El Gobierno le imprimió una lógica financiera a la economía. Los logros en este veranito son de esa índole: tasa mensual de inflación, superávit, tasas de interés, dólar encadenado (al cepo), riesgo país, reservas por blanqueo, sobrecargos del FMI, REPO con bancos del exterior. De la economía real, nada.

El Ministerio de Economía es conducido por funcionarios del sector financiero, con mirada antiestatal, la cual de paso los exime de la profunda ignorancia que tienen sobre el sector real y el rol del Estado en una economía industrial.

Esta visión de la solución financiera para los problemas del país ha derramado o derrapado en su versión micro, como solución de los problemas en “las familias”. Los hogares vieron retraídos sus ingresos, por la inflación y por los retaceos nominales en jubilaciones, y pronto en salarios, si la desocupación continúa en ascenso.

Pero a diferencia de otras experiencias en el capitalismo donde la caída de la masa salarial se compensa con una profunda penetración financiera, en nuestro país no se vislumbra tal estrategia. El pequeño ahorrista no sofisticado ha visto cercenado sus inversiones habituales: el acceso al dólar sigue restringido por el yugo paternalista de los libertarios y las tasas de los plazos fijos fueron elegidas para el escarnio público. El ladrillo también desapareció del set: la construcción muestra niveles de ultratumba.

A partir de la innovación de las billeteras virtuales y demás desarrollos Fintech, las inversiones a las que pueden aspirar una parte de la población son las que se ofrecen al alcance del celular. Se fomentan por diversos mecanismos publicitarios, algunos formales y masivos como los que alientan diversas formas de apuestas, y otros informales, de boca en boca, como los recientes casos de estafas piramidales o Ponzi en algunas localidades. Estas opciones son el paco del sistema financiero. No ofician de rueda de auxilio, más bien son roba llanta. Sus víctimas son los más débiles. En las escuelas se propone cambiar la ESI por educación financiera, sin ver problemas de pulsiones.

Las apuestas deportivas son el entry level. Lo mismo con esquemas de inversión escondidos bajo un formato de un inocente video juego. Técnicas narrativas para jóvenes: “sos una navecita que debe probar (pagar) si en tal planeta obtiene recursos (dólares)…”. Un buscaminas monetizado.

Otras muestran la inversión financiera como una cotización en una línea de tiempo, y hay que apostar para dónde se moverá en el próximo minuto. Un juego de kermesse, y como tales, propensos al timo. ¿Alguien puede pensar que se ofrecen datos en tiempo real, con lo que vale ese servicio en el mercado? ¿Son datos reales o un algoritmo te recompensa al principio para luego limpiarte? Un tragamonedas inteligente.

El Estado se corre de la regulación. Santiago Bausili visitó un evento Fintech y el presentador reconoció que era raro que un presidente de un Banco Central estuviera ahí. También es raro que esté procesado por una operación de endeudamiento al Estado.