Las arañas del paraíso

A la hora del cortejo, todas las especies apuestan por engalanarse. Las diminutas arañas australianas Maratus no son la excepción. Si bien miden apenas entre tres y cinco milímetros, son conocidas como “arañas pavo real” debido a la extravagante paleta de colores que despliegan durante los rituales de cortejo y combate. La artista María Fernanda Cardoso, de origen colombiano radicada en Australia desde la década del noventa, quedó fascinada con las arañitas y su capacidad de tunearse hasta convertirse en bichos importantes a la hora de la guerra y el amor, dos rituales que sin dudas son definitivos para el mundo animal. Así Cardoso creó la serie Spiders of Paradise que se exhibe en el Museo de Arte Contemporáneo de Australia. Junto con el fotógrafo científico Geoff Thompson y el entomólogo del Museo de Queensland Andy Wang, Cardoso creó imágenes compuestas por patrones distintivos apelando a más de mil fotografías originales para dar cuenta de la diversidad de esta especie. “Son las arañas más expresivas, sexys y coquetas del planeta. El macho quiere llamar toda la atención de la hembra, como las aves del paraíso. Pero lo hacen a su modo. Así que sus movimientos, sus sonidos y sus colores transforman a estos arácnidos en auténticos artistas de la performance”, explicó Cardoso sobre la decisión de encarar esta investigación minuciosa. Ella viene trabajando desde hace años en la intersección entre arte, naturaleza y tecnología. Si bien se formó como arquitecta en Bogotá, en 1987 se mudó a Estados Unidos, donde obtuvo un master de escultura en Yale. Diez años después, se instaló en Sydney. Su práctica se centra en un concepto de cajas chinas. Es decir, crear mundos dentro de mundos. Así, sus esculturas e instalaciones a menudo incorporan materiales orgánicos y geometrías seductoras. “Sí, estas arañas han sido las musas perfectas”, reconoció con entendible entusiasmo.

Yo quiero mi pedazo

Hay quien dibuja penes en un cuaderno o en la puerta de un baño para dejar algún rastro anónimo aunque perdurable. El galés Terry Rosoman, por el contrario, adora estar en el ojo de la atención pública por ser el autor de un pene de 75 millas (es decir, casi 121 kilómetros) dibujado con GPS. A través de la app Strava, destinada a atletas, Rosoman fue dibujando el contorno de estos genitales masculinos gigantes en un viaje a pie desde Hay-on-Wye hasta Abergavenny, a través de una doble ruta. “No dormí, corrí toda la noche aún en zonas de oscuridad completa. Fue duro pero me alegro de haberlo hecho”, declaró este director de marketing de 38 años que hizo el viaje junto a su amigo Robin Hurst. El objetivo fue batir un récord en todo el sur de Gales para ayudar a la campaña de concientización Movember. Se trata de un evento anual que se realiza desde hace más de veinte años para crear conciencia sobre la salud mental de los hombres, la prevención del suicidio y el cáncer de próstata y testículo. Rosoman dijo que trazar esta imagen a gran escala sirvió para llamar la atención de su “grupo demográfico objetivo”. De hecho, afirmó que la mayoría de los hombres encuentran la forma “divertida” y por eso mismo, empática. Además, ya recaudó más de cuatro millones de libras destinadas a la causa. Sin embargo, aclaró que no hay nada de machirulez involucrada y aseguró que lo más lindo fue cruzar la línea de meta en la estación de tren de Abergavenny para encontrarse con sus hijas y su esposa.

Amor a Roma

“Es mejor una vida anárquica que una existencia basada en una sociedad organizada donde todo es perfecto”, decía Steiner, uno de los personajes de La dolce vita. Y ese hubiera sido un gran slogan para conformar a los turistas decepcionados que por estos días se reúnen en torno a la Fontana di Trevi en Roma. Sucede que la fuente está cerrada por mantenimiento. Entonces, quienes quieran arrojar sus monedas (dice la tradición que es necesario cumplir para volver a la ciudad) deben conformarse con una piletita recangular, sin adornos, que exhibe sin tapujos su acabado de madera contrachapada detrás de un vallado. “Creo que es un gesto muy dulce que la gente todavía pueda hacer eso", dijo Marianna Strekstadt, de visita desde Holanda el viernes. Otros viajeros, como Daniela Carbone, aseguraron que la piletita “es muy fea” pero no les quedó otra que arrojar las monedas ahí porque es lo que hay. Esta tradición genera aproximadamente un millón y medio de dólares al año, que han sido donados a la organización católica Caritas durante la última década. Además, para gestionar la abrumadora cantidad de turistas que visitan la fuente, los funcionarios de Roma están ideando un plan para bloquear el área alrededor de la fuente. Los visitantes deberán reservar previamente en línea y luego pagar una tarifa de dos euros para ingresar. Una vez adentro, tendrán 30 minutos para disfrutar de la fuente. Lejos van quedando las épocas anárquicas, los deseos diletantes.

El porvenir de una ilusión

Durante su primera visita a Buenos Aires, en 1984, el dramaturgo Tadeusz Kantor le comentó a su par argentino, Alberto Ure, por qué aparecía en escena junto a sus actores. “Para arruinar la ilusión”, le dijo sin eufemismos. De origen polaco, Kantor fue un artista sin bordes, que desde la pintura, la escenografía, el montaje o la dirección teatral, hizo estallar las convenciones para interesarse por todo lo que quedaba debajo de esos escombros. El residuo, lo marginal, lo negado: era ahí donde Kantor escarbaba para crear piezas experimentales que dieron forma a un teatro autónomo, que puso al mundo contemporáneo frente a un espejo deformado y ominoso. Su influencia en nuestro país fue tal que no es posible pensar en creadores como los de La Organización Negra o El Periférico de Objetos sin la huella de Kantor. Es que, visto de manera retrospectiva, se juntaron el hambre y las ganas de comer: las propuestas de Kantor no eran costosas en un país en crisis, alentaban el desenfado y la emergencia de la oscuridad en aquel período posdictatorial y proponían patear el tablero mientras crecía el derroche de la pizza con champagne. De hecho, si la primera vez llegó con el montaje Wielopole Wielopole (era el nombre de su pueblo natal, que a su vez sirvió de contexto para que el artista reviviera la memoria de sus familiares muertos y los situara en la escena), volvió en 1987 con ¡Qué revienten los artistas!. Las dos puestas, esenciales para el público local, fueron presentadas en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín. Por eso, al cumplirse cuarenta años de la llegada del dramaturgo a la Argentina, el San Martín, la Embajada de Polonia en Buenos Aires y la Cricoteka (Centro de Documentación del Arte de Tadeusz Kantor) organizaron las Jornadas Kantor, que hasta el 20 de este mes se proponen revisar la obra del artista a través de una serie de conferencias, muestras de fotografías y un documental (la programación se puede consultar en la web del Complejo Teatral Buenos Aires). También, una pequeña muestra de dibujos que Kantor hizo durante su paso por la vida porteña. Con tinta y lápices acuarelados, bocetó la zona de calle Corrientes y el obelisco, incluyendo la marquesina del San Martín y algunas escenas incidentales. Vista bajo la luz del tiempo, la obra de este polaco fallecido de manera repentina en 1990, no arruinó ilusión alguna, como él había dicho en broma y en serio. En todo caso, es la realidad de la época la que se ocupa de la innoble tarea de oscurecer el paisaje.