado. En esta galería se encuentra un referente de la zona: Mil Grullas y una taza de té. Su especialidad son los tés gourmet. Se trata de un espacio al aire libre rodeado de la típica impronta de los espacios culturales chic: libros, joyas, esencias, plantas en grandes macetas de cemento.
Mil Grullas tiene otro local al frente, justo al lado de una peluquería con barbería. Al atravesar el local, aparece el bar Dos Onzas (Belgrano 891). Su terraza es todo un hallazgo, especialmente para quienes buscan buenos tragos a la luz de la Luna. Negroni, El Cisne, Fragante son algunos de los nombres de los cócteles. Espejos, luces rojas y violetas junto a grandes imágenes de estilo publicitario conducen hacia la terraza, donde hay mesas de chapa oxidada y frases escritas en paredes oscuras. Por su perfil, no es un lugar con opciones para los niños, cuenta Maximiliano, quien nos invita a subir. Desde la terraza hay excelentes vistas de la calle Belgrano. Una frase en luces de neón blanco deja una consigna para lo que resta de la noche: “La coctelería tiene el poder de jugar con las emociones”.