Rocío Vivas tiene 33 años y hace poco más de cinco se recibió de Profesora en Historia en la Universidad Nacional de Salta. El camino que ahora transita es hacia su tesis de Licenciatura, la cuál enfocó en el trabajo con la prostitución, sobre todo en la primera mitad del siglo XX. “Siempre me ha gustado la historia social y particularmente la historia de los Otros, aquellos que no entran en la norma. Es un tema que viene rondando mi cabeza hace mucho tiempo”, remarca la historiadora salteña.

Si bien la prostitución resulta un tema complejo de investigar, sea por el tabú que aún encierra o por el difícil acceso a las fuentes documentales, existen diversas maneras de abrir un camino lento pero constante, trabajando, por ejemplo, con archivos policiales.

“Uno de los recursos que más utilizamos es el Fondo Penal de la provincia donde encontré hasta ahora alrededor de 22 casos, y desde ahí comencé a trabajar en lo que es la legislación de la prostitución, todas cuestiones relacionadas con la ley 12.331. Dentro de las causas que se encuentran en el Fondo, están las infracciones de los artículos 15 y 17 que son los más relevantes de esa ley”.

Estos artículos prohibían taxativamente las casas o locales donde se ejerza la prostitución, así como preveían multas o encarcelamiento para quienes “sostengan, administren o regenteen” dichos espacios.

Es por esta razón también que escasean las fuentes de estudio para abordar el tema. “En Salta se trabajaba con prostíbulos a pesar de que la reglamentación nacional los prohíbe, entonces a medida que vas excavando en toda la documentación, uno se va dando cuenta de las estrategias que van a utilizar las mujeres que se dedican al trabajo sexual para esconder la actividad que realizan. Por ejemplo, disfrazando los prostíbulos como ‘amueblados’, que hoy serían los hoteles transitorios, hoteles de alojamiento”.

(Imagen: gentileza Rocío Vivas)

Si bien establecer un punto de inicio es complejo, la historiadora salteña marca que, “tomando las fuentes del Fondo Penal, comienzan a aparecer situaciones alrededor de 1950 y se extienden hasta 1968 aproximadamente. Pero hay otro tipo de documentación que encontré el año pasado en el Archivo de la Policía y es el registro de prostitutas, que es del interior de la provincia, aún no pude encontrar el registro de la capital. Ese registro tiene de inicio en el 1900, inclusive pude encontrar un carnet de prostituta de fines del 1800”.

La investigación sobre este tipo de temáticas, “deja ver una Salta que sigue siendo muy conservadora pero que transgrede a partir de ciertos espacios como éstos. El estudio de la prostitución muestra la doble cara de la moral en Salta, deja ver el otro lado de la ciudad, una moralidad cuestionable porque muestra esa doble cara. Mientras existe una policía de moralidad y buenas costumbres, también podemos ver los Dancing en donde se ofrecían grandes banquetes de los cuales participaban políticos, empresarios y miembros de la policía. Hay una doble ciudad dividida entre ‘el bajo’ y lo que vendría a ser la ciudad religiosa”.

(Imagen: gentileza Rocío Vivas)

El Bajo salteño

Uno de los espacios-barrio de la ciudad de Salta más asociados con este tipo de prácticas, es el denominado “Bajo”, un territorio justamente sobre los canales que dividen la ciudad hacia el sur. Sin embargo, el mote conlleva también  prejuicios y estigmatizaciones que surgieron alrededor del ordenamiento de los prostíbulos y Casas de Tolerancia en estas locaciones específicas.

Para 1889 aparece la primera reglamentación sobre el tema, una ordenanza muy cortita que habla justamente de donde se van a ubicar las Casas de Tolerancia, que son los prostíbulos tal como los conocemos hoy. Generalmente no había una diferenciación muy clara de los espacios, se podían establecer sobre la Avenida San Martín, incluso había otras cercanas a lo que vendría a ser el Ejército”, remarca la historiadora.

“Pero será en 1927 cuando la ciudad de Salta comience lentamente a crecer y se establece la ordenanza 140. Esta ordenanza es la que deja mucho más claro qué es lo que va a pasar y cómo se constituye lo que vendría a ser el ‘Bajo Chico’ y el ‘Bajo Grande’ de la ciudad. Ahí se establecen las Casas de Tolerancia clase A y clase B, respectivamente”.

La Rusa María (copa en alto) compartiendo brindis (Imagen: Nuestra Salta de Ayer)

La localización y diferenciación de estos espacios comienza a delimitar también lugares de clase, poder y posibilidades económicas. “El Bajo Grande es caracterizado justamente por el monopolio de mujeres como ‘La Rusa María’. En cambio, en el Bajo Chico, más cercano al barrio Ceferino, están las casas de clase B que además de pagar menos impuestos, están alejadas del casco céntrico y generalmente son casas de menor envergadura, donde se puede ver a las chicas en la calle bajo focos rojos, es un espacio donde solo se busca saciar el instinto sexual. En cambio, las casas de categoría A tienen bandas en vivo, bailarinas, cantantes, es una experiencia completa”.

Poder entre las sombras

“Otra cuestión muy interesante que se puede ver al estudiar la historia de la prostitución, es el entramado de poder alrededor del cuidado del varón, del cuidado del consumidor”, puntualiza la historiadora y agrega: “esto surge porque cuando analizamos las fuentes documentales, en la descripción de las mujeres, abundan datos de la cantidad de hijos, de quienes son hijas, con quienes están casadas; en cambio, se mantiene mucha reserva con respecto a quien es el consumidor”.

“Hemos trabajado con los ingresos al Hospital del Milagro y cuando se anota a las mujeres que ingresan por sífilis, que es algo muy común en la década del 50 y muy relacionado con la prostitución, las mujeres son señaladas con su padecimiento. En cambio, en el caso de los varones esto no se hace, no se retrata, solo se pone un elemento que permite identificar que ha sido trasladado por sífilis; a veces le ponen una cruz, un asterisco, pero nunca se habla del varón como portador de la enfermedad” .

La Rusa María en el centro (Imagen: gentileza Rocío Vivas)

Y justamente este ocultamiento o es uno de los valores más importantes que toman los hombres al ir en busca de estos servicios, “es algo que va pasando de boca a boca, de uno a otro que fue en busca de los servicios: del político al empresario, del empresario al policía. Y justamente es la reserva la que le da una gran trascendencia a ‘La Rusa’ María”.

La Rusa María

Al hablar de la prostitución en Salta, uno de los personajes emblemáticos que surgen es María Grynztein, conocida popularmente como la "La Rusa" María, persona a la que muchos conocieron, pero de la que pocos hablan en público. “Ella es una mujer polaca que le dicen rusa por la forma de hablar y por su fisonomía, su color de piel, pero que en realidad es polaca”, marca Rocío Vivas.

En el período entre guerras “resultaba una estrategia muy común para los cafishos en Argentina buscar mujeres polacas y traerlas a América, en teoría, a vivir el sueño americano. Después, una vez llegadas, van a pasar a formar parte de las redes de trata. Argentina, y Buenos Aires particularmente, constituyen una de las redes de trata más importantes que hay en América, y Salta va a ser un espacio de tránsito en lo que vendría a ser esta zona de tráfico de mujeres, porque la mayoría de las mujeres que provienen de Europa viajan hacia Buenos Aires y de Buenos Aires hacia Río de Janeiro. Salta sería una parada intermedia”.

En cuanto a la llegada de “La Rusa” a Salta, existen algunas hipótesis, “En teoría ella se casa en Polonia y la traen con la promesa de que le van a dar una máquina de coser, que ella iba a ser costurera, así llega a Buenos Aires. Otros van a decir que llega a Buenos Aires con su hermana, que se establece, tiene una pareja y La Rusa no se halla en Buenos Aires, por eso viaja a Mendoza. Allí trabaja justamente con una madame que le explica como sería esa vida, y luego de un tiempo, a fines de 1929, llega a Salta y se casa nuevamente. Establecen una pequeña fonda con su marido mientras ya trabajaba dentro de lo que sería el comercio sexual”.

La Rusa Maria (Imagen: Salta de ayer y hoy)

“Comienza con una casita muy chiquita, que era de su marido, y cuando él muere, lo que hace es establecerse con una compañera a la que le compra el salón siguiente a la casa donde vivía. Ahí organiza su primera Casa de Tolerancia con unas pocas mujeres. Después avanza mucho y en 1930 inaugura un negocio más grande que le va a llamar ‘El mendocino’. Luego crea 'El globo' y después comienza el esplendor de La Rusa, porque cuando crea el Armenonville, se diferencia del resto de las Casas de Tolerancia ofreciendo otra experiencia, ya no es una casa solamente para citas, sino que es una casa que ofrece todo lo que tiene que ver con el espectáculo”.

En esta idea de Salta como espacio de tránsito, sumado a la popularidad de “La Rusa”, “logra tener una variedad de mujeres que vienen de Buenos Aires, en su mayoría extranjeras, algo que se puede ver en los avisos del diario cuando ella presenta el Armenonville, porque señala: viene ‘la mexicana’, ‘la española’, ‘la italiana’, y las vende obviamente como cantantes y bailarinas”.

Allí existen diversas hipótesis de cómo llega ese flujo de mujeres a los espacios regenteados por “La Rusa”. Por un lado, la idea de vinculación con su hermana como nexo desde Buenos Aires, sin embargo, también existe otra gran hipótesis que podría ser sola o complementaria a la anterior: la conexión con la red de trata Tzwi Migdal.

(Imagen: gentileza Rocío Vivas)

Vivas comenta al respecto: “Es una organización que trabaja en Buenos Aires como casas que están relacionadas con los inmigrantes judíos, son supuestamente casas que tienen que ver con la ayuda del inmigrante y en realidad de esas casas se destapa una olla muy grande que tiene que ver con que los mismos judíos de la Tzwi Migdal eran los tratantes de blancas más importantes de América”. Estas pistas temporales, que coinciden con el despegue de los espacios de “La Rusa” y con el apogeo de la organización, plantean una fuerte línea de conexión.

La Tzwi Migdal llegó a contar con más de 400 proxenetas que controlaban 200 burdeles y a 4.000 mujeres, según números aproximados. La organización recibió una fuerte condena judicial en contra de sus líderes en 1930, gracias a la denuncia de Raquel Liberman, una de las tantas polacas sometidas. Sin embargo, algunos de sus brazos activos permanecieron hasta entrada la década del 30.

(Imagen: Caras y Caretas)

Cuando el 27 de septiembre de 1963, a los 67 años de edad, “La Rusa” María falleció, luego de una intervención quirúrgica, comenzó a sobrevolar la sensación de que aquella mujer volvía a convertirse rapidamente en la anónima María Grynztein.

Todos aquellos a los que “cubrió”, apañó, y a los que les resguardó sus secretos más íntimos ligados a un doble discurso moral, ya no estaban a su lado. Según comenta la historiadora de la Universidad Nacional de Salta, “es un abogado el que permite que se libere el cuerpo de ella, porque luego de la operación donde pierde la vida, no la asiste a nadie. Incluso cuando van a buscar  los recursos para hacer el velorio, no había dinero y tampoco logran entender de dónde o qué es lo que ha pasado con su dinero”.

Serán las mismas “chicas” que trabajaban con “La Rusa” las que juntarán plata para que se haga el sepelio, al cual no asisten hombres. “La quieren enterrar en el cementerio judío en Salta pero no lo permiten, y mediante el recurso de amparo es que la reciben en el Cementerio de la Santa Cruz”, resalta Rocío y agrega: “tengo una profesora que forma parte de la comunidad judía y me comentó que 'La Rusa' está enterrada en el cementerio israelita de Salta contra la pared, porque para la comunidad judía, aquellas personas que han sido criminales a lo largo de su vida, deben ser enterrados contra la pared”.

(Imagen: gentileza Rocío Vivas)

“Las mujeres de por sí han sido tratadas a lo largo de la historia con muy poco reconocimiento, incluso mujeres como es el caso de 'La Rusa', que como se señala en un diálogo al llegar Ricardo 'Reny' Solá como interventor para Salta, ella reclama, ‘miren como me tratan cuando yo he cuidado a más de tres generaciones de salteños', y esto lo dice por los estrictos cuidados de salud que daba a 'sus chicas' que a su vez cuidaban de alguna manera a la cantidad de hombres salteños consumidores". 

"Es impresionante", resalta Vivas, como "la invisibilización del género es la constante, ver cómo mujeres que a pesar de haber sido importantísimas socialmente, de cumplir un rol y tener una agencia social, siguen siendo escondidas, siguen siendo el Otro en esta sociedad. Por eso el objetivo con estas investigaciones, en particular el trabajo sobre la prostitución, es darle luz a estas mujeres, porque son actores activos que socialemente han cambiado fuertemente espacios, para bien o para mal, generando rupturas históricas".