“Un brillante es para siempre”, decía Andy Warhol. ¿O era un diamante? No sé si lo dijo en la época en que presentaba sus carpetas a las casas de diseño y saltaban las cucarachas. O mucho más tarde, cuando podía conseguirlo como Lizz Taylor consiguió el diamante Krupp amarillo de las manos de Richard Burton. El Krupp había sido de Vera Krupp, esposa del industrial nazi Alfred Krupp, por lo que Li
Brillantes
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