“Ojalá te toquen tiempos interesantes”.
Maldición china popularizada
en Occidente por Eric Hobsbawm.
Días duros, para no hablar de semanas y meses, los de estos últimos tiempos. Días de orfandad, podría decir, porque, al menos desde mi percepción, el monstruo anda suelto y a nadie (de los “nadie” conocidos, claro está) le interesa frenarlo en su canibalismo mal disfrazado de vegetarianismo.
Recuerdo un cuento del genial humorista israelí Ephraim Kishon: “Un circo era contratado en la ciudad, pero como la gente no iba, a los tres o cuatro días dejaron de pagarles y fueron desalojados del predio. Los leones se metieron en un ministerio y se morfaban un funcionario por día sin que nadie lo notara. Hasta que se morfaron al que repartía el café y los sandwichitos, y ahí sí el ministro se preocupó y dio la orden y los capturaron”.
Este cuento tiene más de 50 años, y se me da por pensar que los leones siguen por ahí, morfándonos un cachito cada día sin que a nadie le importe, ni siquiera a los morfados, que o bien hacen de cuenta de que en verdad fue otro el morfado, o bien se autoperciben “no morfados” y ya está. No olvidemos que, según dicen las que encuestas (que mienten, pero todos les creen), el 90% de los argentinos se considera(ba)n clase media.
Esta orfandad, que atraviesa las ideologías, es de una especie de realismo-antimágico, ya que parece una especie de Macondo pero sin la selva, sin la exuberancia, sin esos personajes maravillosos de García Márquez, pero con las repeticiones, cíclicas, cada vez peores, de los hechos.
Esta semana un alto funcionario que ya fracasó dos veces en sus intentos de destruirnos pero ahora viene muy perfilado, sinceró cómo piensa el gobierno cubrir las necesidades de los argentinos: “Donde hay una necesidad habrá un mercado”, dijo sin que se le cayera la cara. Y el primer autoritario electo tuvo a bien repetirlo, por si alguien se había quedado sin escucharlo.
Así que ya saben, queridos compatriotas: si tienen hambre, compren comida; si tienen bronca, compren ansiolíticos –que van a estar más caros o más baratos que la comida según la oferta y la demanda correspondientes–; si no pueden respirar, compren aire. ¡Se acabó eso de “el aire es gratis”! Y si quieren justicia, esperen un poco, porque no estamos en temporada.
Personalmente, opté –ya lo he comentado en esta columna– por cierto repliegue, y por acercarme a las cosas y personas que quiero: un módico y sentido intento de respirar mejor estos tiempos... interesantes.
De hecho, varios lectores y lectoras me hicieron llegar su coincidencia en la lectura de El infinito en un junco, increíble libro de Irene Vallejo, que voy leyendo muy de a poquito porque no quiero que se termine.
Y también me estoy reencontrando con viejos amores cinematográficos (quienes me conocen saben que soy muuuy cinéfilo) y encontrando nuevos, y compartiéndolos con amigos, con cercanos, amigos de cercanos, cercanos de amigos, cercanos de amigos de cercanos, y así (creo que se entiende, pero si a alguien le queda alguna duda, puede formularla en la sección de comentarios).
De esta manera, compartimos tardes con Ettore Scola, Massimo Troisi, Marcelo Matroianni ( hay dos películas maravillosas, Qué hora es y Splendor, dirigidas por don Ettore y actuadas por los otros dos); un poco de Woody Allen (la nueva Golpe de suerte, muy francesa); policiales españolas (la increíble Contratiempo, de 2016); un toque de Billy Crystal (El cómico de la familia; Aquí y ahora); “Memento” (Christopher Nolan); Ha llegado un inspector (BBC); El pequeño Nicolás (Goscinny-Sempé); los hermanos Coen; Riddley Scott; Leonardo Favio; Radu Mihaileanu (El tren de la vida, El concierto); Monicelli (Le rose del deserto); Luigi Magni; José L. Cuerda; Tim Burton; Coppola... Siéntanse los lectores y lectoras invitados a enriquecer la lista.
Quizás leyendo estos últimos párrafos haya podido también usted, lector/a, eludir, sin olvidar, la realidad que nos circunda y circuncida. Si así fue, me congratulo. Ahora que terminó la peli, tomémonos un café.
Sugiero al lector acompañar esta columna con el video de Rudy-Sanz: ”No están locos”: