El escritor y filósofo Ricardo Forster visitó este jueves el estudio de la 750 para hablar sobre su nuevo libro, La biblioteca infinita. Leer y desleer a Borges,.
“Yo siempre fui un lector de Borges. Uno vuelve recurrentemente. Borges tiene esa cualidad única que hace que puedas releer un cuento, un ensayo, que siempre le encontrás algo nuevo. La erudición de Borges, que atemoriza tanto, en él es casi un juego y te hace participar incluso de las bromas que él hace con su propia erudición”, contó Forster, entrevistado por Víctor Hugo Morales en La mañana.
“Le dedico en el libro un momento importante al Borges caminante de la ciudad. Se iba caminando desde Palermo hasta Puente Alsina por las noches y se llevaba a sus amigos”, agregó, sobre su nuevo trabajo.
“Borges era de una familia de antecedentes criollos muy fuertes pero de cuarto nivel en términos económicos, que hoy consideraríamos como clase media no tan acomodada”, señaló.
“Además, tenía la particularidad de volver presente un acontecimiento o un personaje del pasado y jugar con la idea del doble, del antagonista, del otro. Rosas era una mitología familiar. En la familia paterna y materna, Rosas era la monstruosidad. Eso después le permitió a Borges convertir a Perón en el segundo Rosas”.
El nostálgico y el vanguardista
En esa línea, Forster continuó: “Borges siempre fue un personaje atípico, porque cuando aparece como conservador en términos de creador, estuvo muy vinculado a las vanguardias del siglo XX. Sin embargo, después construyó el estilo Borges. Cuando vuelve de Europa, vuelve construyendo la mitología de un país que imaginó y que tuvo una nostalgia inmensa, por eso hubo un primer Borges nacionalista. Por eso en Borges hay un juego: conservador por un lado, innovador y vanguardista por el otro”.
La sensibilidad y la construcción de la memoria
“Para Borges el mundo era una biblioteca. Sus lecturas de infancia implicaron un material que lo habitó toda su vida. Su mirada del mundo, su sensibilidad, fue construida por su infancia de lector”, sostuvo el filósofo.
“Borges construye la memoria como una obra de arte, como una enorme ficción. La memoria borgiana es una invención recurrente, sobre hechos reales, mitologías, invenciones y sobre otras lecturas”, concluyó.