El dúo, como institución y plan sonoro, está desde los albores de la canción criolla. Todavía no terminaban de definirse los géneros en Buenos Aires y ya Francisco Martino y José Razzano tentaban, con poca gracia, cantar a dos voces. Fue el sanjuanino Saúl Salinas, que por haber muerto en un prostíbulo nunca fue reconocido del todo en el santuario del folklore –el tango, con menos complejos, lo incorporó a su historia– el que además de haber dejado páginas perdurables como “La madrugada” terminó de revelar los arcanos del canto a dúo en la Capital argentina. Despuntaba la década de 1910 y, en complicidad con los desarrollos del disco y más tarde de la radio, comenzaba una tradición. Gardel-Razzano, Pelaia-Ítalo, Ruiz-Acuña, Benítez-Pacheco y Martínez-Ledesma, entre muchos más, señalan la línea de tiempo que en poco menos de medio siglo puso a punto una sensibilidad y un repertorio.

Cuando parecía que la tradición fundante de los dúos había dicho lo que tenía que decir, la aparición del Dúo Salteño revolvió los esquemas. Y no solo los del arte del dúo. Con contrapuntos audaces, una expresividad disonante y un repertorio que desafiaba los sentidos, Chacho Echenique y Patricio Jiménez cantaban templados por un aura bagualera. Armonizadas por el genio irredento del Cuchi Leguizamón, las dos voces interpretaron una forma original, que revolucionó el cantó a dos voces y habilitó nuevos relatos. Relatos que comienzan a superar el anecdotario a partir de Dúo Salteño. Memoria de largos caminos, una biografía elaborada por Ana Falcón y Lucas J. Fernández, recientemente publicada por Editorial Serial, que se presentará este viernes a las 18.30 en la sala Cortázar de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502).

(Editorial Serial)

Como marca de época, la idea de hacer un libro sobre el Dúo Salteño comenzó en tiempos de pandemia. “Lucas me comentó que quería escribir un libro sobre el Dúo Salteño y enseguida pensé que era un excelente momento para emprender junto a él esta aventura maravillosa, que tantos ‘dueros’ pedían y esperaban”, comenta Ana Falcón, docente, psicóloga social y música, al comenzar la charla con Página/12. “Hacía rato que la idea me rondaba la cabeza, pero no me animaba, necesitaba ese empujoncito que llegó de la mano de Ana. Cuando le comenté la idea, automáticamente se ofreció para que trabajemos juntos”, interviene Lucas Fernández, comunicador y autor entre otros de trabajos dedicados a Spinetta, Vox Dei, Baglietto-Vitale y Aquelarre. “Adentrarnos en la historia del Dúo Salteño fue encontrar la voz del corazón: un dúo cuenta a un Dúo que canta. Lucas y yo elegimos dos narradores que, con sus voces armonizadas, relatan la historia de los dos cantores”, describe Falcón.

– El relato tiene una estructura particular, atraviesa el espacio y el tiempo, se  desarrolla como un diálogo. ¿Qué los llevó a tomar esa decisión narrativa?

Ana Falcón: -No planeamos una forma narrativa de antemano, fluyó. Lucas como periodista, conductor radial y coleccionista de mucho material sonoro y gráfico sobre Chacho Echenique y Patricio Jiménez, recurrió a un lenguaje directo. A mí, supongo que por haber sido docente, narradora de cuentos y titiritera, me surgió contar una historia en modo de ficción y así imaginé un viaje por el tiempo y el espacio. Hay un ‘nosotros’ que va más allá de los autores y constituye un narrador colectivo que representa a los “dueros”, al público del Dúo Salteño.

Lucas Fernández: -Yo me encargué de entrevistar a los músicos que participaron en cada uno de los discos, investigar sobre la historia de las canciones, y cada testimonio nos fue guiando hacia nuevos horizontes en la investigación. Llegado el momento de unificar los dos textos escritos, nos dimos cuenta que eran bastante diferentes en cuanto al estilo. Entonces Ana, con buen tino, decidió unificar el relato, transformándolo en ficción. Ambos somos los protagonistas que rememoramos los largos caminos del Dúo, sin dejar de lado cada investigación y dato preciso. 

–¿Cómo orientaron las investigaciones y qué fuentes documentales tenían a disposición?

A.F.: -Ambos, como buenos fanáticos que somos, tenemos material muy valioso, fotografías inéditas, notas de diarios y documentos, como la carta que el Cuchi Leguizamón le escribe a Chacho pidiéndole que vuelvan a reunirse con Patricio y con él en un momento en que estaban separados.

Chacho Echenique, Patricio Jiménez, Los Olimareños, Dúo Coplanacu, Pedro y Pablo, Daniel Toro, Estela Magnone, Jaime Ross, Jorge Fandermole, Juan Falú, Juan Quintero, Leo Masliah, León Gieco, Litto Nebbia, Peteco Carabajal, Raly Barrionuevo, Raúl Barboza, Teresa Parodi y Víctor Heredia, son algunas de las voces que aportan a la recomposición del mosaico, que más allá de la historia del Dúo es también la pintura de un lugar y una época muy significativa para la música y el arte argentino. “El Dúo Salteño asumió un riesgo impensado para esa época”, reflexiona Falcón. “En el final de la década de 1960, pleno boom del folklore, cantantes solistas y conjuntos tradicionales cantaban en voces paralelas, vestidos con bombachas y ponchos. De repente surgen Chacho con una voz aguda que cala hondo y Patricio con un timbre exquisito cantando en contrapunto dos melodías distintas que se entrelazan, se separan, chocan, ¡como en la vida!”.

– ¿Qué rol cumplió el Dúo Salteño en ese contexto del folklore?

A.F.: -El rol de artistas. Sin seguir las convenciones de la época, iniciaron una aventura por un camino incierto, rompiendo con los moldes. Y todo siendo dos músicos intuitivos. Aún hoy siguen sonando contemporáneos y son un aporte para la juventud de este país maravillosamente musical.

L.F.: -Por su singularidad y su vanguardismo, la apuesta tan jugada fue muchas veces contraproducente para el “entendimiento popular” y por ende la difusión y la masividad.

A.F.: -El Cuchi Leguizamón, atrás de una carcajada, dijo en un ensayo: “Con esto, changos, no vamos a ganar un mango”. Parece que este diablo tenía algo de razón, pero se largaron nomás.