Todo turista que arriba a Mar del Plata visita el Puerto y se saca alguna foto con las lanchitas amarillas de fondo. Algunos, a veces se olvidan que como la cantera sin la maza, los pintorescos barcos no serían nada si no estuvieran los marineros saliendo cada madrugada al mar. Y menos todavía se dan cuenta de la enorme cantidad de trabajadores que no solo construyen y reparan las embarcaciones, sino que también se dedican a procesar de variadas maneras los frutos del mar. Son los estibadores, los fileteros, los empaquetadores y peones de las cámaras y máquinas que procesan la harina de pescado. Muchas veces mal pagos y en condiciones precarias de laburo, desde hace más de un siglo dan vida a la industria más rentable de la ciudad.
Cuentan que ya en los setenta eran alrededor de quince mil los y las trabajadoras, englobando las distintas actividades del sector. En aquella época, Mar del Plata tenía la mitad de la población actual y el Puerto era como otra ciudad dentro de ella. Los obreros se organizaban y peleaban por lo suyo. Y cuando llegó la dictadura la represión se hizo sentir.
Jorge Agüero sigue siendo un gran militante social y popular, y en aquellos años era delegado en las plantas de pescado. “Yo militaba en el peronismo de la resistencia y empiezo a filetear a principios de los setenta para organizar el sector. Obviamente tomábamos las plantas, marchábamos, hacíamos asambleas. En el 74 ya militaba en la agrupación 1ª de Mayo y en esos años caí detenido varias veces en las comisarías por la lucha gremial, pero salía enseguida. En el 77 se pone más difícil. Secuestran a varios compañeros y nos tuvimos que ir de la ciudad con lo puesto, junto con mi esposa embarazada de ocho meses, quien también era filetera y con quien habíamos perdido poco tiempo antes un bebé de solo seis meses. La patota militar nos venía buscando y nos vació el departamento. Tuvimos que dejar a mis otros cuatro hijos, que tenían entre tres y ocho años con mi suegra, a quien amenazaban y que poco tiempo después sufrió la desaparición de un hijo varón. Durante cuatro años casi ni los vimos porque no podíamos volver. Luego de andar escondidos en el campo, nos radicamos en Avellaneda y en Dock Sud, y yo empecé a trabajar en las cuadrillas de las vías del Ferrocarril Roca. En el 84 volvimos a mi ciudad, no te imaginás como la extrañaba. ¿Sabés que yo soy tataranieto de marplatenses, de los fundadores de la ciudad llegados en 1860?”
Jorge es una rara avis en Mar del Plata, donde la mayoría de los habitantes no son nacidos en ella, o son tan solo de primera generación. Todo ello seguramente deriva en los problemas de identidad que tenemos los marplatenses. Y en esa búsqueda por saber qué es lo que nos caracteriza a quienes habitamos la ciudad, debemos inscribir el surgimiento de Memoria Portuaria.
Agüero retoma el relato: “Con algunos nos íbamos encontrando cada 24 de marzo y nos preguntábamos por uno y otro compañero. Y en el 2004 empezamos a reunirnos en la Casa de la Memoria con el Chino Mancini, Lito Corvalán, el cordobés Márquez, y enseguida se sumaron el Polaco Muñoz, el gordo Gabbin y otros más. Constituimos la Comisión por los obreros detenidos-desaparecidos del Puerto. Poco tiempo después pasamos a llamarnos Memoria Portuaria. Y empezamos la búsqueda para poder contar las historias de cada uno y cada una de ellas”.
Desde el mismo pueblo para honrar a los hijos del pueblo que dieron la vida, con generosidad y fe en un futuro mejor, Memoria Portuaria se sumó a la tarea de hacer público lo que testimoniaban los sobrevivientes y los familiares, todos víctimas del terrorismo de Estado.
“Lo primero que hicimos fue instituir el 23 de marzo como un día de homenaje, siempre en la Plaza Belgrano del Puerto, la cual re-bautizamos como la Plaza de los Fileteros, porque allí solíamos reunirnos en los setenta. Y sostenemos el acto desde hace veinte años. Empezamos a rastrear cada dato, cada pista, viajando muchas veces a otras ciudades, a reunirnos con el equipo de Antropología Forense, yendo a la biblioteca del Congreso de la Nación. Con muy buena respuesta de la gente que quería recordar. Y todo a pulmón, porque además nunca quisimos constituir una nueva organización de Derechos Humanos, sino simplemente ser una Comisión que tuviera la tarea de recordar y contribuir a la identidad portuaria".
"De a poco se fue gestando el libro Trabajadores militantes del Puerto Desaparecidos en Mar del Plata, una tarea colectiva donde colaboraron comunicadores e historiadores como Jorge Censi, Raúl Aimar y María Luisa González, y diseñadores como Jorge De Falco. Allí pudimos plasmar la historia de una época que nos arrebató a cuarenta y dos compañeros, contando pequeñas reseñas de cada uno. Ellos son los que pudimos averiguar, pero sabemos que hay más. Se editó en 2011, y empezaron a llamarnos de muchos lugares para difundir lo investigado. Fuimos a escuelas, a eventos por toda la provincia y en CABA, se hicieron dos videos, participamos en Jóvenes y Memoria, y acompañamos a la EES 33 de nuestra ciudad que le impuso el nombre Julio Manza al establecimiento, un filetero correntino desaparecido que fue delegado gremial”, cuenta Agüero, emocionado.
“Hoy nos está costando sostener Memoria Portuaria, porque estamos un poco inactivos. Un par de compañeros fallecieron y los demás estamos grandes. Encima que nosotros siempre fuimos muy horizontales, nunca armamos algo estable. Pero seguimos investigando”.
Como si la organización se hubiera desarrollado en espejo al trabajo pocas veces registrado de los fileteros y a la clandestinidad de la militancia portuaria, donde aún en democracia circulan las listas negras. Al trabajador que se organiza y se afilia al sindicato, en muchas empresas no se lo vuelve a contratar.
“El 14 de noviembre vamos a hacer una movida para restituir algunas placas recordatorias que fueron vandalizadas en la Plaza de los Fileteros, junto con la Red Puerto y el Centro de Extensión Universitaria de la UNMDP. También se ha programado un mural recordando a los marineros desaparecidos en el mar por los hundimientos de los barcos Rigel y El repunte. Están programadas charlas y talleres. Es que se trata de seguir peleando por mejorar los salarios, por el trabajo registrado y por condiciones dignas de trabajo. Eso estaba presente en la lucha de los compañeros de antes, y sigue estando presente ahora, no ha cambiado sustancialmente. Por ejemplo, venimos presentando en el Congreso de la Nación el proyecto para que los fileteros puedan jubilarse a los cincuenta y cinco años, porque trabajan en condiciones de poca salubridad y muchos años sin estar registrados. Aún no lo hemos logrado, pero no dejaremos de insistir”.
Al escucharlo, me resuena la conocida frase de Rodolfo Walsh, que no está de más recordar: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas”.
Me pone muy feliz saber que en el Puerto marplatense esto no ocurre gracias al comprometido trabajo militante de Memoria Portuaria.