“Tu cuerpo, mi decisión. Para siempre”: a menos de 24 horas de que Donald Trump haya sido elegido como el nuevo presidente de la hegemonía mundial, el tuit de un streamer de 26 años autoproclamado INCEL se hizo viral. El novel autor: Nick Fuentes, referente del movimiento supremacista blanco y neonazi público negador del holocauso.
El tuit de Fuentes, que se reprodujo por millones y se metió de lleno en el ojo del huracán del debate post-electoral, suena como la promesa de un asesino en serie. O la amenaza de un violador en potencia. O la fantasía de quien sueña con niños encadenados en un jardín de infantes bañados en vaselina. O algo que pensaría cualquier forista pichón de libertario con CV virgen, que podríamos encontrar en estas latitudes comentando sagaces líneas como “alerta de flequillo” o “Feminazis kukas van a correr”.
Pero, más que nada, es un slogan que refleja un signo de los tiempos. Un sentido común que reafirma la voluntad popular de +/- de la mitad del padrón electoral de EEUU de reestablecer un status-quo previo al #MeToo, previo a Roe Vs. Wade. Y, si pudiesen, más de uno querría volver a un mundo pre sufragismo para hacer America Great Again.
“Tu cuerpo, mi decisión. Para siempre” es el juramento de aplastar cualquier resistencia que pueden oponer las subjetividades que desafían la norma hetero-cis patriarcal, contra una ultra derecha cada vez más extremista; que llegó al gobierno con la promesa de transformar en política pública el sentido común conservador más reaccionario. (Victoria Villarruel en su día más tranquilo, básicamente).
Esta fascinación que tienen los millenials y centenialls ultra conservadores de EEUU por vivir en un país regido las sanas costumbres de las colonias amish, o de las sectas mormonas o, por qué no, de vivir en un capítulo de “The handmaid tale” se traduce, -como todo en esta vida posmoderna-, en un trend de TikTok. No es casual que este año las “tradwifes” haya sido una de las tendencias más comentadas. Marina Bruzzese, en esta nota, explica de qué se trata este ¿movimiento? de jóvenes blancas que exhiben en IG y TikTok cómo son sus maravillosas vidas siendo amas de casa ultra cristianas y sometidas a las voluntades de sus maridos, dedicadas 100% a criar a criar hijos y hacer mermelada casera como ethos de vida.
Pero volvamos a nuestro amigo Fuentes, el supremacista blanco que, para sorpresa de NADIE, es hijo de un mexicano. Mientras su tuit se hacía viral en las redes, y varias mamás mostraban en TikTok como los nenes de las escuelas se ponían la gorrita roja de MAGA y le gritaban a sus compañeritas: “Your body my choice”, otro contra-movimiento también tomaba la calle online: el #4BMovement. ¿Qué es?
Nuestra columnista Marina Bruzzese contó un poco sobre esta tendencia que surgió alrededor del 2014, fogoneado por el best seller “Nacida en 1982”, de la escritora Cho Nam-joo. Esta novela relata cómo es la trama de misoginia normalizada que obtura la vida de las mujeres coreanas de forma cada vez más agresiva. Un texto que fue un verdadero reguero de pólvora en este país, donde el presidente culpabilizó a los derechos reproductivos por la caída de la población coreana, en un territorio donde mueren más personas de las que nacen. (Y, donde los costos de vida son tan altos, que tener un bebé es un privilegio de ricos).
En ese contexto surge el movimiento de protesta #4B, que searticula a través de 4 mandamientos: Bihon (no te casarás con hombres), Bichulsan (no tendrás hijos con hombres), Biyeonae (no a las citas con hombres) y Biseksu (no al sexo con hombres)
Cuando ganó Trump, a los pocos minutos, la tendencia #4B reflotó codificada con un american spirit: las redes empezaron a reproducir hasta el infinito mujeres estadounidenses diciendo que, inmediatamente, se iban a suscribir a este movimiento como venganza contra los varones que, su entender, les fallaron votando a un hombre que las odia.
“Hice mi parte, acabo de dejar a mi novio republicano y me sumé al movimiento 4B”; dice una, mientras acaricia a su gato. Otra, en la escaladora del gym: “Mejorando mi cuerpo, que ningún hombre va a volver a tocar. #4BMovement”; otra, rapándose: “No pienso nunca más hacer nada para gustarle a un hombre, ¡bye!”, dice, mientras se pasa la afeitadora en un acto de emancipación.
En el 2017, el primer día que Trump llegó a la Casa Blanca, medio millón de personas inundaron las calles de Washington para protestar por los derechos reproductivos de las mujeres que, el flamante presidente, hizo de su condena un slogan de campaña. Quizás se acuerden de estas imágenes: muchas de las participantes marcharon usando gorros rosas tejidos con orejas de gato, como forma de mostrar solidaridad entre ellas.
Este año, si bien hubo movilizaciones, la calle online fue el escenario de disputa por excelencia y, al menos en tiktok, la contrarreacción más significativa al movimiento INCEL fue el de las chicas #4B. El paisaje, en este caso, es radicalmente distinto al del 2017. Un escrolleo infinito de planos medios de mujeres, en su mayoría jóvenes, en su mayoría de belleza hegemónica, siempre solas, prometiéndo a la cámara que van a dejar a sus novios, a sus chongos, a borrarse Tinder y que nunca más van a salir con hombres. Que no iban a casarse con ellos ni a tener a sus bebés hasta que sean buenos compañeros. La radicalidad estadounidense feminista del #4B pasa por exigir buenos padres para sus potenciales nuevos bebés, o amenazarlos con extinguir a la raza humana no prestando sus úteros para la causa.
La salvación #4B es individual. La transgresión al hétero patriarcado de las girlies estadounidenses #4B pasa, literal y espiritualmente, por la propia concha. Y, en este caso, se manifiesta a través del celibato como una forma de protesta. Y de creer, siguiendo una lógica que nos recuerda a los manifiestos de aquellas tortas TERFS de los 80’s y 90’s,- y de ciertos sectores de los feminismos locales del 2015-, de que los VARONES son el peligro. Son la clase opresora de las mujeres, por definición. Y mezclarse con ellos es una traición.
De esta forma el #4B, el primer movimiento feminista que se viralizó en las redes para responderle a Trump Presidente, es binario, biologicista, es cis, es individualista, es puritano y es separatista. Y es limitado a las mujeres heterosexuales porque, ¿las lesbianas ya eran parte del movimiento, sin saberlo? ¿Los varones trans entran dentro de la ecuación, o no están en discusión porque, inscriptos en este criterio igualmente conservador, son más "inofensivos" e "inocentes" -que los varones "de verdad"? ¿Qué pasa si tu novio hétero cis está a favor de la igualdad de género y es un buen tipo? ¿Hay que dejarlo igual?
¿Este movimiento solo cuenta para las posibles parejas? ¿O se puede extrapolar a las amigas o familias? ¿Qué pasa con las mujeres que tienen hijos con hombres republicanos que merecen ser dejados, pero ellas no pueden sumarse al #4B porque no tienen plata para pagar el alquiler por su cuenta?
Y, sobre todo, ¿qué pasa una vez que dejás a tu novio? ¿Se pueden imaginar otras salidas colectivas, otros horizontes comunitarios posibles, otros movimientos que hablen nuevos lenguajes, -que no sean el del hetero cis patriarcado-, una vez que se deja al potencial varón de turno?
Es muy válido querer dejar a tu novio porque votó a un señor que odia a las mujeres a rabiar. Pero no puede ser la respuesta viral más significativa al neo fascismo sea una idea que ya tuvieron las chicas de Sex and The City, cada vez que les iba mal en una cita, y juraban nunca más volver a salir con ningún tipo.
Estados Unidos es el país donde se originaron experiencias de protesta masivas y transversales, que cambiaron el paisaje del siglo XX hacia la ampliación de derechos para el pueblo trabajador y las llamadas "minorías". Como por ejemplo las huelgas obreras de Chicago, el movimiento de las Panteras Negras, o la protesta que llevó a la primera Marcha del Orgullo, que empezó porque una trabajadora sexual negra y trans que, cansada de las redadas policiales, le tiró un ladrillo a un policía. Quizás, es momento de volver a las bases. (Acá y en todo el mundo).