Un dedo toca un botón de una videocasettera. La televisión noventosa da un sonido y una imagen: mientras que una musiquita que nos da la bienvenida, como hacían antes los aparatos, vemos un VHS con un nombre en el centro: IDAC. Las siglas son del Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda, o como todavía le dicen algunos mayores, la Escuela de Cine, como se la conoció, desde su fundación en 1969, hasta 1983. Quizás sea la costumbre, difícil de corregir, o quizás es la pretensión de volverla universal, de hacerla más grande. Porque lo cierto es que a pesar de tener la fama de ser una escuela cinematográfica "de la periferia", el IDAC toma decisiones con un fin claro: el de sentirse parte de la historia. Una de ellas fue el spot de la videocasettera que compartieron esta semana en las redes sociales, donde después de la sigla puede leerse "Óxido de hierro: cortos históricos del IDAC", que anuncia un largo proceso de restauración y remasterización que vienen realizando desde 2022, recopilando, catalogando y preservando toda la producción audiovisual de cortometrajes de los estudiantes, desde su fundación hasta el presente. Con una pretensión poco museística, anuncian que pronto estarán disponibles en su canal de Youtube, para visionarlos de manera pública y gratuita. Una historia de afecto sobre el pasado, con los pies puestos en el presente y la mirada fija hacia el futuro.
"Esa cuestión de quedar afuera del centralismo siempre nos resultó rara, porque no nos consideramos una escuela de la periferia. Estamos a cinco kilómetros de Salta y Moreno, y del Pasaje Giuffra", dice tajante Mariano Castaño, coordinador general de la carrera de cine. Está jugando con las dos direcciones en CABA donde están adosadas las dos escuelas de cine más famosas del país: la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC) y la Universidad del Cine (FUC). Pero existen muchas más escuelas de cine desperdigadas por el país, aún lo suficientemente cerca para no ignorarlas, como defiende Mariano. Como no se trata de un problema de territorio, no se trata tampoco de un problema de alumnaje: todos los años ingresan al IDAC un total de 120 alumnos. Entre las carreras de cine y la de animación, cuentan con una matrícula de aproximadamente 480 estudiantes.
A diferencia de otras carrreras de cine, la del IDAC es una estructura municipal, lo que establece una relación especial con los archivos. "No un gran centro audiovisual como otras instituciones. Es muy difícil para una escuela mantener un archivo. Pensá que se producen arriba 40 trabajos prácticos integrales por año, y muchos más cuando se suman las filmaciones de los trabajos prácticos que se hacen en clase", calcula.
Como los estudiantes de medicina operan cadáveres o muñecos, los alumnos de cine deben probar filmando. Tarea tras tarea, crean imágenes y practican ver, montar, musicalizar. Todo ese acervo crea archivo, archivo que, como ha pasado con el devenir de gran parte (aunque no todo) del patrimonio fílmico de Argentina, no fue resguardado ni conservado, y hoy, mucho se encuentra perdido.
Cuando Mariano Castaño asumió la coordinación de la carrera de cine se propuso reconstruir el archivo de los estudiantes. Según sus propias palabras, se trata de uno de los archivos de cine más antiguos del país, junto con la de La Plata, la Escuela del Litoral y la ENERC. Fue así que en 2022 empezaron a tocar puertas de ex docentes, jubilados y ex alumnos, tanto ilustres como no ilustres, para preguntarles si poseían y podían acercar a la escuela sus archivos, en el formato que sea: "16mm, 8mm, zoomatic, VHS, Super VHS, Hi8, mini dv, de todo". Excepto 35mm, a lo largo de más de 50 años, la escuela trabajó con cada formato existente. Al haber un registro institucional, sabían exactamente qué buscar. Entre una de las cosas que se encontró, hay un cortometraje escondido del director José Celestino Campusano, ex alumno de la universidad y prolífico director de cine independiente.
Honesto y cuidadoso, Castaño explica que el término correcto para el trabajo que realizaron no es restauración, sino reescalada o remasterización. "No se hace un restaurado fotograma a fotograma, es más modesto. Lo pasamos a 2K o HD y le hacemos algunos retoques como virado de colores, de suciedades grandes, y se trabaja con inteligencia artificial", dice. Uno de los involucrados en el trabajo fue Ignacio Suárez Rubio, uno de los mejores artistas de VFX del país.
"Todavía nos falta clasificar cientos de archivos. La labor del archivo así como lo entendemos para nosotros es algo muy personal. En algún momento tenés que hacer un corte, dar a conocer y después seguir trabajando en lo que te falta. Si no, con la cantidad de cosas que hay, te pasas la vida solo catalogando", dice el responsable. Por eso, lo que estará disponible en su canal de Youtube será la primera temporada de estos archivos, que incluirá diez cortometrajes de los primeros años de la escuela. Por supuesto, no se descarta la posibilidad de pasarlos en una sala de cine. Algunos festivales ya fueron contactados, pero no obtuvieron respuesta.
"Para nosotros es una política central de apertura de la escuela a la comunidad. Los cortometrajes no tienen un mercado. Después de los dos años de su realización no los acepta ningún festival. ¿Qué se hace con ese material? Y la Escuela de Cine sólo puede generar cortometrajes. Cada muy tanto una escuela genera un largometraje, pero es una excepción. No es una regla, es por una estructura pedagógica y económica: la mejor forma de evaluar dentro de una línea de tiempo razonable el progreso de un estudiante es a través del cortometraje", dice.
Pero no se trata solo de museística, sino de un "archivo vivo", aclara el responsable. Desde 2022, el canal de Youtube de la escuela estrena dos cortometrajes de alumnos actuales por semana, todas las semanas del año lectivo. Además, tienen una sección de "Cartografías de la investigación documental", donde se hacen entrevistas a directores documentalistas, la especialidad de la casa. El archivo es sólo una más de las maneras de preservar su historia viva, y de darse a conocer. Quizás aún más urgente y valioso en este momento, donde la industria cinematográfica está en crisis. Un contexto donde no existe qué puerta tocar en el INCAA para llevarle este proyecto, donde el Festival de Mar del Plata sufre transformaciones identitarias y los subsidios se vuelven cada vez más restrictivos.
"Nuestra espectativa no es ni la fama ni la fortuna. Nuestra expectativa es hacer las cosas bien, aportar nuestro grano de arena a la idea de que la preservación del archivo audiovisual nacional es algo necesario, deseable y algo a lo cual la cinematografía le dió la espalda", sentencia Castaño. "Más allá de apoyar la idea de la creación de una Cinemateca Nacional, queremos armar la propia, y el día que exista la nacional, aportar algo organizado. No entregar cajas con latas y que se arreglen. Aportemos un orden, aportemos nuestra historia, que es importante, profusa, y requiere de un sitio de cuidado. Una escuela de cine como la nuestra tiene que hacerse cargo de su propia historia", dice.
El primer cortometraje que se hizo en la escuela es del año 73, y se titula "Jacinto Menchaca". Si bien aparece mencionado en los anales de la escuela, continúa perdido. Si alguien sabe dónde encontrarlo, avise. "Pero encontramos el segundo", no deja de aclarar, esperanzado, el coordinador de la escuela y ahora, del archivo. No adelantarán qué cortometrajes se verán, ni cuándo. Los nombres no importan, sólo el hecho de que alguna vez se gestaron en una casa de estudios grande, siempre y cuando el tamaño se mida no en cantidad de alumnos, o en referencias, sino a través del impacto en la vida de todos los que pasaron por ella. Y que hoy tiene las inscripciones abiertas, para que cualquiera pueda sumarse a generar no solo una mirada nueva, sino a formar parte de una comunidad que se piensa, se repiensa y actúa en consecuencia de su deseo de ser parte de la historia.