El italiano más porteño

Por definición, Filo es un ristorante italiano, con pastas, pizzas, antipasti y más. Pero quienes frecuentaron la zona en la década del 90, saben que este lugar supo deambular por dos mundos: Italia, en ingredientes y platos; y Buenos Aires, como parte de su entramado cultural y estético. Filo marcó su tiempo con desenfado, con la galería de arte en el subsuelo y una clientela variopinta que no esquivaba el cambalache. Tras cambios de época y pandemia mediante, en 2021 el restaurante cerró sus puertas; hoy, con nuevos socios a cargo, esta casa icónica reabrió con nuevos bríos y cocina revisitada.

Omar Morales, a cargo de este nuevo Filo, tiene experiencia en gastronomía: supo ser contador de marcas como Kentucky y Dandy, y hoy –junto a Santiago Domínguez– es propietario de la pizzería Fuoco en Núñez y de este Filo. “Un restaurante debe dar de comer rico y con calidad. Filo ya no es ese lugar con movida under, sino un restaurante de cocina italiana pensada desde Buenos Aires, donde además sumamos la verdadera pizza napolitana”, cuenta.

El cartel en la entrada es el de siempre, con varias novedades dentro: cambió el lugar de la barra, se extendió el mural del costado, hay cabina de DJ y brilla el horno pizzero, ahora revestido de venecitas por el artista Marino Santa Marina. La carta ofrece pulpitos con ajo y perejijl ($24000), fritelli de spinaci (buñuelos, $12500), berenjenas con jamón y queso gratinadas ($13500), entre otros antipasti. Hay bruschetas desde $10000 (jamón crudo, brie y peras), risoto como el de hongos ($22000) y ensaladas. El fuerte son las pastas: lasagna a la boloñesa a $18000, tagliatelle con putanesa ($20000), entre varias más. Se suman carnes y pizzas individuales (la Margherita a $12000, la Nduja a $16000). Tiramisú, cannolo o panna cotta entre los postres. De mediodía, menú ejecutivo más que competitivo.

Se extraña el maniquí de la secretaria semidesnuda en puerta, no por el objeto sino por lo que significaba en materia de desbordes. Pero se le da la bienvenida a este nuevo Filo, que reabre con sabores queridos y cercanos.

Filo queda en San Martín 975. Horario de atención: todos los días de 8 a 24. Instagram: @filoristorante_.


Pasaje al NOA

Cuando uno viaja de turista a ese noroeste argentino definido por los Andes, no puede –ni quiere– evitar caer en las delicias regionales que abundan por la zona: los dulces, las confituras, los frutos secos, los alfajores, los vinos, esa tradición que recorre valles, punas, yungas y más paisajes deslumbrantes del NOA argentino. Pero cuando las vacaciones se terminan, la fantasía también se acaba: conseguir esas especialidades, al menos en Buenos Aires, no es nada fácil. Un país grande con pocos trenes, distancias interminables y una red de distribución siempre injusta juega en contra de productores que, en muchos casos, ven imposible afrontar el traslado de sus productos. Pero cada tanto aparece una sorpresa; y eso es lo que sucede con La Casa de Catamarca, la oficina de gobierno de esa provincia ubicada sobre la Av. Córdoba, que cuenta con su propio local de venta de productos autóctonos, a modo de vidriera de su ecosistema y cultura.

Apenas se cruza la puerta de La Casa de Catamarca, aparece en un costado la tienda Huayra Huasi, con un fondo de estanterías repletas del comer y beber de la provincia. La lista es larga y tentadora: frascos de nueces embebidas en miel, pastas de aceituna, aceites de oliva extra virgen, mieles orgánicas de varios productores, hierbas repletas de sabor (menta, romero, orégano, tomillo), los famosos pimentones y semillas de comino y de coriandro, nueces con y sin cáscara, aceitunas firmes y brillantes, vinos de bodegas pequeñas, arropes y frutas en almíbar –zapallo, cayote, higos– y alfajores al por mayor –tradicionales, de algarroba, de nuez y otros– son algunas de las especialidades. Un imperdible son las nueces confitadas elaboradas en la misma casa por Rosita Alancay, artesana oriunda de Belén: unos bombones de dulce de leche con corazón de nuez y cobertura glaseada que son una belleza.

Hay además ponchos, ruanas y mantas de lana de oveja y de vicuña, así como joyería a base de rodocrosita, la piedra nacional. Entrar a La Casa de Catamarca permite, al menos por unos instantes, revisitar ese norte repleto de historia y sabor.

La Casa de Catamarca queda en Av. Córdoba 2080. Horario de atención: lunes a viernes de 7.30 a 16hs. Instagram: @casadecatamarca.


La jaula de las carnes

Cuando se piensa el gran asado argentino, se pueden identificar dos sistemas de cocción hermanados, pero a la vez bien distintos. La parrilla, con brasas incandescentes por debajo de los fierros; y la cruz, con los fuegos alimentados necesariamente a leña. El primero es el más extendido; el segundo suele estar reservado al campo. Pues bien: Todo Brasas, en Devoto, ofrece su propia versión de estos mismos sistemas, con parrilla, horno a leña y la especialidad de la casa, un diseño propio al que denominaron “la jaula de las carnes”.

La idea fue de Pablo Antoyán, parrillero y propietario de la casa, que diseñó en el patio trasero del restaurante la viralizada jaula: rodeando al fuego de los quebrachos, los hierros forman una suerte de cúpula donde quedan enganchadas las grandes piezas de carne: vacíos y costillares que se van cocinando lentamente, dorando su exterior y ganando aromas ahumados. En lugar de acercar, alejar o girar la cruz, acá se mueven las carnes por la jaula, según la temperatura que se precise en cada momento. Para piezas chicas (entraña, asado banderita, ojo de bife, bife de chorizo y verduras asadas) tienen también un horno a leña que cocina bien rápido, logrando cortes jugosos.

Todo Brasas es un restaurante familiar, con todo aquello que amamos los argentinos. Jugosas empanadas frita de carne cortada a cuchillo ($2550), chorizo de puro cerdo a $3500, provoleta rellena con pimientos asados, jamón crudo y pesto ($8800), muy buenas mollejas (servidas enteras, como debe ser, $13000). La especialidad, claro, son los cortes de la jaula: la costilla entera a $34000, el vacío (media porción a $20000), la picaña. Pero también hay asado banderita ($24200), entraña ($27500/17500 la media porción) y varios etcéteras. Guarniciones clásicas y algunas con un poco de juego (puré de papa al curry, batatas fritas con miel y tomillo), postres necesarios –flan casero a $4700, fresco y batata a $4300– terminan de armar una propuesta que convence. Un local simple, familiar, siempre lleno como prueba de su éxito.

Todo Brasas queda en Av. Beiró 5016. Horarios de atención: miércoles a domingo de 12 a 15.30 y de 19 a 24. Instagram: @todobrasasdevoto