En Cosa Negra, Andrés Asevís nos introduce en la realidad de una Cuba que las postales nunca mostrarían. Es La Habana siglo XXI, de las aplicaciones de citas y del policonsumo de cuerpos y el turismo sexual, con una economía informal y el racismo predominante. 

En el centro de todo está Eliel, un joven negro y gay que conocemos a través de la narración en segunda persona, inmerso en una cultura asfixiante que lo observa como un “pene andante”. Andrés Asevís logra que el lector se convierta en cómplice de esa mirada con una prosa que, sin ornamentos, incomoda y a la vez produce deseo.

Eliel navega su vida en un juego irónico y trágico, entre el deseo y el prejuicio, inmerso en un mundo donde los turistas lo buscan, y él también se busca a sí mismo en esos encuentros fugaces. ¿Es posible encontrar el amor en una aplicación donde el que te desea busca explotar un prejuicio pornoerótico? 

Asevís describe de modo crudo ese deseo instrumental y superficial con el que los cuerpos racializados son vistos y usados. “No buscan un hombre, buscan un negro”, remarca el autor sobre la mercantilización que experimenta Eliel en cada interacción, en esas citas que lejos de liberarlo, lo atrapan.

Así queda atrapado en una dictadura moderna: la del deseo, los prejuicios, y la ineludible mirada de los demás y la propia que se vuelve la misma por momentos. Entre esas relaciones intensas, el vínculo con Jordi—un twink que le vuela la cabeza—parece ir más allá de lo efímero. Jordi no solo es amante sino espejo; su llegada desafía en Eliel la posibilidad de redescubrirse y desatarse.

Esta novela corta (230 páginas) se publica en Argentina bajo la editorial De Parado y es la segunda publicación de Andrés Asevís. La primera fue un libro infantil titulado "Los árboles que querían volar" que fue censurado. Las copias de ese libro que estaban en Cuba fueron requisadas. 

Cosa Negra es profunda: la obra desafía desde adentro al racismo endémico de la isla, donde según el censo de 2012, los negros representan solo el 9.3% de la población frente a un 64.1% blanca, aunque muchos supongan que "Cuba es negra". Con una narrativa directa y sin ornamentos innecesarios, Asevís también explora la religión cubana—ese sincretismo entre creencias africanas y el catolicismo que, pese a un pasado homófobo, se ha vuelto más accesible y cercana para jóvenes como Eliel— y cómo las supersticiones coquetean con los prejuicios.

Eliel encuentra en una nueva amistad también una complicidad que es una resistencia en una sociedad que los define, pero en la que intentan definir sus propias identidades. La amistad emerge como una fuerza que demuele prejuicios y abre espacio para un sentido de pertenencia que va más allá de las restricciones que se imponen en el juego del deseo y las relaciones de poder. A través de estas relaciones, Cosa Negra también aborda cómo la militancia y la política atraviesan los afectos y entrelazan lo íntimo y lo colectivo: también es político no querer involucrarse, ni opinar, ni pensar en cosas que, desde el vamos, no deberían existir.

Y el pornoerotismo, en el caso de Eliel, tiene un rol central. En él, Asevís explora la corporalidad de su personaje en relación con la mirada de los otros, mientras que el lector se encuentra de cara a las tensiones entre el prejuicio y el deseo, la identidad y la perfo. Esta tensión queda patente en la despedida irónica de los agradecimientos del libro, cuando Asevís menciona a Babi, “la cartomántica que me dijo: ‘No te enredes con negros’ y sin querer me dio la idea para esta novela”, revelando la raíz de la historia como un espejo y a la vez parodia de la vida real.

Todo el libro está escrito en segunda persona, es decir, coloca al lector en la posición del protagonista, Eliel, un joven negro de Cuba lleno de contradicciones y complejidades. Podemos escuchar sus lujurias e insultos como si fuéramos quienes los pensamos, en una experiencia de inmersión en es mundo gay casi dictatorial 2.0 —el racismo, el trabajo, la demanda sexual, el placer sin satisfacción, el amor y las frustraciones de las cuales no hay salida y piden al protagonista una impostura constante—. El libro coquetea con el pornoerotismo con una sutileza mayor, potenciada por esa narración en segunda persona que simula un Elije Tu Propia Aventura versión adonis negro.

Asevís muestra elocuentemente las complejidades de una Cuba actual y las tensiones que los avances en derechos humanos generan en una población cautiva de sus propios prejuicios e incertidumbres. Cosa Negra es una novela que desafía a quien la lea a sumergirse en una Cuba que no se dibuja con suavidad, sino con el trazo brusco y realista que Asevís le da a sus personajes y sus encuentros.