La mesa chica de Axel Kicillof se enfrenta nuevamente ante el desafío de ordenar un cronograma electoral a dos frentes, el nacional y el bonaerense. Esta vez con un detalle no menor, la modificación electoral que impuso la boleta única lo obliga a separar la elección, como él dice, de facto. En caso de que se vote el mismo día, dos sistemas deberán convivir en dos urnas distintas, algo que estuvo totalmente ausente del debate en el Congreso de la Nación.

A ese elemento, se sumó el anunció de este viernes con el que Manuel Adorni confirmó que el Ejecutivo nacional intentará eliminar las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, las PASO. El vocero presidencial tiene como argumento central la pelea contra "la casta" y las herramientas de la política en la que la gestión libertaria sólo ve "gasto". El proyecto, según detalló Adorni, “propone eliminar el régimen de PASO, modificar la Ley Orgánica de partidos políticos y modificar el sistema de financiamiento”. 

La gestión de Javier Milei entiende que las elecciones primarias funcionaron como "una encuesta millonaria al servicio sólo de la política y en detrimento de la economía y el tiempo de los argentinos” y por eso ya tiene listo el contenido central del texto que enviará al Congreso. 

Si bien Kicillof tiene la potestad de convocar a elecciones generales el día que él lo defina, entre 30 y 120 días antes del 10 de diciembre, las primarias están atadas por ley a las PASO nacionales.

El dilema respecto a qué rumbo seguir podría agregar un nuevo elemento si es que Javier Milei consigue eliminarlas, algo que no resultaría tan extraño teniendo en cuenta el comportamiento del Congreso durante el primer año de gestión del libertario.

Sin PASO nacional, el Ejecutivo bonaerense podría convocar en la provincia en un plazo no menor de 120 días, ni mayor 150,  anteriores a la fecha elegida. Pero la discusión no es sólo de tiempos, ya que los costos que implica hacerse cargo de una elección en total soledad también es un elemento a tener en cuenta por la provincia que, en caso de querer eliminar la primaria, debería habilitar el debate en la Legislatura.

Si no hay cambios, el cronograma ya establece que la elección de candidaturas debería resolverse el domingo 3 de agosto. Aunque la decisión final está en manos del Presidente y, eventualmente, del gobernador. 

Según Adorni, las primarias tuvieron un costo de 45.445 millones de pesos a valores históricos en 2023. Además, advirtió, "desde el año 2011 hubo solo diez agrupaciones políticas que dirimieron internas para las elecciones presidenciales, de los cuales el 40 por ciento no logró siquiera alcanzar el umbral del 1.5 para poder después participar de las elecciones generales". Tomando en cuenta ese elemento, el Gobierno nacional también quiere modificar la Ley Orgánica de Partidos Políticos. El objetivo, aseguran, es  "mejorar la representatividad". 

Detras de todo, la estrategia

Luego de la controvertida discusión a cielo abierto que algunos sectores del peronismo plantearon en el marco de la elección interna por la conducción nacional del Partido Justicialista, el gobernador tiene la obligación de intentar contener a todos los sectores del espacio de cara a una contienda que terminará siendo crucial para sus dos últimos años de mandato en la provincia, pero también pensando en una virtual proyección.

Más allá que una eventual candidatura de Cristina Fernández de Kirchner no sería objetada por el Kicillof, el debate pasa por el resto del armado que debe incluir a otros nombres con la espalda y la confianza necesaria para poder ocupar algunas de las 35 bancas que se ponen en juego en la Cámara de Diputados. Entre ellas, Unión por la Patria arriesgará 15. Esa es la base del desafío que contará con un ingrediente extra ya que será la primera elección con La Libertad Avanza corriendo con el caballo del comisario.

En la Legislatura bonaerense se renovarán 23 bancas del Senado y 45 de la Cámara de Diputados. Se trata de una elección mucho más compleja para el oficialismo provincial porque el resultado lo afecta de modo directo. El armado de la estrategia también impone la necesidad de un diálogo mucho más abierto con los intendentes y los jefes territoriales por la lógica misma del reparto de bancas que está planteado de un modo diferente al debate nacional.

En Buenos Aires, los diputados y senadores representan a una sección electoral específica. Son ocho y el reparto se calcula según el tamaño de cada una de ellas. Las más grandes son la Primera y la Tercera, las que conforman el conurbano bonaerense, y las más chicas son la Séptima y la Octava, está última sólo contiene a la capital provincial.

Esa lógica organizacional suma otro condimento: la elección de concejales en los distritos que también renuevan bancas el año próximo. Todo ese entramado de complejidades deberá convivir con un sistema nacional que, esta vez, no permitirá sumar categorías. 

Puntualmente, la ley que reformó el sistema electoral a nivel nacional dice en su artículo 38 que “se oficializará una Boleta Única para cargos nacionales, y una Boleta Única para cargos provinciales, y de corresponder municipales”. “En ningún caso podrán incorporarse categorías provinciales o municipales a la Boleta Única en la que se eligen categorías de cargos nacionales y la elección de cada jurisdicción se llevará a cabo en urnas separadas”, agrega. 

Es decir que en el hipotético caso de que la Provincia decidiese adoptar un modelo de boleta única, la herramienta y las urnas también debería diferenciarse de la elección nacional.

"Nos hicieron un desastre sin consultarnos", dijo Kicillof el lunes en conferencia de prensa. "Vamos a intentar hacer lo imposible para que esto no ponga en riesgo el proceso electoral", afirmó el gobernador que también advirtió que la situación implica, además, un conjunto de costos adicionales que generan complejidades logísticas. En esa dirección, ya hubo conversaciones con las autoridades nacionales que, como en casi todos los casos, avisaron que no se harán cargo de cubrir las elecciones provinciales. 

Si bien la postura corre para todos los distritos, el peso y el volumen de la elección bonaerense (representa el 38 por ciento del total nacional) podría considerarse de un modo especial. Por esa razón, el teléfono no está del todo cerrado. Sobre todo, teniendo en cuenta que tanto el Presupuesto nacional como el provincial se encuentran, por estas horas, en pleno debate. 

El espejo porteño tan temido

En la conferencia del lunes, Kicillof también se refirió a un tema que viene trayendo a colación en sus charlas con intendentes, legisladores y autoridades responsables de organizar la elección: el espejo en las elecciones concurrentes que Horacio Rodríguez Larreta organizó en la Ciudad de Buenos Aires el año pasado. 

Con la particularidad de haber aplicado un sistema de voto electrónico que mostró falencias a la hora de su puesta en marcha, el resultado en las PASO fue tan malo que la Justicia Electoral pidió que la elección porteña de octubre se acoplara nuevamente al sistema nacional para agilizar la cuestión.

En la Provincia no quieren saber nada con el riesgo de replicar aquel papelón. En ese sentido, la salida de separar la elección por primera vez desde 1994 aparece como una chance más concreta que incluso es apoyada por muchos de los sectores del peronismo provincial, principalmente aquellos con mayor anclaje territorial y una menor dependencia del “empuje” que las listas nacionales. Algo que, sea como sea la elección provincial, no sucederá esta vez.