El juez Juan Ramos Padilla cuestionó la situación actual del Poder Judicial argentino, tras el fallo de la Cámara de Casación Penal que confirmó la condena contra la exvicepresidenta Cristina Kirchner, y resaltó que el sistema vive una profunda degradación institucional.

El Estado transforma todo en algo muy sucio. Yo me sentía muy orgulloso cuando fui designado juez en 1984. Ahora decir que sos juez es casi una vergüenza”, sentenció el magistrado.

Padilla recordó cuando renunció a su cargo en 1987, tras la aprobación de la ley de Obediencia Debida, que excarceló a represores de la última dictadura militar: “No podía tolerar que los genocidas anduvieran por la calle mientras los fiscales andaban buscando si los jóvenes que tenían un porro iban presos o no”.

Entrevistado por Víctor Hugo Morales, señaló también la falta de honestidad como uno de los males que aquejan al Poder Judicial. “Uno no puede ocultar su ideología, pero todo debe basarse en pruebas, hechos y honestidad. La honestidad es una palabra antigua, pero hay que revivirla”, afirmó.

Y añadió: “Es muy desilusionante para un joven que estudia derecho y cree que es una herramienta fundamental para una sociedad organizada, porque luego se chocan contra la realidad y ven podredumbre y cobardía”.

Finalmente, cargó sobre los funcionarios del Poder Judicial: “Sabemos que los corruptos son capaces de hacer cualquier cosa por un beneficio personal. Pero también están los cobardes, aquellos que no son capaces de decir que no”.

Estas declaraciones se dan en un contexto de tensión en el ámbito judicial, marcado por la reciente confirmación de la condena a seis años de prisión a Cristina Kirchner por administración fraudulenta en la causa Vialidad.

La sentencia, firmada por los jueces Gustavo Hornos, Mariano Borinsky y Diego Barroetaveña, reafirma el funcionamiento irregular del de la obra pública. Sin embargo, para la defensa está plagado de errores y omisiones que convierten el fallo en otro capítulo del lawfare.