Este domingo 10 de noviembre se conmemoran los 39 años de una de las tragedias más importantes de la historia de la provincia de Buenos Aires: la inundación de la Villa Turística Epecuén.

A casi 40 años, mientras el gobernador Axel Kicillof le reclama al Presidente de la Nación la reactivación de la Obra Pública las ruinas de la Villa Turística Epecuén, aparecen como un testimonio de aquello que el buen manejo de las aguas y la inversión correcta en la obra pública, podrían haber evitado.

Hoy convertida en uno de los misteriosos atractivos más visitados del sudoeste Provincial, Epecuén da la razón al gobernador cuando dice que "frenar la obra pública es un crimen social".  Epecuén es el testimonio de una pérdida irreparable. 

Palabras semejantes, a las del gobernador Axel, se leen en las crónicas relatadas en el libro “Cien días de la inundación de Epecuén, de Roberto Laspiur, que subtitula “Crónica de una criminal inacción”

El Lago Epecuén de Carhué, es un lago que para las comunidades originarias era un lago sagrado. Antes de su muerte, el Gran Cacique de las Pampas, Calfucurá, le sentenciaba a su hijo Manuel “No dejar Carhué al Huinca”, entendiendo que sería para “El Blanco” el paso a la Patagonia, pero además significaría la pérdida del lago que consideraba sagrado por sus aguas curativas. Sin saberlo Calfucurá, este lago tenía un gemelo lejano, El Mar Muerto de Israel y Palestina que contiene la misma salinidad y semejantes propiedades minerales.

En el año 1956, en un período de sequía, la provincia decidió abrir el canal Ameghino, desviando aguas hacia Epecuén , las aguas a su paso se utilizarían para el mejoramiento del riego de campos y para mantener la cota que los bañistas que visitaban cada verano la Villa Termal, requerían.

Cuando comenzó el período de lluvias, empezó el desmanejo, la inacción, y los paliativos provisorios que no solucionaban la cuestión neurálgica del ingreso indiscriminado de aguas a la cuenca endorreica, el Lago Epecuén.

Julio Fernandez Badie era director de Turismo y fue uno de los que más luchó para evitar la catástrofe. Decía en el diario “La Nueva Provincia” que los reclamos de los vecinos venían desde el año 1978, denunciando que en ese lapso se secuestró a algunos de los habitantes del lugar como "amenaza" para terminar con las manifestaciones públicas. 

Evidentemente la dictadura de Jorge Rafael Videla tampoco tenía la obra pública entre sus prioridades, ni la intención de escuchar los reclamos de una población en peligro de extinción.

Con el advenimiento de la democracia nada se hizo y las lluvias no cesaron. El 10 de noviembre de 1985 los habitantes de Epecuén amanecieron con la terrible noticia de que el terraplén de contención de la Villa Turística se había vencido.

El agua siguió ingresando, la Villa se perdió con sus 250 hoteles, centenares de residenciales y viviendas de las familias, que trabajaban cada verano en la atención a los turistas que ocupaban plenamente las plazas hoteleras hasta que ese trágico día, lo perdieron todo definitivamente

Carhué también corrió serios riesgos, evitando su inundación por la obra pública posterior que fue llegando paulatinamente. El alteo de la ruta 65, que contuvo el agua para que no penetre en la ciudad que se encuentra al pie del Lago. La cota máxima llego en 1993, y en 1994 el gobernador Eduardo Duhalde instaló bombas de origen Holandés, para rechazar el agua de la laguna Alsina, del sistema de las Encadenadas. 

Otras obras fueron necesarias, como el partidor del Arroyo Huáscar, y la gran obra gestionada por el comité de cuencas durante la gestión de María Eugenia Vidal con el Partidor del Piñeiro, en el distrito de coronel Suarez, transformando a Epecuén en una cuenca exorreica.

Actualmente, Kicillof está realizando una mega obra con la canalización del Rio Salado, que es muy importante terminar, para aliviar más de 200 mil hectáreas del centro provincial. Más tarde, y para que el partidor del Piñeiro, en tiempos de lluvias, no sature otras localidades, aguas abajo, necesitamos que se realice el dragado del Vallimanca.

Para todo el proceso es necesario que se renueve la obra pública en la provincia, no solo por las rutas, las escuelas, los hospitales, sino para el buen manejo de las aguas de la Provincia de Buenos Aires y el mantenimiento de las obras existentes.

A 39 años de la inundación, los turistas visitan Carhué, y se bañan en las aguas del Lago, en las termas, recorren las obras de Francisco Salamone y nunca dejan de visitar las Ruinas de la Primera Villa Termal de la Argentina. 

Las Ruinas de Epecuén está allí, como testimonio de lo que no debe volver a ocurrir.

(*) Agente de viajes receptiva. Guía local.