“La diferencia entre la harina 000 y la 0000 es la elasticidad”, explica el chef Germán Sack en la cocina del bachillerato popular Mocha Celis. El desafío del día es hacer pan dulce y envoltini en el transcurso de cuatro horas, por eso no hay tiempo que perder y alrededor de la mesa de aluminio ponen manos a la masa.
“Si vamos a hacer una mezcla que precise estirarse y ser liviana, siempre nos conviene la 0000, en cambio, si vamos a hacer un pan y queremos que tenga más consistencia, mejor la 000”, dice el chef y algunas alumnas toman nota, mientras que otras prefieren filmar el paso a paso para repetirlo en sus casas.
Las cantidades tienen que ser exactas y la clave para una buena preparación es amasar con swing, “sentir lo que piden los ingredientes” y dejarlos descansar para que no se fatiguen. Eso aplica Toni, uno de los alumnos, que tiene 22 años y un ritmo envidiable: logra que pronto su masa luzca tersa y recupere su forma tras hundirle un dedo. Jaquelín, otra de las alumnas, se tienta con los chistes que rondan todo el tiempo en la sala, pero se concentra rápido y vuelve a las indicaciones. “Darle al bollo para un costado, después para el otro, es mejor para que no se acalambren los dedos”, anota Romina.
Este curso de cocina se inauguró a principios de septiembre y funciona en el marco de Like a Chef, un programa en acuerdo con Electrolux Food Foundation. Desde entonces, ya se formaron cuatro grupos de 15 personas y planean otras dos camadas para antes de que termine el año. Los insumos para las recetas surgen de otro convenio, junto a Carrefour, y los productos que elaboran en las clases se reparten entre quienes asisten, así que siempre hay final feliz.
El curso asegura ser sustentable, ¿qué significa esto? Tener conciencia de que cada alimento puede ser utilizado al máximo y tirar lo menos posible. En el caso inevitable de descartar alimentos o envases, se los suma a un esquema de compostaje, separación de residuos y reciclado: el objetivo es que en todas las áreas del edificio se genere la menor cantidad de basura. Junto al chef Sack, el grupo de docentes se completa con Gabriela Barrionuevo, Marcela Raiz y Laura Lovelli, que dan tres turnos diarios para aumentar las posibilidades de asistencia, tanto para estudiantes como para público general.
La cocina siempre fue muy importante en la Mocha. Desde su inauguración en 2011 en el antiguo edificio de Chacarita que las ollas populares son un punto de encuentro, pero el año pasado se confirmó una teoría que para muchxs no fue novedad: con hambre no se puede pensar.
La materia Metodología de la Investigación y Desarrollo Comunitario es coordinada por Virginia Silveira, egresada en la primera camada del bachi en 2014 y hoy presidenta de la Asociación Civil. En su cursada trabajaron un sondeo con estudiantes, y llegaron al dato de que la mayoría no podía sostener la escolaridad porque no comía más de un plato de comida al día. Con esa alarma, generaron varias ollas populares donde lxs propixs estudiantes de tercer año dieron de comer a sus pares, y ya está presentado un proyecto para un futuro comedor, que con la flamante cocina es muy probable que se concrete.
La idea de tener una Asociación Civil nació en pleno aislamiento obligatorio durante la pandemia, ya que como el alumnado no podía salir de sus casas (y en muchos casos sus fuentes de ingresos se generaban día a día) hubo que parar la olla y organizarse para repartir comida. Así comenzó el “Teje Solidario”, y desde ese momento de emergencia a hoy el programa fue creciendo hasta convertirse en un pulpo de inclusión, donde se articulan más de once proyectos para promover espacios en el mundo laboral.
Hoy es jueves por la mañana y el movimiento no para, todas las puertas de los salones están abiertas así que se puede pasar y espiar clases de word y excel, maquillaje y joyería. “Hay cursos para todos los gustos y necesidades”, cuenta Flor Escolaro, coordinadora de Formación Profesional. Entre otros, el plan de Formación incluye cursos de inglés (en convenio con CUI), extraccionista, cuidadoras de adultos mayores, maquillaje, teatro y peluquería. “Lo que pensamos desde la Asociación Civil es hacer abordajes integrales, acompañar a la comunidad a que pueda diseñar sus propios trayectorias vitales”, dice Francisco Quiñones Cuartas -director de la Mocha-, que tiene en claro que un título secundario no es garantía de acceso al trabajo, y mucho menos para la población TTNB.
Otras de las propuestas que sumó la Asociación en el último tiempo fueron el área de Salud, la Biblioteca Lohana Berkins, los voluntariados corporativos, el programa textil -donde producen en formato cooperativa desde remeras estampadas hasta tazas y pines- y múltiples articulaciones con universidades (por ejemplo, estudiantes de la Universidad Nacional de Avellaneda aplican prótesis dentales gratuitas).
¿Te interesa participar de las ofertas que tiene la Mocha? ¿Tenés algunx amigo, amiga, conocidx a quien le pueda servir? Podés encontrar más info entrando a la web, mensajeando por WhatsApp al área de Formación Profesional 11-5656-0119 o siguiendo el Instagram @mochacelis.
Para agendar. El próximo 16 de noviembre se hará una nueva edición de la Mocha Fest y lxs estudiantes van a mostrar las habilidades que aprenden en los cursos, habrá feria y ¡corte de calle y pasarela! Esta fecha estará dedicada a la querida Zoe López, presidenta del Gondolín, que el año pasado cuando se la estaba esperando para participar del Mocha Fest fue asesinada por su pareja. Con amor, fiesta y memoria hay planeadas varias actividades para recordarla.