Javier Milei dice ser auténtico. Y si bien sus recetas económicas distan de ser nuevas -basta con revisar la tablita de Martínez de Hoz con la bicicleta financiera de Caputo- sí es verdad que hay ciertos episodios que no registran parangón con otros mandatarios. El último ejemplo ocurrió en la tarde del martes, cuando con una sonrisa de oreja a oreja disfrutó el regalo que le hizo la empresa Shell, en agradecimiento por la liberación de precios de combustible: la petrolera le regaló una serie de autitos a escala -de la nueva promoción- en una caja conmemorativa exclusiva para el jefe de Estado.
"Ahora somos un país libre", le dijo uno de los enviados de Shell mientras abría Milei se dedicaba a abrir la caja de regalo. "Aviso que este me vuelve loco", dijo el presidente, señalando una Ferrari a escala. "Como soy adulto, éste (el autito de la escudería italiana) tiene otra connotación", agregó.
Lo más extraño es que antes de tener la regresión a su infancia, el Presidente dejó trascender su batalla (perdida) contra la alopecía. Ocurrió en el evento de Meta, en el que insistió en que su gobierno es "el mejor de la historia". Ni bien se apagaron las luces y cuando creía que el micrófono estaba apagado, justificó esa puesta en escena -que se repite cada vez que habla en público- porque "se le nota la kipá de carne".