Dos de tres. No está nada mal. El gobernador Maximiliano Pullaro logró imponer en 11 meses de gobierno las reformas previsional y judicial que le dará la escoba para barrer la Corte Suprema. Sólo le queda la reforma constitucional y podrá cantar cartón lleno. Entre el peso de la mayoría automática en ambas Cámaras y las negociaciones que destrabaron el voto de parte de la oposición; el gobierno de Unidos a veces ni siquiera tiene que sobreactuar el consenso parlamentario. El “sale o sale” se parece al slogan del premio especial del Quini. Está además aquella vieja reflexión del exgobernador José María Vernet: “Es tan tonto estar en contra del gobernador los dos primeros años, como estar a favor los últimos dos”.

El diputado provincial del peronismo Marcos Corach tuvo todo el protagonismo en la construcción de sentido (y de un proyecto) para aumentar a 7 el número de miembros de la Corte Suprema y fijar en 75 años la edad de retiro obligatorio de los ministros del máximo tribunal. Es obvio que el exgobernador Omar Perotti respaldó toda la acción y la votó, por supuesto, como diputado. El peronismo votó dividido en la cuestión y al costado quedaron Miguel Rabbia que proponía -al contrario, reducir a 5 el número de miembros de la Corte-, la diputada Alejandra Rodenas y Lucila De Ponti.

“No es bueno que el peronismo provincial haya dado esa imagen de división”, dijo Agustín Rossi que ya recorre la provincia como candidato para el año próximo. Y agregó que “no nos asusta la negociación política con Pullaro por la Corte, pero sí creemos que debió ser algo consensuado de todo el PJ y no sólo de un sector”. De todos modos, en un peronismo que logró una unidad de conveniencia en la conducción partidaria, no serán altos los costos a pagar.

El perottismo dió sus razones. “A nosotros nos tocó gobernar en minoría parlamentaria los cuatro años. Es más, la Legislatura le impuso a Perotti el primer presupuesto antes de asumir la gestión”, empezó diciendo Corach y agregó que “hoy el gobierno tiene mayoría en ambas Cámaras y puede sacar como en una escribanía cualquier ley que envíe. Nosotros podríamos ser opositores de alto voltaje en redes sociales. Creemos que la gente nos eligió para algo muy superior a eso. Y ante cada nueva ley del oficialismo, construimos alternativas e intentamos consensuar normas que le sirvan a los santafesinos”.

Y con estos conceptos se dio por concluida la negociación. Ahora empieza la danza de nombres para integrar la próxima Corte y el peronismo piensa en el exFiscal de Estado de Perotti, Rubén Weder como candidato firme. Un hombre de prestigio, solvencia técnica y conocimiento exhaustivo de la administración pública. Pero hay un problema: La edad de Weder que de ser designado apenas podría estar 10 años en el máximo tribunal según la ley votada el jueves. Por eso se empezó a barajar el nombre de un candidato joven: El exministro de Trabajo Juan Manuel Pusineri, cuyo nombre es respetado y no tendría demasiadas resistencias en el peronismo ni por afuera.

En el oficialismo miran para el lado del actual ministro de Gobierno Fabián Bastía y el socialismo podría tener, en el futuro, la responsabilidad de cubrir el cupo por género. Y allí también ya hay nombres en danza que son familiares al ámbito judicial. Pero más adelante aún, podría haber nombres más pesados e inesperados para alguna de las vacantes.

Los pliegos comenzarían a llegar a la Legislatura a principios del año próximo. Primero para cubrir las vacantes ya aseguradas que van a generar Mario Netri y María Angélica Gastaldi y, más adelante, según la decisión voluntaria o forzada que tomen el presidente Rafael Gutiérrez, Roberto Falistocco y Eduardo Spuler. El único seguro en su poltrona es Daniel Erbetta, el más nuevo de los cortesanos y con edad para quedarse. Aunque el efecto de la ley no es retroactivo, hasta el más combativo y enemigo íntimo de Pullaro, Gutiérrez parece empezar a ceder en su idea de irse de la Corte cuando le dé la gana.

Pero con la reforma de la Constitución el escenario se complejiza para el oficialismo. No porque tenga dificultad para conseguir la mayoría especial que declare la necesidad de la reforma sino por las especulaciones propias. Primero, el tema electoral de los 69 convencionales constituyentes con estricta paridad de género que tendrían que ser designados por voto popular. La Libertad Avanza ya le mostró los dientes a Pullaro a través de la diputada Romina Diez que amenazó con coparle la Convención “a puro voto, llenándole las urnas”. El gobernador sacó los votos que sacó en un escenario de dos, todos contra el peronismo. Pero, ¿qué pasaría con un dedo de Javier Milei en esa elección provincial con candidatos propios y dividiendo por tres la escena electoral santafesina? Un adelantamiento de lo que podrían ser los comicios generales nacionales del año próximo donde Pullaro buscará preservarse de una batalla frontal con los libertarios. “Hará lo que hizo (Miguel) Lifschitz en 2017 cuando el macrismo estaba más fuerte que nunca”, dijo un experimentado dirigente del PRO con llegada directa al mandatario santafesino.

El otro inconveniente es asegurarse la agenda completa de la Convención, el famoso Núcleo de Coincidencias Básicas que en su momento acordaron Carlos Menem y Raúl Alfonsín para la reforma de la Constitución Nacional de 1994. Nadie es tan suicida como para ir a un debate abierto de la futura constitución sin acuerdos básicos.

Y el otro problema es la reelección del gobernador sin la cual, no tiene realmente sentido tomarse el trabajo de encarar una reforma aunque los protagonistas jamás lo admitan en público. Si Pullaro obtiene la posibilidad de ser reelecto al frente de la Casa Gris, se verá obligado a volver a disputar en su territorio cerrando la puerta a las posibilidades nacionales que estaría en condiciones de explorar para el 2027.

Por eso serán clave estos días para ver los movimientos del oficialismo. Pasado el trago de la reforma judicial, la oposición ya avisó que la pelota está en el campo del gobierno y que dependerá de la enjundia que le ponga al tema, la suerte de la reforma de la Carta Magna de 1962. Es hora de la política, todo lo que se diga en torno a la necesidad de la reforma e incluso al interés de la población en la misma, es decorado de las negociaciones centrales en las más altas esferas del poder en Santa Fe.