En junio de 2018 autorizan a M.V.F, madre de Nano, arquitecta, con posibilidades de ejercer su profesión, sustentarse económicamente y con su entorno familiar de contención en Argentina, a volver de España, con su hijo.

“Cuando vivíamos en España, ya separados, el progenitor pasaba meses sin ver a su hijo, dejaba de pasar manutención y me repetía: Si me lo llevo vos vas a tener tiempo libre y no quiero”, recuerda M.V.F.

En julio de 2019 desde España llega una sentencia en la que dice que la madre solo puede ejercer la custodia en Madrid. M.V.F, quien fue víctima de violencia vicaria: económica y psicológica, sin recursos para pagar los servicios de una niñera y con una clara intención de parte del progenitor de dejarla sin recursos ni tiempo, resiste la embestida, armándose legalmente para su defensa: frente a la orden del juez español, M.V.F presenta un recurso de no innovar y el progenitor inicia la forma más violenta de reclamo: la restitución internacional.

En junio de 2023 la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, RECHAZA la restitución internacional priorizando el interés superior del niño, escuchando el deseo y voluntad de Nano de residir junto a su madre en Argentina.

Sin embargo, el 17 de septiembre de 2024, con una sentencia escueta, la Corte Suprema de Justicia de la Nación admitió la queja presentada por el progenitor y ordenó la inmediata restitución del menor a España, reconociendo la competencia española para resolución del conflicto, sin tener en cuenta que España ya se había declarado incompetente, lo que demuestra una clara desinformación o falta de estudio del expediente.

En Argentina hay más de 2.000 restituciones ilegales. Todas las restituciones internacionales entran por Cancillería y por cada restitución el Estado libera un presupuesto de U$S 25.000 (veinticinco mil dólares). Esto explica que en Argentina las restituciones que llegan a la Corte, se ejecutan, violando el Derecho Superior del Niño, articulo 3 de la Convención Internacional sobre los Derechos del niño y su derecho a ser oído (artículo 12).

Este caso se encuentra en un grave vacío jurídico, ya que ni España reconoce su competencia ni Argentina desea resolverlo, considerándolo un asunto español.

Desgarrar las infancias como si fuesen un pedazo de carne cocida a fuego lento. Desmenuzar su palabra en sílabas sin sentido.

Decidir por ellos, con la soberbia de la frustración y el resentimiento de una adultez deshumanizada, sobre los hombros.

Arruinar, transformar en escombros la construcción amorosa de una madre que, además, cada paso lo realizó confiando en su principal abusador: El sistema judicial.

La Justicia no son libros, ni estructura de hierro y cemento, no es una fuerza abstracta intangible. Son personas que alguna vez fueron niños. Que tal vez hoy sean madres y padres. Es preocupante la falta de perspectiva de las infancias con la que actúan y fallan (del verbo fallar, errar).

¿Será que la resistencia bestial a las luchas feministas genera un atropello desmedido, cruel y sin otro objetivo más que el de amedrentar a las mujeres, sin medir el impacto letal en niños niñas y adolescentes?

¿Será que cada caso es un caso tomado como “testigo” para silenciarnos?

Gritar y que la voz no salga es un sueño recurrente de muchos. Esa imagen, trasladada a un niño al que la Corte Suprema de la Nación amordaza con un fallo inhumano, es de las más desoladoras.

El tiempo que se “toma” el sistema, es otra de las herramientas de desgaste para las mujeres que guardianan la integridad física, emocional, económica y espiritual de sus hijos.

“Tengo que denunciar al Estado por retardo indebido de justicia, entre otras cosas”, lamenta M.V.F

Siete años de cuidado, de amor, de levantar un hogar demolido en su país de origen junto a su hijo.

Siete años en los que madre e hijo lucharon por su propia vida y libertad.

Y el derecho a ser felices parece estar negado para madres e hijos que no se resignan a vivir en un contexto violento y desigual.

El Derecho a una vida libre de violencias parece una utopía cuando las historias como ésta irrumpen en nuestra cotidianidad.

¿Cuándo y dónde terminan las pesadillas?

El engranaje de la cuenta regresiva está en marcha: “La Jueza Antos está recurriendo a absolutas arbitrariedades procesales para lograr la restitución.

Estamos esperando a que la jueza de Primera Instancia de Pilar, Valeria Antos, dictamine las medidas de retorno seguro, pero en la última audiencia nos adelantó y hasta amenazó con enviar a la fuerza pública si no colaboramos con la entrega de Nano bajo sus condiciones.

También adelantó que no nos dará la posibilidad de apelar para que la sentencia se ejecute de manera inmediata y sin retardos, de nuevo como si se tratara de la entrega de un paquete.

En ese caso intentaremos que la queja llegue a la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires lo antes posible, para que por favor revean las medidas de retorno seguro”.

¿Cuántos niños y niñas más piensan sacrificar en este plan sistemático de una batalla librada contra las mujeres que alzan la voz por sus hijos?

Hay una hoguera invisible a los ojos de una sociedad a la que la urgencia arrasó. Un calor que huele a inquisición. Olor a putrefacción en las manos y en la tinta con la que "La Justicia, impartida por hombres y mujeres” condena a nuestras infancias, cumpliendo con el rol patriarcal de castigar a las madres.