La edad dorada de la magia coincidió con el apogeo del cartel litográfico; y espectáculos de levitación, decapitación, escapismo, mentalismo, hipnotismo y otras convocantes ilusiones fueron profusamente promocionados a través de afiches en vía pública, en una guerra publicitaria donde magos y prestidigitadores tentaban a las masas con la promesa de los más rimbombantes trucos. El exótico arte visual, a la altura de las enigmáticas circunstancias: presentado, por ejemplo, a famosos referentes de la época –Houdini, sí, pero también grandísimos como Alexander y Adelaide Herrmann, Harry Kellar, Howard Thurston o Chung Ling Soo– con posters a todo trapo, muchas veces abarrotados de cuanto símbolo pudieran reunir: murciélagos y hadas, naipes y calderos, turbantes y serpientes, esfinges, fuego, estrellas, demonios y diablos, esqueletos, calaveras, cartas y conejos. “Esta forma de manifestación artística indicaba la riqueza que lo esotérico traía a la magia”, apuntan hoy desde el museo McCord, en Montreal, donde la flamante muestra Illusions: The Art of Magic exhibe una enjundiosa colección de fantásticos afiches de antaño, muchos inéditos, de fines del siglo 19 y comienzos del 20, de espectáculos de Estados Unidos, Canadá, diversos países europeos. “Aunque algunos carteles tienen rastros de influencias del Art Nouveau o incluso del estilo Constructivista, en su mayoría están separados de los movimientos artísticos de la época. Cada uno se pretende una historia vívida que promete maravillas de no creer”, apuntan especialistas sobre la encantadora serie de afiches, que puede verse hasta comienzos de enero en el susodicho museo, hasta que desaparezcan por arte de magia. O sea, cuando sus tantísimos carteles bajen... de cartel.
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