El Concejo Municipal aprobó ayer una restitución: la devolución mediante el cambio en la nomenclatura del mapa oficial Rosario de la identidad histórica de un barrio ubicado en el sur de la ciudad, que todos conocen como Saladillo pero que, desde 1937, lleva el nombre de Roque Sáenz Peña. Sin embargo, desde ayer volvió a ligar el uso consuetudinario con las formalidades burocráticas para denominarse “República de Saladillo” y ampliar sus límites cartográficos, en consonancia con el deseo de un conjunto de instituciones y organizaciones de la zona que así lo solicitaron.
El asunto no entraña una novedad. Lo que todos conocen por barrio Arroyito se llama, con la rigurosidad de las imprescindibles burocracias, Lisandro de la Torre. Cuando aprieta el calor los rosarinos se invitan a ir a “La Florida”, aunque el mapa dice que se trasladan a barrio Celedonio Escalada. Se trata de la tensión entre las costumbres y las formalidades oficiales.
Lo mismo ocurrió desde 1937 hasta ayer con esa porción histórica de la ciudad cuya área está delimitada por las calles Lamadrid, avenida Bermúdez (desde Arijón hasta Lamadrid), avenida Arijón, Leyva (desde Arijón hasta el límite del municipio con el arroyo Saladillo) y la costanera, que se nomencló en el catastro municipal como Roque Sáenz Peña.
Un largo proceso
Hace casi quince años, vecinos de la zona empezaron a poner en cuestión esa tensión. “El proceso nace en 2009, cuando Casa de la Cultura Arijón organiza un concurso oficial de creación de la bandera de la Republica de Saladillo, idea de un querido escritor del barrio, Dino Chiapetta, y del director de la casa de la cultura, Armando Durán”, contó a Rosario/12 Sergio Nazzi, secretario del Centro Comercial Ayacucho y del Vecinal Parque Regional Sur.
“A partir de ahí, instituciones del barrio, sobre todo con el cura párroco Walter Khury (fallecido en 2020), se pusieron en esto de ver de cambiarle el nombre al barrio, que siempre fue Saladillo, aunque allá por 1937 a algún funcionario municipal se le ocurrió ponerle Roque Sáenz Peña”, explicó el comerciante.
Pero la nomenclatura no pudo con los usos y costumbres cotidianos y su transmisión generacional. “A pesar de que oficialmente en los mapas municipales de Rosario figura ese nombre, todos nos identificamos con el barrio Saladillo”, dijo Nazzi.
Los vecinos se organizaron, hurgaron en la documentación existente, desempolvaron archivos, recuperaron mapas antiguos. Una parte de esa tarea recayó, entre otros, en los historiadores de Saladillo Nora Laborde (que es museóloga) y Alfredo Monzón. Mantuvieron reuniones con concejales e impulsaron el cambio de nombre, para unir la nomenclatura con la identidad.
De hecho, llevaron el asunto a la comisión especial de Nomenclatura y Erección de Documentos del Concejo Municipal y tomaron intervención, también, la Junta de Historia de la ciudad y la Dirección de Cartografía.
A principios de años las instituciones del barrio le dieron impulso al deseo con dos asambleas en la que definieron cómo querían llamarse: República de Saladillo.
El concejal Mariano Moreno, que desde 2011 tiene militancia con el Movimiento Evita en copas de leches de la zona, presentó un proyecto formal. “Lo hice para empujar el trabajo de las organizaciones del barrio, con el fin también de extender los límites”, dijo el edil a este diario.
Las piletas del Saladillo, como se las conoce, estaban fuera del barrio. El centro comercial Ayacucho también, alguna vecinal, al igual que el Parque Regional Sur y el club que lleva ese nombre, enumeró Romero, para quien el proyecto de cambio de nombre reunió “dos cuestiones: una de raigambre histórica y otra de sentimiento popular de los vecinos que son parte de un barrio”.
Caminos legislativos
La concejala Julio Irigoitia, presidente de la comisión de Gobierno, señaló a Rosario/12 que tras el ingreso del proyecto de Romero “se dio intervención a la comisión especial de Nomenclatura, que depende de Gobierno”.
Acerca del proceso legislativo que ayer culminó con el cambio del nombre, explicó que “se celebraron reuniones con representantes de las vecinales y de la Casa del Vecinalistas para recepcionar las observaciones y solicitudes que tuvieran”.
“De ahí –continuó- surgió la necesidad de recuperar la identidad del barrio a través de la modificación de los límites y del nombre (de Saladillo a República del Saladillo). Estos proyectos se trabajaron con la dirección de Catastro de la Municipalidad y la Junta de Historia”.
Además, para evitar problemas de fronteras, “se les pidió a las vecinales que firmaran actas acuerdo respecto de los límites con las otras vecinales con representación donde figuran los límites y nombres”. Hubo acuerdo, y Saladillo se convirtió en República.
Un barrio con historia
“Tiene muchísima identidad, historia, patrimonio cultural, urbanístico. De allí sale la idea del nombre de República de Saladillo. Creemos que es el único barrio de la Argentina que tiene bandera oficial”, dijo Nazzi.
El comerciante también destacó el aspecto colectivo de la decisión. “En una época donde garpa mucho el individualismo, el odio, la crueldad, acá en la zona supimos juntarnos, trabajar por el barrio y fue algo que hicimos con muchísimo gusto, por eso estamos muy felices y con muchas granas de celebrar todos juntos”.
Por el barrio Saladillo pasaba el antiguo Camino Real que partía desde el fuerte de Mercedes (Colón, en Buenos Aires) y recorría en forma paralela el cauce del río Paraná, cruzaba el arroyo Saladillo, tomaba la traza de la actual avenida Lituania, pasando por la "Posta del Rosario" ubicada en las inmediaciones de lo que hoy es la intersección de las calles Alem y Virasoro y llegaba hasta la plaza 25 de Mayo, que no existía ni –por lo tanto- tenía ese nombre
La posta Rosario de los Arroyos estuvo ubicada en lo que hoy es Ayacucho y Virasoro. Por esos senderos pasaron en 1812 el general Manuel Belgrano y un años después su jefe militar, José de San Martin, con sus granaderos a caballo para combatir a los realistas en San Lorenzo. En 1857 se instalaron en la zona los primeros molinos: Blanco en Ayacucho y el arroyo; Rojo en avenida Argentina y Anchorena.
Un nombre clave en el barrio fue el de Manuel Arijón quien, por sus problemas de salud, se sumergió en las aguas del arroyo Saladillo (ricas en sales y yodo), experimentando una notable mejoría y fue así como tomó la iniciativa de construir un establecimiento de baños de inmersión.
En ese entonces era una zona destinada a casa de fin de semana, rodeadas de quintas y campos. En 1920 llegó a tener un aeródromo en San Martín al fondo. El área era para el disfrute de la elite rosarina que llegó a tener un tranway tirado a caballos que llegaba hasta la plaza López para traer a pasajeros que se sumergían en el complejo balneario Saladillo.
La zona se rodeó de mansiones de la oligarquía local. Pero la instalación de los frigoríficos, primero el Swift en 1924, fue cambiando la fisonomía con el tiempo y atrajo un gran movimiento migratorio.
Así, el asentamiento de esta gran masa de inmigrantes se produjo en la zona de La Isleta, El Mangrullo y Pueblo Nuevo. Hasta las primeras legaron mayoritariamente correntinos, entrerrianos, chaqueños. En Pueblo Nuevo se asentaron polacos y rusos, así como checoslovacos, lituanos, ucranianos, yugoslavos, judíos, sirio-libaneses, griegos y españoles.
Tanta presencia de “chusma” corrió a la clase adinerada de la ciudad hacia el norte de Rosario. Saladillo comenzó a convertirse, desde entonces, en un barrio obrero.