El Ministerio de Salud de la provincia confirmó esta semana el primer caso de dengue autóctono en Santa Fe, para la temporada 2024-2025. Se trata un hombre de 59 años, del departamento Castellano, que se encuentra en buen estado de salud. Analía Chumpitaz, Directora de Promoción y Prevención de Ministerio de salud de Santa Fe, dialogó con Rosario/12 sobre las líneas de acción que puso en marcha el gobierno a través del Objetivo Dengue y adelantó que la provincia va en camino a un escenario endémico. “Vamos a tener brotes, como tienen todos los países, pero probablemente en algún momento no tengamos descanso entre un brote y otro”, evaluó. También sostuvo que para esta temporada la vacuna “resuelve solo una parte del problema” e insistió en la necesidad de descacharrizar: “La manera más efectiva de generar un impacto colectivo es el descacharrado”.

- Se detectó el primer caso autóctono de dengue. ¿Qué implicancias tiene esto?

- Es un hombre de 59 años del departamento Castellanos, sin antecedentes de viaje. Eso significa que es un caso autóctono. Es el primero que tenemos en esta temporada. No es algo que nos asombre, porque los esperábamos y nos preparamos para esto durante los meses de invierno. Está en buen estado de salud, internado en una clínica privada.

- ¿A qué síntomas hay que prestar atención?

- El cuadro clínico habitual implica fiebre, dolores musculares y articulares. También puede haber manchas en la piel que pican, diarrea o dolor atrás de los ojos. Ese cuadro general no reviste urgencia. Pero si aparecen vómitos, obnulación que no sé dónde estoy ubicado en tiempo y espacio, o algún tipo de sangrado, que puede ser grande o pequeño, son síntomas que encienden alarmas. Esos son signos de dengue grave e indican que tengo que consultar con urgencia.

- ¿Cómo está parada la provincia para hacer frente a un nuevo brote de dengue?

- Venimos trabajando en el programa Objetivo Dengue, que fue presentado a principios de agosto por el gobernador, con un presupuesto de 8 mil millones de pesos, algo inédito para lo que es prevención y promoción. Tiene que ver con pensar el dengue no solo como una enfermedad, sino como un problema de los modos de vida urbana. Por eso está en la órbita de la Secretaría de Cooperación, conformada por una mesa que integra a seis ministerios, donde salud es una pata más. Es una estrategia integral de abordaje de todas las aerovirosis, porque el Aedes aegypti puede transmitir otras enfermedades. También armamos una red entomológica con laboratorios en catorce localidades de la provincia, para trabajar sobre la circulación del mosquito.

- ¿En qué consisten esa red?

- La entomología es la ciencia que estudia los insectos y vectores. Lo que hicimos fue contactarnos con algunas localidades interesadas en la colocación de ovitrampas. Son unos dispositivos muy simples que funcionan como reservorios. Los mosquitos colocan ahí sus huevos y una vez por semana se retiran para poder observar si son huevos de Aedes aegypti o de otras especies. Lo que nos permitió este trabajo en red fue enterarnos de que ya teníamos circulación aedyca en la provincia, en tiempo real.

- ¿Cómo impacta nuestro modo de vida en un brote de dengue?

- Tiene que ver con muchos factores. El dengue es un problema de los modos de vida urbano y tiene que ver con los modos de producción que tenemos los seres humanos, que generamos el cambio climático y una tropicalización del clima. Hemos observado que, desde el 2009 a la fecha, hay un acortamiento muy importante de los períodos interepidémicos. Cada año, los tiempos entre un brote y otro son más cortos. Desde el 2009 hasta el 2016, que fue el siguiente, pasaron muchos años. Y desde entonces se fueron acortando los plazos: de 2020 a 2023 y de 2023 a 2024. Este año, directamente, tuvimos solo cuatro meses entre un brote y otro.

- ¿Ese acortamiento de plazos nos puede llevar a un escenario endémico en la provincia?

- Creo que vamos hacia ese escenario. Vamos a tener brotes, como tienen todos los países, pero probablemente en algún momento no tengamos descanso entre un brote y otro. Por eso es importante insistir en la concientización del descacharrado, que es una de las estrategias más efectiva de prevención.

- ¿Qué impacto tiene la vacunación en este contexto?

- Una estrategia siempre abarca todos los componentes y la vacunación es uno más. En este momento lo más importante es el descacharrado y en segundo lugar la utilización de repelentes. Nosotros estamos contentos por la compra de las 160 mil dosis que nos posicionan en un lugar diferencial a nivel país. Se seleccionó una población objetivo, en los departamentos con mayor incidencia acumulada y en algunos espacios vulnerables. Me parece que la vacunación es muy importante como propuesta, pero no es la solución a este problema. Creo que no hay que poner más expectativas de las que se deben al tema vacuna, porque con eso resolvemos solo una parte del problema del dengue.

- ¿Puede pasar que alguien vacunado no consiga segunda dosis?

- La población objetivo tiene garantizada las dos dosis. Pero hay que aclarar que esta no es una vacuna que tiene una dosis y la segunda es refuerzo, sino que las dos son partes constitutivas de la vacuna. Vemos que hay una gran ansiedad de personas que se colocaron la vacuna hace dos o tres meses, porque llegaron a compararlas en las farmacias, y ahora no consiguen la segunda dosis. A ellos les decimos que no se preocupen, porque tienen hasta un año para colocársela. Además, solo la primera dosis ya tiene una cobertura muy alta, de hasta el 80%.

- ¿No se va a ampliar el esquema de vacunación?

- Hoy la cobertura de la vacuna no tiene impacto epidemiológico. Estamos hablando de 160 mil vacunas que otorga la provincia, más lo que pudieron vacunarse de forma privada, contra más de tres millones de habitantes que tiene la provincia. Es muy bajo el impacto. Con lo cual, lo que ofrece la vacuna hoy es un impacto individual para esa persona que se vacuna, pero no un impacto en términos colectivos. La manera más efectiva de generar un impacto colectivo es el descacharrado y trabajar muy fuerte en la utilización de otros elementos como el repelente o la compra de telas mosquiteras. Todo eso es importante porque aumentamos la posibilidad de que no nos pique un mosquito infectado.

- ¿Cómo viene trabajando el LIF en la producción de repelentes?

- Esta temporada vamos a fabricar casi 500 mil repelentes. La temporada pasada hubo faltante y no se habían comprado las etiquetas, que son importadas. Eso demuestra falta de previsión total, porque el ANMAT te obliga a que tengas una etiqueta específica que no se borran con el agua. A eso se le suma que Nación no envió los insecticidas ni maquinarias que habitualmente se usan. Con estos 8 mil millones de pesos que se destinaron al programa se van a hacer un montón de estas cosas. Una de ellas es el aumento en las horas de los trabajadores que van a fabricar el repelente, que ya están trabajando en incrementar esa capacidad productiva.

- ¿Qué panorama observa para Rosario?

 

- Casos vamos a tener, eso es seguro. Se están haciendo las actividades de control focal y descacharrado. Creo que, en esta oportunidad, la sequía que se anuncia quizás nos pueda favorecer en ese sentido, porque es un vector que necesita de agua para su reproducción y si no hay agua no hay mosquito. Pero también en la ciudad se acostumbra mucho la acumulación de agua, sea para lavar la ropa, para las plantas, para consumo u otros motivos. Por eso es importante que, si lo hacemos, utilicemos recipientes que estén tapados, o cubiertos con tela mosquitera. Entonces el agua pasa, se llenan los recipientes, pero no ingresa el mosquito a depositar sus huevos. Creo que es fundamental el abordaje cultural y en las escuelas ya lo estamos trabajando, enseñando en distintos grados lo que significa la descacharrización. Es algo muy simple que impregna en los chicos y después se replica en la casa.