No hace falta acomodar ningún pasaje de la historia, porque la realidad arrasa cualquier pizca de ficción. No hace falta atizar el fuego del relato porque las palabras, sus palabras, son grandes chispas que todavía arden en un colosal Infierno. Luz Vázquez es la protagonista de una tragedia griega que se escribió en el siglo XXI. Una deportista que perdió toda la gloria y que ahora lucha para encontrar luz después de un dóping. Su deseo de volver parece aquel mismo que tenía Ulises para reencontrarse con su amada Penélope. Las ganas están, pero el camino parece interminable. Vázquez había ganado la medalla de bronce en lucha en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, pero le quitaron los pergaminos porque le encontraron en su sangre GW501516, un anabólico altamente cancerígeno, sustancia prohibida por la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por sus siglas en inglés).  Desde entonces, se quedó vacía, desamparada, viviendo en una Buenos Aires subterránea, peleando con sus silencios, subsistiendo estos cuatro años de sanción, sin beca del Enard y sin obra social, pero con muchas ganas de, algún día, volver. Volver para ser mejor.

A dos años de su sanción, Luz Vázquez corta el silencio con una voz nerviosa, ansiosa, que elige alguna que otra sonrisa cómplice,  que la ayude a contar lo que siente. Una sonrisa que, tal vez, busca suavizar la crudeza de lo que pasó. O que, tal vez, también busca establecer un lazo cercano con el periodismo, que tanto la aguijoneó en el momento crucial. “Yo no me drogué para ser mejor. Tomé un diurético mucho antes del episodio para mantener el peso porque venía con una lesión en un hombro y tenía miedo de no dar la categoría. Esa es mi versión y mi verdad. Pero la dirigencia no me creyó por el tema de las fechas, pensaban que había tomado algo para ganar la medalla. El tema es que los laboratorios de Canadá son tan buenos que encuentran sustancias que pudiste haber tomado con muchísima anterioridad. Es gente que está en el deporte, especialista en doping, ¿eso no lo sabía? Pero bueno, ya está, ya pasó....”

-Dijeron que esa droga sólo se conseguía en países nórdicos...

-Esa droga no me la dio ningún médico, ni nadie. Me la compré yo para mantener el peso. Tomé eso porque me rodeé de gente equivocada. Tenía miedo de engordar porque no podía entrenar a fondo por mi lesión. Y tenía que dar los 67 kilos. Después de que saltó el doping, me preguntaban de dónde la había sacado. Fue una especie de apriete lo que me hicieron. Pero bueno, las cosas pasan por algo. Ojalá pudiera volver el tiempo atrás para evitar lo que me pasó. Lo que me pasó fue por falta de conocimiento y de asesoramiento. Pero ya está.

-¿Cuál fue el peor momento que te tocó vivir en estos dos años?

-El momento en el que me entero del doping fue muy feo. Tener que devolver la medalla. Algo horrible. Me sacaron la beca del Enard de seis mil, siete mil pesos. Tuve que pedir por favor a la Secretaria de Deporte que me dejara la prepaga unos meses más para operarme porque yo me había roto una cadera y un codo luchando para mi país. Me operé y en febrero me la quitaron. Me las tuve que arreglar. Me preguntaba: “¿Y ahora, qué hago?”, “¿Por qué lo hago?” Tenía lagunas mentales. Fueron momentos de altibajos.

-A pesar de que la lucha es un deporte amateur, tu doping tuvo rebote por el contexto de haber ocurrido en un Panamericano...

-A la sociedad en general, y a la argentina en especial, le gusta apuntar con el dedo, opinar de lo que no se sabe, todos juzgamos, y nos sentimos con esa potestad o libertad de hacerlo. La gente es despiadada. Por eso, al que dirán lo tenés que tomar con pinzas, hacerte de un carácter de hule, que todo te resbale un poco, porque sino estás complicada. Yo, por suerte, tuve muy buena contención, de mi novia, de mi familia, y de mi psicólogo.

-Y la dirigencia del deporte, ¿qué papel jugó en tu caso?

-La dirigencia deportiva de la lucha y del mundo de las pesas es poco ética, no les importa el bienestar del deportista. Es gente antigua (Sic). No sé porqué llevan esos cargos. En mi caso, me mandaron al frente; les enviaron el parte a los medios con la sustancia que había saltado el doping. Nunca me cuidaron, salvo Diego Gusmán, que fue el jefe de la delegación panamericana del COA. Ahora recompusimos lazos con las autoridades de la lucha, porque se pusieron a trabajar para disminuir mi sanción.

-El sistema en general parece estar hecho para el que gana... A vos que te tocó perder con esta sanción. ¿Qué puertas se te cerraron?

-Es complicado salir a flote. Porque el deportista toda la vida fue deportista, no sabe hacer otra cosa, en líneas generales. Nacimos y nos preparamos para esto. Cuando estás compitiendo, tenés becas, sponsors, apoyos, etc. Así durante veinte años, pongámosle. Pero con la sanción, me quedé en bolas. A nivel olímpico se trabaja para concienciar sobre la vida después del deporte, pero el sistema no ayuda a la reinserción.

-¿Qué opinás del dóping?

-Que existe, que es algo complicado. El que piensa que todos los deportistas están limpios, es un ingenuo, je. Yo creo en un deporte limpio, pero no en que todos los deportistas estén limpios. ¿Me entendés? Mirá lo que pasó con el escándalo de los atletas rusos (Nder: más de mil rusos se beneficiaron con sustancias prohibidas según denunció la WADA el año pasado) Pero en la lucha no hay una sustancia que te ayude a ser mejor, lo único que sirve es el entrenamiento. No hay nada que puedas tomar para mejorar tu técnica, tu táctica y tu mentalidad ganadora.

-Precisamente, tu mentalidad te permitió reinventarte para mantener viva a la Vázquez luchadora.

-Exacto, porque durante todo este tiempo di clases de lucha adaptada para MMA, recorrí el país con seminarios. Viajé a Brasil a preparar luchadoras del seleccionado. Y me preparé para aprender artes marciales mixtas, jiu-jitsu fundamentalmente. Ya tenía una base de boxeo (tiene tres peleas amateurs y su abuelo fue boxeador) y de kick boxing (ganó un título a los 18 años), así que me animé y me metí a la jaula. En octubre le gané a la paraguaya Alicia Ayala, en Oberá, Misiones. Fue por mata león en el segundo round.

-¿Te ves con futuro en las MMA?

Sí, porque en las MMA con 29 años todavía sos joven. Tenés que dominar tantas artes marciales, que mientras más experimentada estés, mejor. Además, es una buena manera de seguir practicando lucha, hasta que se cumpla la sanción en agosto de 2019. La única traba es que el máximo nivel de las MMA, está regido por la USADA (agencia antidopaje de los Estados Unidos), así que en ese nivel no puedo competir. Igual voy de apoco, porque aún me falta.

-¿Por qué decidiste seguir peleando, siendo de que tenías todo en contra y te empujaba a dejar del deporte?

-Peleo porque es algo con lo que me crié de muy chica. Yo soy esto. Me da una identidad. Si dejo, todo lo que hice en mi vida no tendría sentido. Quiero demostrarme que puedo ser muy buena. Peleo porque quiero cambiar mi imagen. Y que la gente me valore. ¿Si hay algo de revancha? Hay algo de revancha también, pero conmigo misma. 

GENTILEZA RUTH HOSSEIN