Como supo proclamar con su implacable lucidez Guy Debord la sociedad del espectáculo de la que somos contemporáneos todo lo banaliza y los shows electorales son una parte esencial para sostener la ilusión de movimiento de participación popular en la política de los Estados Nación.
Nada más falso.
Desde hace meses los canales de tv, las radios, los periódicos, las redes sociales nos bombardean con mensajes sobre las elecciones en Estados Unidos de Norteamérica.
Es como si el resultado de la contienda entre el magnate Donald Trump y la actual vicepresidenta Kamala Harris fuera a generar el desplazamiento del eje del planeta Tierra, el aumento del caudal de los océanos o realmente detuviera las catástrofes que se producen por el cambio climático generado por el devenir capitalista desde el siglo XVIII.
Un país que invade territorios, bombardea poblaciones inermes, lanzó dos bombas atómicas, continúa propiciando el genocidio del Pueblo Palestino, acecha permanentemente a las poblaciones latinoamericanas y africanas en disputa con Rusia y China se autoproclama paladín de la democracia.
Es patético escuchar algunas personas debatir sobre los estados de la Unión que jamás pisaron, tampoco nosotros, y las respectivas votaciones.
La única libertad imperante en U.S.A sigue siendo la estatua erigida frente a Manhattan obsequiada alguna vez por el gobierno de Francia.
El resto de las libertades siguen ausentes y solo imperan miserias en ese país que como escribió Paul Auster está bañado en sangre.
Carlos A. Solero