Se acomoda en la silla. Confiesa que durmió pocas horas, pero no lo aparenta. Su camisa y su jean negros, impecables, no lo delatan. Quizás es porque sonríe. Se acomoda en la silla y sonríe. Y recuerda.
Es una historia lejana, de hace años, cuando tenía otra banda (Datavision) y otra vida. Estaba en México, encerrado en el estudio de grabación de Tito Fuentes en Coyoacán. Terminaba de grabar y mezclar una canción que le había llevado un año componer, pero al fin lo había logrado. Todos los detalles estaban pulidos al máximo, como los vértices de un diamante cegador. Había construido una obra de arte: era, en una palabra, perfecta.
Durante el año de composición se había hecho amigo de Tito, líder de la banda Molotov. Decidió mostrarle su canción, producto de tantos meses de trabajo. Estaba expectante. "Está todo demasiado bien, es muy perfecto", concedió Tito. "Pero no me pasa nada." Estaba todo tan calculado, tan perfecto, que se había vaciado de esencia. En ese momento, Capri se dio cuenta de que la esencia, esa sustancia incorpórea de la que viven los músicos, estaba en dejarse ir.
Hoy, Ariel Aguisky, el músico, productor y DJ argentino conocido artísticamente como Capri, se libera de los vicios de una juventud perfeccionista, aunque no del todo. Acaba de lanzar la remasterización de Mamma Killer Night, el disco de house y electrónica de 2004 que marcó a una generación y, sin embargo, sólo se podía escuchar en alguna de las tres mil copias físicas que se distribuyeron hace 20 años. Además, prepara una única presentación en vivo del álbum, que será este sábado 9 de noviembre en Artlab.
- ¿Qué historias querés contar con tu música?
- Para mí, la creación es muy médium. Nunca sabés qué va a pasar. No suelo hacer música poniendo un concepto, sino que es la propia situación la que me lleva a ese arranque, ese impulso de decir "es este acorde y hoy pasa esto". La melodía se transforma en una palabra, y esa palabra es un acto del subconsciente. Hablando en términos un poco más freudianos, es como un camino a lo que está pasando en mi subconsciente, más que nada, porque no sé de qué estoy hablando ni qué estoy transmitiendo.
- Decís que este lanzamiento no es un retorno, sino una transformación. ¿A qué te referís?
- Viéndolo desde un lado pragmático, es una transformación de lo que era antes, de un Capri más improvisado, llevado a lo que soy ahora en temas de ingeniería de sonido. También porque mi manera de ver la música ha cambiado muchísimo. Pasé varios procesos de transformación, y al ser algo tan personal, es exactamente eso: una transformación.
- ¿En qué cambió tu visión de la música?
- Antes tenía ciertas limitaciones de estilos o de no hacer cierto tipo de música, tal vez por el ambiente en el que estaba, por influencias; cosas más de adolescente, de pertenecer a una escena. Lo hermoso de la música, que me abrió tanto la cabeza, fue viajar por el mundo y tener que enfrentar situaciones como entretener gente en una boda hindú y conectar con ellos. Ese ejercicio me llevó a trascender las barreras que te vas poniendo sin darte cuenta. Me siento con una apertura musical mucho más curiosa que cuando era más joven, y eso también me da cierta seguridad y tranquilidad. Era muy chico, también, hace 20 años.
- ¿Cómo fue esa transición hacia la adultez mientras empezabas a construir una carrera musical?
- Fue un sube y baja. Hubo momentos de sincronía total, donde sentía que el universo estaba en mi bolsillo. Con esa insolencia también me llegaba a pegar unos golpes tremendos, pero fui aprendiendo a sobrellevar esos momentos de adversidad. Empecé con el autoconocimiento, más allá de la música: entender el cuerpo, la alimentación, meditar, abrirme a otras experiencias. Creo que cuando un ser humano conecta o proyecta, tiene que ver con todo lo que fue cultivando interiormente, y no es solamente la música.
- Pasaron 20 años de Mamma Killer Night. Podrías haberlo remasterizado hace cinco, diez o nunca. ¿Por qué ahora?
- Primero, porque tuve la posibilidad. Segundo, me considero mucho más evolucionado, conocedor y emprendedor del audio que hace 20 años. Soy bastante obsesivo con eso, entonces no iba a parar hasta la última instancia. En mi obra y en mi vida soy bastante exigente.
- Ése fue uno de los tres discos publicados por Kosiuko, una cadena dosmilera hoy únicamente dedicada a la ropa. Mirando hacia atrás, ¿cómo ves eso?
- Es muy insólito. Para mí, al menos, Kosiuko siempre fue una marca de ropa, pero en su momento tenía una subdivisión que era KSK Records. Cuando tuvimos la primera reunión yo también me preguntaba por qué una marca de ropa me editaría. Pero en ese momento, si el disco se sacaba, se vendía en Musimundo, y Kosiuko tenía más locales que Musimundo en todo el país. Y, aparte, mi disco iba a ser la playlist de cada local. Me pareció fantástico. Hoy no sé si sería lo mismo, si tendría sentido, pero en ese momento fue un golazo. Además, Kosiuko es un ícono de los 2000.
- Antes de la entrevista, mencionaste la muerte de Gustavo Cerati. Pero no hablás de muerte, usás la palabra "desaparición".
- Usé la palabra "desapareció" porque, primero, fue algo muy inesperado. Fue realmente estar con él, no sé, comiendo un asado en su casa, en mi casa, o estar en un club, y que desaparezca. Era inmortal. En ese momento no existía, no era algo que se me había cruzado por la cabeza. Y de un día para el otro fue así. Dos días antes de su accidente en Venezuela, coincidimos en una fecha en Colombia. Juntamos los equipos, hicimos una especie de after show juntos. Y tengo el recuerdo de estar con él bailando. "Bueno, ¿cuando volvés?", qué sé yo... Y nunca más.
- Es una pérdida que te marcó mucho.
- No estaba preparado. Me golpeó muy duro porque, más allá de mis colaboraciones musicales, era una persona que entendía la música, la industria. Era un gran asesor. Y de repente me quedé huérfano de esa visión que tenía él. Los accidentes de ese tipo son muy duros, y la agonía también fue muy dura. Gracias a Dios, hoy puedo recordarlo con humor, con algunos chistes, y me quedo con lo bueno.
En la tapa de Mamma Killer Night, un chico de carita linda, ojos verdes y corte emo/scene, con el flequillo largo y apenas barrido a un costado, mira a la cámara y sostiene un reloj digital rosa. No aparenta más de 16 años, pero tiene por lo menos 24. Y en realidad, el reloj que tiene en la muñeca no está ahí: es una fantasía photoshopeada, un aparatito que transporta a su portador al 2004 desde un futuro que todavía no llegó. "Mamma Killer Night fue la semilla de un lenguaje sonoro que fusionaba lo retrofuturista y lo experimental, uniendo texturas y frecuencias que resonaron en la escena de Buenos Aires", dice Capri, dos décadas después.
- ¿En esa época te decían "el niño vocoder"?
- Sí, siempre digo que "espero que todavía siga así", porque parecía bastante más joven de lo que era. A mis 20 parecía de 16. Entonces, en ese momento, fanático de la robótica musical, hacía casi todas mis canciones con vocoder. Me divertía porque era yo mismo.
- ¿Qué escucharía "el niño vocoder" hoy?
- El niño de hoy puede escuchar cualquier cosa. Puedo escuchar desde Billie Holiday a hip hop, Soda, Charly, después Debussy o salsa. Me encanta la música, soy muy inquieto con lo que escucho. La curaduría musical me abrió la cabeza de una manera espectacular.
- ¿Esa inquietud es una influencia para el nuevo disco en el que estás trabajando?
- Exactamente. La regla del disco o de la creación ahora es "lo que hago es lo que está bien". Eso es espectacular.
- ¿No siempre te sentiste así a la hora de trabajar?
- Sí, cuando producía y trabajaba para otros, yo estaba suelto. Pero cuando trabajaba para mí, me cuestionaba cada píxel, cada detalle, y la pasaba mal. Entonces me dije: "Tengo que divertirme". Ahora es eso, lo que sale está bien, y ahí es donde empieza a ocurrir la magia.
- O sea, durante mucho tiempo la búsqueda de la exigencia fue para el lado de la perfección, y hoy la búsqueda es la imperfección.
- Sí, el dejarme llevar. Obviamente hay cosas donde aplico la técnica más nerd, un retoque artesanal. Pero el momento creativo, la parte más humana, debe seguir siéndolo y no debe estar tan cuestionada o modificada.
- Última pregunta: ¿quién es Capri?
- Capri es el conjunto de fantasías que me dominaron como ser humano.