Viernes 12 de noviembre. 1965
Yo sigo aquí sin hacer nada importante, es terrible. Me vuelvo loca sin trabajar, y para colmo sin pensar, porque para pensar necesito cierta habitud, cierto conocimiento de lo que me rodea, cierta comodidad, y eso falta mucho para que lo tenga.
Me he organizado bastante. Salí con Mark Brusse, y puesto que para los dos New York es nuevo, atravesamos los puentes que dan a las islas. Caminar por Times Square es lo que más me gusta. Es allí donde veo el exceso. Meterme en los supermarkets, en las grandes tiendas, donde se nota la cantidad. En estos días me fue imposible concretar nada de las galerías pues las cosas aquí toman un tiempo a causa de que todo el mundo está ocupado. Además, no quiero parecer ansiosa ni que estoy apurada por exponer.
Justo el día en que iba a unos vernisagges se cortó la luz en todo New York. Fue realmente impresionante. Parecía mentira toda esa inmensa urbe alumbrándose con velas y asustada por posibles robos. No me agarró en el subte por un segundo. Cuando iba a entrar se cortó. ¿Se imaginan? Encerrada por nueve horas me hubiese muerto de miedo.
Hasta que no llegue ese Batacazo no estaré contenta. No existo hasta no mostrar lo que hago.
Jueves 13 de enero. 1966
Empecé a pensar en un happening que consiste en intercambiar los roles y los estilos en los medios de comunicación para sorprender y desorientar. A lo largo de toda una semana, primero en un diario, luego en otro, más tarde en una revista, la televisión y la radio, intercambiar los canales de información, el mensaje serio metido en medios diferentes a lo acostumbrado y viceversa. Creo que el artista termina como productor de objetos y pasa a instalarse en los medios, a producir cambios, a crear situaciones; el acto de crear se convierte en una señal como las señales de la luz roja en la calle. La obra de arte llegaría directo al consumidor sin intermediarios, con el diario a la mañana, en los mensajes de la radio y la televisión. Se trataría de entender la información como forma y señalarla como tal. Por ejemplo, transformar el estilo de Time o de Newsweek en perceptiblemente híbrido. Que para los lectores habituados al leerlo eso no sea totalmente consciente, pero que a la semana del suceso la información les llegue por otros canales, o deslocalizar Daily News en The New York Times o viceversa. Cuando el lector de The New York Times compre el diario esa mañana, la misma información le llega con el estilo Daily News y no la entiende porque en la primera plana internacional están en la misma diagramación. El estilo de Merv Griffin pasarlo al de Ed Sullivan y Ed Sullivan actuando como Merv Griffin. La moda en el diario, el diario en la moda. Intervenir las noticias o las publicidades de un medio a otro.
Miércoles 5 de abril. 1967
Me gusta comer en la calle caminando. Como pizza, pancho, pan con queso, y un día tenía que fallarme. Desde hace dos meses tengo la comisura de los labios tan cortada que a la mañana no puedo ni abrir la boca y no sé qué me pasa. Estoy tomando de todo, fui a un médico dos veces, pero cada vez son 20 dólares, así que tampoco me gusta. Aparte de eso, he pasado unos días de depresión terrible al no poder hacer nada y obsesionada con tener ese maldito aparato de videotape, temerosa de no sacarme la beca. Mi futuro es muy incierto, pero creo que será conveniente volver a Buenos Aires, pues no me gusta que me olviden.
El asunto de Montreal me ayudará mucho. Me voy mañana por la noche en ómnibus, pues es más barato y le pago el paisaje a Horacio, que realmente necesito que me acompañe ya que sola no puedo hacer nada. En Montreal hablan en inglés; además, para conseguir cosas me siento más segura acompañada, menos tímida.
Tengo que hacer algo genial, cueste lo que cueste. Me dan 225 dólares, que me alcanzarán solo para el pasaje y la estadía, luego volver a ir el 21 para quedarme hasta el 28, que es el día de la inauguración. Tengo las ideas, ¡pero como siempre son muy difíciles! En el fondo creo que la cabina será lo más productivo, en mayo recién la tendré y la pondré en la calle, está quedando genial. Puede ser una tortura, pero en cuanto empiece a irme bien va a ser genial. Espero que me ocurra esto pronto.
Estos fragmentos pertenecen al libro Mis años en New York (1965- 1974) que acaba de publicar Lumen, una suerte de diarios escritos por Marta Minujín cuando tras ganar el Premio Di Tella viajó a Nueva York por primera vez, y le siguen las sucesivas experiencias en esa década en la gran ciudad. Estos textos paulatinamente reflejan cómo el arte se fue volviendo indistinguible de la vida cotidiana.