Se ven pocas personas este mediodía en el sector exterior del Hospital Borda, donde hasta hace no tanto era muy común ser destinatario de numerosos pedidos de cigarrillos. Alberto Sava cree que hay un lento vaciamiento y especulación inmobiliaria detrás del descenso de usuarios. El panorama era bien distinto cuando llegó a este lugar a fines de 1984, por una llamada de José Grandinetti, director del servicio de Psicología Social, quien conociendo su recorrido en teatro participativo lo invitaba a sumarse a un proceso de transformación del neuropsiquiátrico. Habitado entonces por 2500 personas, el Borda era casi "un pueblo". Sava tenía 38 años y ganas de irse del país. Aquel llamado lo "salvó". Le dio otra vida, una lucha, una identidad. Salvó a otros, también. De eso pasaron 40 años. Es lo que lleva de existencia el Frente de Artistas del Borda (FAB), la experiencia más significativa del país en el cruce entre arte y salud mental, inspiradora para otros grupos de su misma especie.

"No hay en el mundo organización de artistas que tenga 40 años, y menos de locos. Estamos adentro de la panza del monstruo, donde resistimos y sacamos producciones", dice, con orgullo, Julio César Creativo. Es coordinador artístico del taller de Mural e integra el equipo de coordinación general que quedó a cargo del FAB luego de que Sava atravesara problemas de salud. Otra pieza fundamental del equipo es Carlos Moretti, también salvado por el Frente. Estuvo internado en los noventa -siempre dice que a causa de quedarse sin trabajo-, y hace años conduce el taller de plástica. Se lo ve en todos los eventos haciendo cosas importantes. Ambos, Julio y Carlos, reciben a Página/12 en la oficina administrativa del FAB, al fondo del hospital.

Estos 40 años encuentran al Frente sin el incansable trabajo de su otrora director, quien se aboca a tareas virtuales para la Red Argentina de Arte y Salud Mental, otro logro de la agrupación, cuyo despliegue en estas décadas fue de menor a mayor. De talleres de distintas disciplinas abiertos a la comunidad y a los usuarios del Borda y las salidas para mostrar su arte al mundo, al Festival y Congreso de Arte y Salud Mental -único en el mundo-, la Red Argentina, y finalmente, la Latinoamericana, en la que también ocupa hoy su tiempo Sava.

Sin su conductor de siempre, con un Borda un tanto despoblado, los golpes de la pandemia sintiéndose en el grupo -los coordinadores han trabajado siempre ad honorem, y la tarea es difícil de sostener en una época de pluriempleo y pobreza, aún teniendo trabajo formal- y la suspensión este año del festival (ver aparte), la situación para el FAB no es la ideal. Pero el aniversario merece un festejo a la altura de la circunstancia. Este viernes, a las 17, en la Facultad de Sociales de la UBA (Santiago del Estero 1029) se celebrará con una actividad en la que confluirán producciones de los talleres y se otorgarán "40 reconocimientos" a personalidades y organizaciones que han estado cerca del Frente en todo este tiempo. Un número que queda corto, admite Julio, por eso está previsto seguir festejando y otorgando reconocimientos. Estarán presentes Taty Almeida y el Cabra, de Las Manos de Filippi. 

Los inicios del Frente de Artistas del Borda

"Hemos hecho un recorrido interesante, importante, necesario. Me siento feliz", expresa Sava. A diferencia de otras personas él nunca tuvo miedo de entrar al Borda. En plena dictadura hacía teatro participativo en ascensores, bares y calles, tomando cierta línea de los postulados de Augusto Boal. Antes, a comienzos de los setenta, había abierto su escuela de mimo y teatro. Cuando Grandinetti lo llamó ya era psicólogo social, militante socialista; había trabajado con chicos de la calle y estaba cerca de las Madres de Plaza de Mayo. Lo que lo impactó del Borda fue algo tan concreto como característico: su olor. "Ese olor agridulce, insoportable", evoca. "Cuando entré había 2500 personas. Era un pueblo cerrado, encerrado. Entrabas al pabellón y era insoportable. El olor fue lo único que me costó tolerar. El Borda es uno de los lugares donde más me divertí: los locos no tienen límites para lo malo ni para lo bueno: son espontáneos, creativos, felices por momentos en nuestro grupo, que era de placer permanente", cuenta.

Tal como lo explica el libro Frente de Artistas del Borda, una experiencia desmanicomializadora. Arte, lucha y resistencia (Ediciones Madres de Plaza de Mayo), el reinicio de la democracia en el país dio pie a la emergencia de prácticas y discursos críticos en distintos ámbitos. En el plano de la salud mental, a nivel mundial, se expandía una corriente conocida como "reforma psiquiátrica", en cuyo corazón se encontraba una crítica a la institución manicomial por sumar más padecimiento al padecimiento, con la fragmentación de lazos sociales y el aislamiento; por producir en las personas la pérdida de identidad, el arrasamiento de deseos, la privación de la intimidad, el menoscabo de derechos. La primera experiencia de la reforma ocurrió en Trieste, Italia, impulsada por Franco Basaglia, quien logró el cierre del manicomio y la introducción de una estructura comunitaria con la modalidad de internaciones breves y la puesta en marcha de dispositivos de integración, teniendo en cuenta los afectos, la vivienda, el trabajo y la educación de los enfermos. En la Argentina en aquel tiempo hubo un avance importante en Río Negro, con la transformación del neuropsiquiátrico de Allen en hospital general, y un intento en Córdoba que evolucionó hasta cierto punto.

 

El 15 de noviembre de 1984 hubo una reunión en el teatro del Hospital Borda, convocada por Sava, con la participación de Mónica Arredondo y Roxana D'Angelo, integrantes del servicio de Psicología Social. La convocatoria no fue difícil. "Yo entraba al hospital y te querían vender poesías, caminabas por los pasillos y había grafitis, ibas al patio y había cantantes con guitarra tomando mate. Así que los invité a hacer un grupo y se formó", repasa el fundador. Llegaron unas 50 personas a este primer encuentro. Un muchacho internado propuso un nombre y fundamentó: "Frente, porque vamos a ir al frente, para enfrentar nuestra realidad y cambiarla. Artistas, porque somos y queremos ser artistas y no locos. Borda, porque somos del Borda y seremos los revolucionarios del Borda". La primera salida a la calle fue con una acción de teatro participativo en Plaza Constitución. 

 

"En el manicomio siempre hubo propuestas de arte pero más como arte terapia y encerradas dentro de un servicio. Salir con el arte y la locura a la calle era inédito", destaca Sava. "El manicomio es un lugar de encierro, segregación, violencia, violación de los derechos humanos, maltrato, sobremedicación, mala calidad de vida... un proyecto de muerte. Cuando llegué y hasta hace poco había electroshock. He visto morir a compañeros nuestros: el caso más emblemático es el del poeta Jacobo Fijman, quien murió después de estar 40 años internado", dice. Sin reserva, una de las obras fundamentales de la historia del FAB, presentada en el exOlimpo en 2017, plasmó todo esto que Sava afirma, así como también su ya conocida frase de que los manicomios son "campos de concentración", a la que Hebe de Bonafini adhirió, escribiendo que los locos son, también, desaparecidos. "Queremos que la gente se redignifique, primero ante sí misma. Que recupere su condición de ser humano con capacidad de pensar, sentir y crear, y con calidad, porque de acá no sale cualquier cosa. Y después redignificarlos ante el afuera, que es la parte más difícil. Porque de afuera primero te enloquecen y después te mandan acá adentro. Y cuando te mandan, quieren dejarte acá", postula Moretti (80). 

 

Dice además que el FAB rompe con la rutina desayuno-medicación-almuerzo-medicación-merienda (con suerte)-cena-medicación. En los ochenta, los participantes se paseaban por las calles de la Ciudad y mostraban su arte en espacios como el Centro Cultural San Martín o el Teatro Cervantes. Un suceso que dio mucha visibilidad en la prensa fue un carnaval en Constitución, en febrero de 1985. Todo este recorrido se anticipaba a la Ley Nacional de Salud Mental, promulgada en 2010 (ver aparte).

De los talleres al festival, del festival a la red

Los talleres llegaron a ser 14. Actualmente, por las complejidades que trajo la pandemia, son menos: hay teatro participativo y convencional, plástica, música, mural, periodismo, mimo, técnicas de payaso y letras. Tienen una estructura que se mantiene en el tiempo: un coordinador artístico y otro psicológico. A la organizadísima dinámica del FAB se suman las asambleas, "modo horizontal de abordar las relaciones de poder", y, por supuesto, las salidas.

La tensión con la institución atraviesa toda su historia, más allá de las buenas intenciones de algunos psiquiatras o psicólogos de "mente abierta" y de la legitimidad que fue adquiriendo la organización con reconocimientos y acompañamiento de los medios, organizaciones sociales y personalidades de la cultura. "El FAB no está aceptado como parte del hospital. Trabajamos dentro pero no somos de la planta: no tenemos recursos ni sueldos. El único que tenía un sueldo era yo, al principio, como oficial colchonero: el tipo que antes limpiaba los colchones del hospital", explica Sava. Actualmente, las actividades se reparten en tres espacios: el colorido y emblemático galpón, ocupado por el grupo hace 20 años -con una amenaza de demolición encima-, una oficina y otro salón que se ubican al fondo del predio, en un espacio en el que antiguamente funcionaba un servicio de aislamiento para personas con enfermedades infecciosas.

En 1988, Sava llevó a una asamblea la idea de "crear el Primer Festival Latinoamericano de Artistas Internados en Hospitales Psiquiátricos en Buenos Aires, una especie de convención de artistas locos". Nadie entendió bien. Cambió las palabras para explicar la idea y alguien dijo: "Es uno más de los nuestros". Risas. El psicólogo social pensó que esa respuesta era un "signo de aceptación" y sintió alivio. De este acontecimiento único en el mundo se realizaron 15 ediciones, cada dos años. A partir de la cuarta fueron organizadas por la Red Argentina de Arte y Salud Mental, creada por idea del Frente, que luego dio paso al surgimiento de la Red Latinoamericana. Los últimos festivales se hicieron en Mar del Plata, contando con uno de los hoteles del Complejo Turístico de Chapadmalal, cedido por el gobierno provincial para el hospedaje de los asistentes. En 2022 la actividad quedó suspendida por el cierre del complejo (ver aparte).

Estos festivales no eran sólo un espacio para la presentación de producciones artísticas y el debate. Situaciones extremadamente poderosas ocurrían en esos días: varietés nocturnas, espontáneas; historias de amor. Había quienes lloraban emocionados mirando el mar por primera vez o quienes se sorprendían al ver cubiertos en la mesa del restaurante del hotel -en los manicomios no se utilizan cuchillos-. "Los compañeros no saben ponerse azúcar, ponen un montón", grafica Julio. "Se pierden las costumbres sociales", coincide Carlos. A Julio le choca la idea de considerar a Javier Milei como un loco: "No hay que confundir: él es inhumano. Sabe muy bien lo que está haciendo."

En la actualidad la población del hospital de Barracas ronda los 400 usuarios, calcula Sava. Según Julio y Carlos, están ingresando muchas personas en situación de calle y otras que cometen delitos. El sueño de la desmanicomialización está, todavía, lejos de la realidad por tensiones políticas, económicas e ideológicas. "En todo el país, es un tsunami que avanza lentamente. Tengo una actitud positiva hacia el futuro. Hay que resistir y luchar. No queda alternativa en todos los campos", concluye Sava.

 

 

 

 

Efectos de la ley

-¿Qué cambios trajo la Ley de Salud Mental?

 

-La ley no plantea sólo el cierre de los manicomios sino también la creación de dispositivos en hospitales generales y la comunidad. La política del Borda, de Salud Mental de CABA (que tiene su ley, previa a la nacional) y de muchas provincias es la privatización: el cierre del Borda no por la desmanicomialización, sino para convertir a la zona en otro Puerto Madero del sur. Los pacientes terminan en clínicas privadas. Hay una política de vaciamiento económico, que puede ser una falsa desmanicomialización, porque si tuvieran esa idea hubieran puesto dispositivos en hospitales generales, centros de salud mental, atenciones ambulatorias. La provincia de Buenos Aires está intentando eso, con el cierre de servicios y la apertura de casas de medio camino. Otros lugares donde la ley produjo efectos son Río Negro y San Luis. En Córdoba y Chaco hay una intención de ir cerrando pabellones. Cada provincia se maneja en función de posibilidades y contradicciones. Tiene que haber apoyo de sindicatos, corporaciones, laboratorios... porque les quitás el negocio a todos. Es fuerte la pelea. El encierro prolongado es indigno para todos, pero un paciente internado consume un 60 u 80 por ciento más de medicación que si hace un tratamiento ambulatorio. Chano (de Tan Biónica) tuvo una crisis, la madre llamó a la Policía y él recibió un tiro. Eso no pasa en Trieste: hay un equipo interdisciplinario por región que contiene esa situación. La propuesta es esa: internaciones cortas, equipos interdisciplinarios que atiendan regionalmente y que la gente pueda tener trabajo y vivienda.

 

 

Una suspensión dolorosa

Al suspenderse el 16° Festival y Congreso Latinoamericano de Arte hacia la Desmanicomializacion, Sava escribió un artículo que fue publicado por Página/12, con el título Los muertos civiles. "Fue un golpe terrible", afirma. La Red Argentina está dividida en cinco regiones. Sus miembros decidieron que se realizara un festival por región, no con la extensión de una semana como había sido habitualmente, sino la de un mes. "Pero este sistema no tiene la cosa tan hermosa de encontrarnos todos, la experiencia de vivir, comer, dormir, salir al mar todos juntos, viajar a Mar del Plata para ver los espectáculos... fue frustrante no poder hacerlo. El cierre del Complejo afectó a la posibilidad de otros nadies como lo son los locos -jubilados, discapacitados, gente pobre-. Se cerró y se convertirá en un lugar privado. Es siniestra la política de Milei. Nos quitó la posibilidad de un encuentro único", critica Sava.