En el movimiento de la cámara que busca reposar sobre un trípode se logran ver azulejos, luego un espejo, y en su reflejo a Gal, que se corta el pelo bien cortito en el baño de su casa. Su voz en off comenta con paciencia que "La película empieza con este sueño: una mujer se va, deja su casa. La mujer es mi mamá. Luego, también soy yo. Y luego, ninguna somos. La película comienza cuando yo era niña, pero después, no comenzó nunca". Entre esa poética de las imágenes y del pensamiento arranca Mi pecho está lleno de centellas, del realizador mexicano Gal S. Castellanos: la última proyección del Ciclo de Cine y Diversidad Sexual organizado por el Suplemento SOY de Página/12 y el Cine Arte Cacodelphia, que se despide este martes 12 de noviembre a las 19 con el objetivo de continuar promoviendo la reflexión sobre los derechos adquiridos y las formas de existir en el mundo atravesando vivencias y relatos locales e internacionales por fuera de toda heteronorma.
Estrenado en 2024 y filmado entre el estado mexicano de Jalisco y la ciudad de Konya en Turquía, con Andrea Rabasa Jofre, Daniela Silva Solórzano y música de Pier Martínez, el documental se crea como un rompecabezas del cual se desconoce su destino pero que deviene entre pinturas, recuerdos, testimonios, archivos fotográficos, audiovisuales y videollamadas que operan también como una forma de comunicación epistolar en la era digital. Luego de fallecer el padre de Gal, su madre huye sin previo aviso hacia Turquía para encontrarse con el amante secreto que escondía entre chats, likes y fotografías de Facebook. En cuestión de pocos días, dos circunstancias cuyas dimensiones el tiempo no permite procesar del todo lo dejan parado a Gal en una casa vacía en las que afloran, y a su vez se escurren, elementos que permiten reflexionar y trazar una historia posible y un presente de urgencia ante esta inesperada vuelta de tuerca existencial.
Rodeado de amigos e invitados, Gal lleva a cabo un ejercicio audiovisual de supervivencia que es a su vez un diario personal, bitácora del propio viaje, cámara testigo y un maravilloso film que avanza tomando nota del intercambio vivencial con su alejada madre. De allí surgen confesiones reveladoras, como la casi inexistente libertad que experimentaba ella en México bajo el ala matrimonial y el mandato de la maternidad, por la cual había abandonado su pasión por cantar. Gal decide que es el momento de transicionar de género, invitando mediante su cámara a un espacio de intimidad con el púbico, al cual le enseña documentos personales, vivencias y reflexiones sobre su identidad, desde la infancia hasta el presente, con los procesos implicados, los cambios identitarios pero también las permanencias, las transformaciones corporales y su cuaderno de dibujos, anotaciones y turnos médicos.
Eso convierte a Mi pecho está lleno de centellas en un diario dentro de un diario, un documental de identidades que fluyen, se pliegan y despegan sobre sí mismas. Luego de proyectarse en prestigiosos festivales, en diálogo con Página/12 su realizador reflexiona sobre los procesos que atravesó el film, sus propios procesos en él reflejados y las posibilidades de hacer cine en un mundo que cada vez se vuelve más estrecho y violento contra lo que no encaja en sus conservadores parámetros.
-El punto de partida del film es un doble abandono, tu padre que fallece, tu madre que huye. ¿Cómo influyó en tu historia personal este doble comienzo, esta doble pérdida?
-Define mi búsqueda de los siguientes años. Creo que en definitiva la idea de entender las pérdidas y el paso del tiempo se vuelve una constante en lo que he venido haciendo. Hay un sentido de transformación a partir de esto que es imperante y casi una brújula de caminos creativos. Puedo hablar acá de eso, de la búsqueda de formas de narrar, porque lo demás es un movimiento personal que se va trabajando de otras formas, pero sin duda en medio de la vida pasa el cine y al revés. Las cosas van cambiando y es ahí donde me ha interesado mirar.
-¿Qué conexiones encontrás entre tu transición de género y la situación familiar luego de la muerte de tu padre y la huida de tu madre?
-La vida opera desde lugares bastante brillantes y la fuerza creativa también. Siento que las transiciones son un acto de magia; uno decide ponerse en ciertos lugares para hacer posible lo que en la imaginación está sucediendo. Cualquier cambio en nuestra vida tiene lugares álgidos emocionales que nos piden reconstituirnos y nos obligan a encontrar posibilidades para hacerlo. La película atraviesa lugares fundamentales de movimiento, como la muerte o la búsqueda de sentido y libertad. Una de las cosas más bonitas de las transiciones, las que sean, es que no te dejan parado en el mismo lugar. Todos los personajes están cambiando de lugar y de forma. Movimientos tan potentes como los de una madre o un padre en la línea del tiempo de la vida de uno hacen que uno se replantee la existencia completa. La transición de género es también imaginar un lugar posible, una puerta a realizar nuevos hechizos y tener la posibilidad de teletransportarse, si pudiéramos ponerlo en estas palabras. Así que sí, creo que todos los personajes están atravesados por el deseo y el cambio y esto los hace dialogar entre sí.
-Al comienzo entrevistás a otras personas sobre el conflicto familiar. ¿Sentías que la respuesta estaba quizás fuera de tu entorno?
-En un taller creativo con el equipo llegamos a la conclusión de hacer un casting con los arquetipos familiares, tomando en cuenta las características de mi familia. Entrevistamos a hombres y mujeres que cumplieran con la descripción de los integrantes de mi familia nuclear, incluyéndome. Las mujeres son un dispositivo que nos dejaba construir una idea más general de la maternidad y de la feminidad. Todo esto empezó como un ejercicio para grabar una terapia de constelación familiar en el rodaje, pero después ya no funcionó para la película, así que quedó ese esbozo de casting que nos permitía jugar con la idea de esas figuras familiares. Por supuesto que la confrontación con las y los entrevistades siempre es dura, porque ambas partes están muy vulnerables. Pero siendo uno el que tiene la cámara de su lado, existe una responsabilidad de cuidar al otro que hay que tomarse en serio. Hacer el casting movió fibras en mí y en el equipo que nos ayudaron a hacernos más preguntas.
-Por el carácter, los temas y la intimidad, el proceso de rodaje debe haber sido muy emocional.
-La película se grabó en seis años, y una de las primeras etapas de creación fue dolosa, confusa y llena de acertijos emocionales que hicieron todo muy lleno de enredos y caminos sin mucho sentido. Me costó mucho entender la película y aprender a narrarla, porque al final me atravesaba desde lugares muy personales; mi distancia se volvió difícil y casi nociva para la propia pieza. Durante los años hubo un equipo creativo fuerte a mi lado, desde los productores, que han acompañado el proceso de inicio a fin, hasta el fotógrafo, la editora y nuestra compañera de escritura, que hicieron posible esa línea de persona-personaje. Pasó de todo: se nos mojó la cámara, amedrentaron a uno de los productores en uno de los rodajes, nos emborrachamos, tuvimos desencuentros, momentos lúcidos y días muy tiernos. La película siempre estuvo muy cobijada por la vida y por el cariño de quien la iba acompañando. Al final, con el equipo de montaje, logramos llegar a lugares más sólidos; sentarnos en la oficina para revisar lo que se había grabado y volver a idear posible material faltante se convertía en una tarea de mucha paciencia. Como meter las manos a una tina con mucha agua y con los ojos vendados e intentar comprender qué había debajo; figuras, emociones y texturas de todo tipo, fue un proceso muy físico. Con el equipo de montaje hablamos mucho, lloramos, nos enamoramos y nos rompieron el corazón, pero eso también le daba cierta vitalidad a la película en medio de la charla frente a los temas familiares.
-El film tiene un formato de diario personal además de epistolar. ¿Te inspiraste en algún otro documental, o director, directora?
-Hicimos mucho trabajo de búsqueda de formas dentro del documental y de referencias sobre voz en off. Estuvo presente Lola Arias, Ignacio Agüero, José Luis Torre Leiva, Mariana Otero, Joao Moreira Sales y Susana Barriga dentro del cine. Sin embargo, para mí fue muy importante en ese momento leer a Ocean Voung con su libro En la tierra somos fugazmente grandiosos y a Vivian Gornick con Apegos Feroces.
Diversidad y derechos
Mi pecho está lleno de centellas comienza con un anuncio en sus créditos: fue financiada, entre otras entidades, por el IMCINE (Instituto Mexicano de Cinematografía), lo cual, cuenta Gal, fue un aspecto importantísimo para su realización. El documental, que no busca llegar a Hollywood sino interpelar lo más profundo de las identidades y las estructuras familiares, no corre detrás del dinero sino de la posibilidad de cuestionar, modificar y repensar las subjetividades y los valores en este mundo que hemos heredado. En Argentina, con el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales totalmente desfinanciado y un permanente discurso violento por parte del gobierno hacia la cultura en general, parece que el modelo y el destino del cine no pretende ser otro que el de las producciones tanque que solo alcanzan las salas por su carácter de taquilleras, proyectadas entre baldes de pochoclos.
-En Argentina estamos en un momento de total desfinanciamiento hacia el cine y la cultura por parte del gobierno. ¿Podría haber sido posible esta película sin algún apoyo estatal?
-Los primeros años de la película estuvieron autofinanciados y apoyados por un fondo pequeño estatal de cultura: fue un reto de sustentabilidad económica. Fue muy importante el apoyo de IMCINE, significaba tener más tiempo para hacer la película y generar una ruta presupuestal para las necesidades del proyecto y del crew. También no ha sido el único recurso, y ha tocado ir generando estrategias para hacer que la peli salga adelante. Hay mucho esfuerzo humano y eso es importante destacarlo, eso también tiene un costo en la traducción financiera y yo creo que es el máximo del presupuesto total. Es muy triste lo que está pasando en Argentina, no puedo creer que se esté tirando a la mierda el trabajo de tantos años en diferentes frentes, es una pesadilla en vida lo que está sucediendo. Creo que la subvención estatal hacia la cultura es fundamental, es la forma en la que se logra avanzar con las investigaciones de la memoria, de las emociones y la historia de nuestras comunidades, no se puede quitar este recurso a algo tan importante. La cultura es la única forma de ser humanos menos siniestros.
-¿Cómo ves vos y cómo ves que se visualizan en México los avances de las extrema derechas fascistas y homo-lesbo-trans-odiantes como las de Estados Unidos, Argentina, Italia y el resto del mundo?
-Peligrosísimo, es abrumador cómo los discursos de odio se van implementando a niveles públicos de manera tan normalizada que da mucho miedo. Pero eso está en las calles también, y estos discursos no son solo de la extrema política sino que la población está en ese lugar también. Y eso es lo más peligroso, es lo que nos come vivos en el cotidiano. Se va a alimentando la derecha con el sector popular, ramificando a través de la violencia estatutos morales, eso es lo que es realmente apabullante, uno impone y el otro acciona violencia. Terrorífico.
-Los contextos políticos de México y de Argentina son totalmente opuestos en este momento. Allá asumió una presidenta con una agenda inclusiva, acá tenemos un gobierno que violenta con sus discursos y políticas a las personas no heterosexuales. ¿Cómo ves parado al cine y a la comunidad lgbtiq+ en estos contextos?
-Creo que las agendas terminan por ser agendas, y no es hasta que se reflejan los derechos frente a las leyes que entonces podemos hablar de inclusión y de procesos realmente igualitarios en combate a sociedades hegemónicas patriarcales. En México se avanza de a poco, los discursos políticos no siempre hacen cara a lo que está pasando en la calle. La violencia de género sigue siendo un tema fuerte a tratar y esto pide nuevas formas de políticas públicas para reconstruir tejidos dañados. Y no siempre existen las herramientas ni la apertura gubernamental para llevarse a cabo. Es muy temprano también aún para entender qué es lo que trama el nuevo gobierno. Sobre todo el cine independiente, a veces, logra ampliar diálogos frente a ideas ultraderechistas, pero no creo que sea la única forma de atacar la condena que existe frente a las sociedades que hemos decidido o han sido dislocadas de lo normativo. Es fundamental el diálogo en la calle, en el día a día. Y el cine y el arte no siempre pueden atender esto solos, se necesita mucho para decodificar ideas fundamentalistas que generan violencia sistémica. Creo que nos toca a todes encontrar nuevas formas de conocimiento para hacer frente a las batallas que se vienen, y eso tiene que ser en el cotidiano, donde podamos construir nuevas rutas que descapitalicen nuestras políticas y acciones comunitarias.
-¿Estás con nuevos proyectos?
-Estoy retomando una investigación que hice ya algunos años en una de las avenidas más importantes de Guadalajara, mi ciudad. La idea es mezclar la espiritualidad con la noche y el trabajo sexual a manera de ensayo, con un tratamiento mucho más parecido a la crónica y a la ficción del cine. También me interesa mucho construir un laboratorio constante de experimentación narrativa, así que por ahí comienza a gestarse ese espacio en la imaginación.
* Mi pecho está lleno de centellas se proyecta el martes 12 de noviembre a las 19 en el Cine Arte Cacodelphia, Av. Roque Sáenz Peña 1150.