Hubo un tiempo donde no se salía a la calle sin sombrero. Los había más simples o sofisticados pero indispensables para campear sol, viento o frío, y para no pasar un papelón social. Hoy la moda y los nuevos cuidados que exigen los cambios climáticos, renuevan su uso. Un novel emprendimiento, Greenpacha, los confecciona de la mano de la artesanía de tradición, básicamente ecuatoriana, a la que sus mentoras -dos hermanas diseñadoras marplatenses, Julieta y Florencia Gómez Gerbi- suman diseño. ¿El resultado? Una colección amplia de sombreros en fina fibra de palma toquilla hechos a mano. Un delicadísimo tejido, nombrado en el 2012 como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
“Trabajamos a partir de la idea de fusionar tradición, innovación y diseño para crear productos de buena calidad. Nuestro trabajo esta basado en valores que respetan a nuestros artesanos y nuestras tradiciones latinoamericanas. Pacha significa ‘época’ en lengua Aymará. Greenpacha se traduce como “Tiempos verdes”. En 2011, durante un viaje a Ecuador, recorrimos el tradicional camino del sombrero de paja de toquilla. En ese viaje, conocimos a un grupo de mujeres muy talentosas y alegres que viven de tejer a mano esos hermosos sombreros. Sus historias personales nos inspiraron y desde entonces estamos trabajando en estos intercambios que dan vida a nuestra colección. Así, todos los años, las visitamos y trabajamos directamente con ellas para crear las colecciones. Este tejido tradicional ha sido preservado por siglos por los tejedores y tejedoras de Cuenca y Montecristi. Nosotras reformulamos esta tradición definiendo nuestro estilo pero respetando las bases del tejido tradicional. Con nuestro trabajo esperamos ayudar a preservar y ayudar a expandir este arte textil. Nuestro objetivo como negocio en el mundo de la moda es crear productos de calidad que duren y se disfruten una vida, y a la vez, construir un puente entre el usuario y el artesano que lo confeccionó”, adelantan. Julieta sigue la charla.
–¿Cómo surge el proyecto? ¿Por qué Ecuador?
–En 2011 me encontraba viviendo en Ecuador por cuestiones familiares. Mi hermana en una visita me propone hacer el camino del sombrero por la costa y sierra de Ecuador. Enamoradas de la historia y de sus protagonistas decidimos empezar esta marca como lazo para mantenernos unidas y a la vez ayudar con una noble causa que es dar a conocer al mundo el arte que tienen estas familias de tejedores.
–¿Cómo fueron los primeros acercamientos?
–En nuestro segundo encuentro, teníamos planeado visitar una pequeña asociación que recién se había formado. Fue una sorpresa para nosotras encontrarnos que ellas habían planificado su fiesta del día de las madres el día que nosotras llegábamos. Fue tan emotivo ver como nos abrían la puerta y nos invitaban a compartir con ellas sus costumbres y su forma de vida, que es al día de hoy que la fecha del día de las madres es nuestro símbolo de unión y nuestra excusa para hacer crecer nuestro vínculo. Desde ese lugar fue creciendo nuestra marca, el intercambio cultural y el compartir fue lo que permitió que el proceso creativo tenga su espacio para suceder. En relación al trabajo, me ayudó mucho vivir allá en los primeros años, ya que el día a día permite el desarrollo y concreción de nuevas propuestas en relación al diseño. Al principio pasamos un montón de situaciones difíciles, ya que la comunicación y la forma de trabajar eran muy distintas, pero siempre hubo muy buena predisposición de ambas parte y eso ayudo a ir armando nuestro propio idioma común. Actualmente viajo continuamente y siempre con montón de ideas, lo cual si bien no todas son factibles y a veces lleva mucho tiempo lograr, estamos muy felices con los resultados.
–¿Qué les llamo la atención de la técnica y el material?
–Principalmente el tejido es su forma de vida, lo mismo que el material. Ambos son tan nobles que nos llamo la atención saber que lentamente se estaba perdiendo. La fibra con que se teje que se llama paja toquilla, es un material con un montón de cualidades y que trabajado de la forma más fina se consigue texturas que parecen seda. Es una material muy versátil ya que también se usa para hacer los techos de la casa y como abono natural. En la costa de Ecuador se encuentran tejedores muy hábiles que trabajan los sombreros finos, pueden llegar a tardar 6 meses en tejer uno y están valuados como una joya preciosa. Creemos que este arte latinoamericano tiene que trascender y evolucionar en el tiempo, y nuestra intención es ayudar a que el mundo lo conozca.
–Si tuvieras que definirme qué es lo más rico que ellas tienen y qué, lo que suman ustedes...
–Ellas son muy hábiles. Enseguida piensan como lo harían. Nosotras les llevamos ideas, fotos, muestras con otros materiales y ellas hacen su versión. Me acuerdo un año que hicimos unas pequeñas bolsas como si fueran hecha de redes, quedaron increíbles y nunca se había trabajado el material de esa manera. Ellos tienen técnicas de tramas increíbles, a veces sólo proponiendo una combinación de colores, el resultado cambia notoriamente. Nuestras últimas colecciones propusimos descontracturar un poco la forma del sombrero, por un lado propusimos abandonar el paso de hormado dentro del proceso e incluso en algunos casos usar los tejidos lo más crudos posible.
–Hoy como esta conformada la colección…
–Tenemos una colección básica de modelos que se repiten año a año, a veces con sutiles cambios como terminación del ala, color, ancho o textura del cintillo. Dentro de la línea encontramos formas fedoras, que es una forma de copa, alas de 7 o 9 cm y tejidos con la técnica más común que es llamada brisa, estos modelos son nuestros clásicos que vienen siempre en color natural, blanco, negro y rosé. Otros básicos son los modelos ideales para playa tejidos en crochet y que tienen la particularidad de poder enrollarse. Estos modelos generalmente los trabajamos en colores naturales y utilizamos mucho un color particular que se obtiene tiñendo la paja con una semilla de la amazonía que se llama Achiote. El color es un mandarina suave.
–Contame de la experiencia con la sombrerera experta...
–Este año lanzamos por primera vez una colección cápsula millinery (millinery es el oficio de sombrerería). Fue una colaboración con la diseñadora y artista Sol Pardo que desarrolló una serie de piezas únicas utilizando únicamente este material. Creemos que este fue un paso a un nuevo rumbo de pensar el sombrero Panamá y sacarle la carga que lleva de un sombrero señorial y clásico.