Los creativos de las publicidades en videos online saben que todo se tiene que resolver en tres segundos. Leer esta frase puede tomar ese tiempo. Después de ese lapso, la persona que no se mostró interesada en lo que veía, comenzará a buscar la opción para eliminar el aviso. Ese instante marcará el éxito o el fracaso de la campaña. No es nuevo, claro. Desde hace años el vértigo de las redes sociales modificó todas las conductas. Y los tiempos se aceleran entre los millennials, término demasiado usado en esta época. Algunos estarán conformes con esas modificaciones y a otros le resultarán aberrantes.
Pero algo es seguro: es inevitable. Ni nosotros pensamos como nuestros abuelos ni las próximas generaciones pensarán como nosotros. Algunos hábitos perduran, puede ser. Pero el desarrollo es permanente. Lo que este tipo de comportamientos plantea es la necesidad de un cambio en la forma de hacer negocios y el deporte lo tomó muy en cuenta. Crear un nuevo deporte, una forma abreviada y de rápido consumo. Como si todo el desarrollo de un partido pudiera resolverse en 280 caracteres.
Los prolongados descansos que entre punto y punto se toman jugadores como Rafael Nadal o Novak Djokovic, sólo por mencionar a algunos, fueron motivo de preocupación para la ATP. La duración de los partidos comenzó a aumentar. La toalla para la transpiración, el detalle cuidadoso al secarse, la búsqueda minuciosa en la elección de las pelotitas, los tics tocándose la cara o la cábala de los botes antes de sacar…
La gente se aburre, los ratings bajan. Se les limitó el tiempo para los saques, pero sigue sin ser suficiente. Los especialistas se movieron e idearon una prueba piloto en Milán, Italia, con el certamen Masters para jóvenes menores de 21 años. Se lo llamó Next Generation y lo ganó el coreano Hyeon Chung. Partidos a cinco sets, pero de cuatro games. En el 40 iguales, se acabaron las ventajas: el primer punto gana el game. Las pelotas que pican fuera, pero cerca de las líneas, se resolverán de inmediato con la tecnología. Es instantáneo. Se acabaron los jueces de línea y las discusiones. Ya no hay ojo de halcón. O sí, pero se ejecuta de manera automática y en tiempo real, sin repeticiones y pérdidas de tiempo innecesarias. La cuenta regresiva de 25 segundos para sacar entre punto y punto comienza apenas terminó el anterior. Si la pelota toca la red en el saque, pero ingresa en el cuadro, no hay repetición: continuidad.
El resultado de este juego que parece tan distinto al otro fue bastante bueno. Incluso los partidos que llegaron a cinco sets se resolvieron en menos de dos horas. El ritmo mejoró, la intensidad y precisión del juego no variaron. Adaptación. ¿Cuánto tardará la ATP en trasladar estas medidas al circuito? Seguramente no se harán todas juntas, pero se irá dando poco a poco. Saben que es necesario.
“Lo importante para el deporte es que interese a las nuevas generaciones para que haya nuevos atletas que engrosen la base de la pirámide. Eso atañe a las reglas de juego, al formato y a la presentación: la música y la iluminación”, apunta Christophe Dubi, director ejecutivo de los Juegos Olímpicos en el COI.
Captar la atención de los más jóvenes, que requieren de respuestas más rápidas y concisas, se volvió un tema para la mayoría de las actividades. Tal vez no, todavía, para el fútbol, que goza de buena salud en cuanto a términos de mediciones y popularidad se refiere. Aunque hace poco, en una entrevista con Enganche, Pablo Aimar advirtió: “Somos la última generación que ve partidos enteros”.
También puede haber excepciones en los deportes estadounidenses (fútbol americano, béisbol y básquet). La idea de la pausa para comer y la atracción publicitaria de la tele aún funciona. Aunque en la NBA ya se decidieron a recortar los tiempos muertos y su duración. Hay partidos que duran entre 2h40m y tres horas. Necesitan que eso no pase para garantizar la fidelidad del telespectador.
Sobre todo porque el avance de las grandes bases de datos en línea, como Netflix, plantea una oferta variada y mucho más rica al instante. Si esa es la competencia, nadie puede quedarse en el formato antiguo. No tiene sentido detenerse en el tiempo.
El básquet logró incluir en los Juegos Olímpicos su modalidad 3x3. Permite armar equipos mixtos (otra necesidad en busca de la igualdad entre géneros) pero, por sobre todas las cosas, tiene un ritmo trepidante. Esta adaptación del streetball norteamericano utiliza menos de media cancha: un rectángulo de 15 de ancho por 11 de largo. Los partidos duran 10 minutos o se terminan antes si un equipo llegó a los 21 puntos. Los tiros que en el juego convencional valen 2, aquí otorgan 1 punto, y los triples, dos.
Cada equipo tiene apenas 12 segundos de posesión y si los defensores toman el rebote tras un tiro fallado, tienen que salir fuera del arco para resetear la acción ofensiva. El desarrollo es frenético. Hay luces al estilo disco y un DJ que pasa música permanentemente. Si uno está muy acostumbrado al juego convencional, esta versión puede lucir, en principio, desordenada y con poca estrategia de conjunto. Pero cuando se entiende la mecánica, la adrenalina que genera cada ofensiva y se logra establecer la misma sintonía, el show se vuelve atrapante. Hay que ser más veloz, más inteligente y tener mayor temple para resolver situaciones angustiantes contrarreloj. La velocidad se vincula mayormente con el concepto de pensar menos. Pues este método obliga a pensar más rápido y mejor.
La Argentina tiene buenas actuaciones en el rubro. Un equipo liderado por Gabriel Deck fue campeón del mundo en Jakarta 2013 y dos años más tarde, en Debrecen, Hungría, se obtuvo el subcampeonato. Ya existe un circuito mundial de torneos, con ocho certámenes especiales (al estilo Masters Series del tenis) y se disputan mundiales de Sub 18 y mayores. En nuestro país, además de existir un circuito, hay torneos nacionales de equipos y de provincias, en todas las categorías de hombres y mujeres.
El primero en lograr la inclusión en los Juegos Olímpicos fue el beach volley, en Atlanta 1996. El rugby también encontró una alternativa con el Seven (Río 2016). Porque otro gran problema que tiene el Comité Olímpico Internacional desde hace mucho tiempo es el gigantismo. La versión con 15 jugadores era inviable. Lo equipos deberían haber sido de 30 jugadores, con otras 20 personas para acompañar los planteles. Con un mínimo de diez países participantes, entre mujeres y hombres, se hubiera generado la necesidad de alojar y trasladar al menos 1000 personas. Y eso sin contar oficiales, referís, etc. Y demandaría más de un mes de juego. Imposible.
El handball también creó su versión reducida de playa. Se encuentra en formato experimental, pero seguramente hará el intento por tener un lugar en la disputa de las medallas. En la renovación, también aparecen actividades poco comunes para la Argentina, vinculadas con los X Games. La mayoría de ellos son deportes de apreciación, como el BMX free style o el surf. También se incluyó la escalada.
¿Qué tienen en común estas actividades de los X Games? Varias cosas: duración breve, enorme aceptación entre los más jóvenes, para practicarlos hace falta comprar una gran cantidad de indumentaria y accesorios, y tiene muchísimos sponsors dispuestos a invertir dinero en el COI. Además, el dueño de los derechos de TV, organizador y principal sostén de todas estas disciplinas es ESPN, la empresa de Disney que en 2014 incursionó con mucha fuerza en la compra de derechos de los Juegos Olímpicos. Negocios, no hace falta saber más. Los que entienden que algunas actividades pueden sonar poco reglamentadas, difundidas o menos competitivas, no dudaron en calificar todo esto como una decisión ridícula. No hay que olvidar que en los orígenes, los Juegos Olímpicos (entre 1900 y 1920) entregaron medallas por las cinchadas (tug of war), que no es otra cosa que dos equipos con ocho muchachos musculosos jalando de una misma cuerda con el objetivo de hacer que los adversarios caigan de bruces.
También quedaron en lista de espera, y muy cerca de ingresar, las cheerleaders. Sí, el COI considera que esas coreografías que comenzaron como un entretenimiento en los ratos libres de las disciplinas más populares en los Estados Unidos son un deporte y planea incorporarlas a su programa en algún momento. Los que sientan rechazo y no puedan aceptarlas, se toparán con un argumento bastante sólido: la actividad ya existe desde hace años y entrega medallas olímpicas… pero dentro de la pileta. El nado sincronizado tiene el mismo estilo y busca los mismos objetivos que el que imponen las porristas.
Lo que sigue es que algún día los juegos de Play Station o Xbox también serán parte de esta fiesta, aunque los “atletas” no muevan más que los músculos de los dedos, sentados en un sillón. En esta dirección, con el tiempo, tal vez hasta sea necesario cambiar la definición de la palabra misma: deporte.
Mientras tanto, en Tokio 2020 veremos el primer avance de los Juegos del futuro. Todavía podrán verse los viejos deportes, los convencionales que aún existen. También puede uno intentar adaptarse a los nuevos formatos. O abandonar ese show, buscar una conexión de Internet para ver alguna buena serie, el formato que le da pelea al cine con sus versiones de alto impacto en 40 minutos y que termina captando mayor atención. De una u otra manera, la modernidad nos atrapará. Todos los caminos conducen a lo mismo.