Vera es una adolescente que explora su sexualidad mirando gozar a otrxs. En las calles de Rosario, en la escuela secundaria, en los departamentos que su madre administra, va descubriendo su propio placer, y también se distancia del mundo adulto. "Hay una chica que te alquila un departamento para coger", es la primera frase que se escucha en el trailer. En 103 minutos, Vera y el placer de los otros, dirigida por Romina Tamburello y Federico Actis, toma la mirada de la piba, a cargo de Luciana Grasso, con un lenguaje propio. 

Con Inés Estévez como la madre de la protagonista, la película llegó a los festivales internacionales de Cine de Miami, al D'A Festival Cinema Barcelona, donde recibió el premio de la crítica, así como también al 36º Vancouver Queer Film. Allí recibió el Premio del Público y hasta estuvo en el Thailand Internacional LGBTQ+ Film y TV Festival. 

Vera nació de las charlas entre Actis y Tamburello. "Con Romi conversamos muchas veces de nuestras anécdotas y nuestras experiencias de juventud o de adolescentes y nuestras primeras experiencias sexuales y aparecía ahí un factor común, que era que ambos vivíamos con nuestros padres y que no teníamos un lugar ni propio ni íntimo a donde ir a tener relaciones, a donde ir a a coger", dice Actis. 

Es así que nació Vera como "la heroína urbana que viene a solucionarte ese problema". Alquila un departamento vacío, con una bolsa de dormir, barato. "Por supuesto que todo se complejizaba más cuando ese departamento era totalmente clandestino, porque no deja de ser una vía de escape para el amor y para el sexo y para el goce y para el disfrute". 

"Amamos a Vera", dice Tamburello sobre la apuesta narrativa de la película. "La admiramos y nos hubiera encantado tener la valentía que ella tuvo a esa edad y creemos también que nunca es tarde para ponernos valientes en buscar lo que necesitamos y lo que nos identifica sexualmente", agrega la codirectora, que es también actriz, dramaturga, escritora, autora de los libros La viuda del diablo y Los amigos de mis papás.

"El punto de la peli no está en si a Vera le gustan las mujeres o los varones sino en qué está haciendo para descubrir qué le gusta de la sexualidad, en dónde se encuentra, dónde encuentra placer. Y ella encuentra placer en escuchar a los otros y de a poco va llevando ese placer al cuerpo", sigue Tamburello. 

Federico Actis y Romina Tamburello, directores de Vera y el placer de los otros.

Lo que está claro es el lugar de enunciación. "La película tiene el punto de vista de Vera. Eso quiere decir que no hay nada que uno como espectador sepa por fuera de lo que sabe Vera. Nos pareció que era la forma adecuada de encarar esta historia. Ponernos en los ojos de Vera. Y eso también implicaba ponernos en los ojos de este personaje que de a poco empieza a convertirse en una voyeur que escucha detrás de las puertas, que empieza a disfrutar de encontrarse con los restos del sexo ajeno una vez que despide a sus clientes y se pone a limpiar el departamento, que fantasea con eso", suma Actis, quien hace relación a un doble juego presente en la película: "A su vez, también necesitábamos espiarla un poco nosotros a ella. Ahí funciona el doble sentido del que ve, pero a su vez es observado. Siempre hubo un juego de cómo funcionaban esas miradas en la película". 

Con producción de Santiago King, el tercer integrante de Pez Cine, la película se estrena el jueves 21, a las 22, en Cine Gaumont. "Tamburello y Actis proponen un paradigmático cambio en la manera de aproximarse al deseo desde una óptica femenina libre y no mediatizada por la mirada masculina. Como Vera, los espectadores también deberemos trasponer ciertos límites para comprender que existe otra manera de ver las cosas", justificaron su elección Mireia Iniesta, Mariana Freijomil y Enric Albero, Jurados del premio de la Crítica del Festival de cine de autor de Barcelona.

El desprejuicio fue una búsqueda. "Intentamos no cargar ninguna escena con otro sentido más que estar acompañando de una manera luminosa, también estamos celebrando lo que ella hace o lo que puede hacer o cómo le salen las cosas. Y me parece que esa mirada también, se extiende un poco a todos los personajes de la película. Todos intentan hacer lo mejor que pueden con los recursos que tienen. Y eso es un poco también a veces la vida misma. No es que existen malos o buenos, sino que las cosas van sucediendo", asume Actis.

El contrapunto entre Vera y su madre es una de las fortalezas de la película. Inés Estévez encarna a una mujer que está tomada por su trabajo y quiere, pero no sabe cómo, acercarse a su hija. "La tensión con los padres, con la madre sobre todo, fue algo que apareció en el guion, pero fue cobrando distintos matices y fue creciendo, a medida que íbamos escribiendo y después tuvimos la suerte de que, una vez que se incorporaron Inés y Lu al elenco, ellas fueran muy abiertas, muy generosas. Modificamos muchas escenas a partir de las cosas que ellas proponían  y eso fue una experiencia maravillosa", cuenta el co-director.

La película es un coming of age, al mejor estilo de Lady Bird, de Greta Gerwig. Con matices, climas de lo más diversos, desde algunas escenas divertidas, otras íntimas, de mucha ternura y momentos de suspenso en los que el público se pregunta cómo resultará. Una pequeña intervención como actriz de Tamburello es esencial para el desenlace que no se develará aquí. 

Inés Estévez inerpreta a Adriana, la mamá de Vera.


Y claro, hay sexo. "Es una película que tuvo escenas de sexo muy charladas, que se construyeron con el elenco, porque el placer es algo tan personal y tan privado que no hay una forma única de contarlo", cuenta Tamburello. Las escenas de sexo se grabaron "en un set muy pequeño, muy cuidado", donde eran todas mujeres. "Fede estaba en el monitor afuera del set, yo estaba adentro. Algunas de las escenas fueron coreografiadas. La camarógrafa era mujer, la sonista era mujer, la asistente de dirección era mujer en esas escenas y hubo un cuidado tan grande como para que duraran lo que tenían que durar, porque todxs lxs que actuamos alguna vez sabemos que la escena de sexo es una escena temida por las actrices y nos queremos ir de ese lugar. Y lo que nosotros necesitábamos para esta película era que se quisieran quedar. Entonces fue todo un trabajo muy colectivo para llevarlas a cabo y también para entender que son escenas de sexo adolescente donde la torpeza está presente y donde el descubrimiento está presente", cuenta la co-directora.

Vera y el placer de los otros recorre el mundo, y se estrena la semana próxima en la ciudad de Buenos Aires, sin perder una pizca de rosarinidad. "Es ciento por ciento rosarina. Es una película chica para la escala de algunas películas nacionales. Nuestro deseo es, por supuesto, que la propia ciudad pueda recibirla. Que la gente vaya al cine, que interpele, que te deje pensando, que salgas de la función y te preguntes cosas. Y por arriba de eso, todo lo que venga. Creo que ya la película nos está dando un montón de satisfacciones con todo el recorrido internacional que viene haciendo. Y bueno, ojalá que ahora el estreno nacional también la lleve un poco a otros espacios del país. Por supuesto a Buenos Aires, que siempre es como 'el lugar', pero que también pueda llegar a otras ciudades y otros públicos de nuestro país", se ilusiona Actis.

Y Tamburello agrega que "es una película feminista por su temática, por cómo la aborda, por el acompañamiento que hay sobre la protagonista. También creo que la codirección mixta hizo que se ganaran muchos terrenos. Hubo mucho debate, hubo mucha horizontalidad. También creemos que hay algo de la horizontalidad que proponen los feminismos que se aplicó en la peli".