La democracia liberal hace agua. Consagrada de manera beatífica y universal como la gran construcción de la subjetividad estadounidense, es una democracia emparchada. Se exporta como un paradigma hace tres siglos, pero es patente el doble discurso comparado con sus sagradas escrituras. Como producto político, lo que siempre apoyó EE.UU. fueron dictaduras. Sobre todo en su área de influencia. En Latinoamérica las sufri