Terroristas islamistas atacaron ayer con bombas y fusiles una mezquita en una localidad egipcia de la península del Sinaí, dejando al menos 270 muertos y 90 heridos en el atentado más letal de la historia del país, informaron autoridades y medios oficiales. Ningún grupo reivindicó de inmediato el ataque, pero todas las sospechas recaen sobre Wilayat al Sina, filial local del grupo radical Estado Islámico (EI), que ha atentado repetidas veces en la región del Sinaí desde el golpe de Estado que, en 2013, derrocó en medio de masivas protestas a favor y una extendida represión al presidente islamista Mohamed Mursi.
Nasrala Mohamed, el alcalde de la localidad de Bir al Abd, ubicada en la localidad de Bir al Abd, 40 kilómetros al oeste de la ciudad de El Arish, la capital de la provincia del Norte del Sinaí, informó sobre el saldo de víctimas en la televisión pública, poco antes de que el presidente Abdel Fatah al Sisi prometiera contestar con toda la fuerza del Estado. “Responderemos a este acto con dureza contra los terroristas. Las Fuerzas Armadas y la Policía tomarán represalias por nuestros mártires con todas sus fuerzas”, prometió, luego de declarar tres días de luto nacional y anunciar una ayuda estatal de casi 11.300 dólares para los familiares de los muertos y de más de 2.800 dólares para los heridos.
Los atacantes colocaron artefactos explosivos de fabricación casera alrededor de la mezquita Al Rawdah, adscrita a la rama del islam sufí, una comunidad que la línea ultraconservadora salafista del EI considera herética. Detonaron los explosivos justo cuando los fieles salían del templo tras el rezo del viernes, el día sagrado para los musulmanes, contaron fuentes de seguridad a la agencia de noticias oficial MENA.
Los que lograron escapar de las explosiones fueron baleados por los atacantes, que llegaron en cuatro vehículos a la mezquita. En medio de un fuerte despliegue de fuerzas de seguridad, equipos de emergencia evacuaron en decenas de ambulancias a los sobrevivientes, que fueron llevados hacia hospitales cercanos. Entre las víctimas se cuentan varios soldados que cumplían su servicio militar obligatorio en la conflictiva zona del norte del Sinaí.
El EI considera infieles a los sufíes y en 2016 publicó imágenes que mostraban la supuesta ejecución de un clérigo sufí de 100 años acusado de brujería. Muchos adeptos al sufismo han sido secuestrados por los grupos vinculados al EI y solo son liberados después de declarar en público que se arrepienten y renuncian a sus creencias.
El presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, quien desde la caída de Mursi lidera una dura ofensiva contra el jihadismo local, convocó a la comisión de seguridad para investigar y evaluar las consecuencias del ataque, informó la televisión egipcia. Además, Egipto declaró tres días de duelo nacional. El presidente palestino, Mahmud Abbas, condenó “con firmeza” el atentado, y se mostró seguro de que “estos crímenes no socavarán la voluntad de Egipto en su guerra contra el terrorismo”, según un comunicado publicado en la agencia oficial palestina Wafa.
El gobierno de Israel, por su parte, envió sus condolencias a Egipto a través de su ministro de Educación, Naftali Bennett, quien señaló que “este es el momento de la unidad internacional en la guerra contra el terror donde quiera que se presente: Rusia, Europa, Estados Unidos, Israel y el mundo árabe”. Desde Estados Unidos, el presidente Donald Trump calificó de “cobarde” y “horrible” el atentado en un mensaje por Twitter. “¡El mundo no puede tolerar el terrorismo, debemos derrotarlos militarmente y desacreditar la ideología extremista que constituye la base de su existencia!”, sentenció el mandatario. El papa Francisco expresó su “tristeza” por “la gran perdida de vidas”, según aseguró el secretario de Estado, Pietro Paroliín, en un telegrama a nombre del pontífice.
Wilayat al Sina, que opera en la provincia del Norte de Sinaí, se atribuyó la mayoría de los atentados ocurridos en los últimos años en el país.
Antes de junio de 2014, en que juró lealtad a Abu Bakr al Baghdadi, jefe del EI, se conocía como Ansar Bait al Maqdis, y desde 2011, bajo la presidencia de Mursi, se dedicó a atacar al gasoducto que suministra a Jordania y a Israel.
Egipto está en estado de emergencia desde abril pasado a raíz de unos atentados contra dos iglesias de los coptos, como se conoce a los cristianos del país, en el delta del Nilo. Hace ahora dos años, un avión ruso con 224 ocupantes a bordo se estrelló en el Sinaí a causa de una explosión cuando acababa de despegar de la ciudad turística de Sharm el Sheij, a orillas del mar Rojo. No hubo sobrevivientes. Wilayat al Sina se atribuyó el atentado, que fue su ataque más sangriento, al menos hasta que se defina la autoría del de ayer.