Quita de nombres a edificios, retiro de bustos, anulación de jubilaciones por decreto. Las medidas del gobierno de Javier Milei contra el kirchnerismo serían la farsa como sucedáneo de la tragedia, de acuerdo al dictum de Marx en El 18 de brumario de Luis Bonaparte respecto de los años de proscripción del peronismo.
La Revolución Libertadora, que tuvo como prólogo el bombardeo de Plaza de Mayo, derrocó a Juan Domingo Perón, proscribió a su movimiento, ultrajó el cadáver de Evita, prohibió toda simbología del movimiento justicialista con el Decreto Ley 4161, fusiló a los alzados de 1956 y mantuvo al peronismo al margen de la ley hasta 1973. El contexto actual, claramente, no es el mismo, pero cierta retórica se parece.
Militancia desde jóvenes
"Cuando Milei dice que la justicia social es una aberración, yo le diría que lea el artículo 75 inciso 19 de la Constitución Nacional, que establece el 'progreso económico con justicia social'", dice Héctor Recalde, en diálogo con PáginaI12. A los 86 años, es un histórico del derecho laboral y le tocó vivir con intensidad los años previos y posteriores a la bisagra de 1955, así como el 17 de noviembre de 1972, el día en que Perón regresó al país.
"Mis viejos eran socialistas, yo iba al centro socialista y pegaba carteles. Al poco tiempo pasé a ser un peronista racional", cuenta recalde, quien de las 20 verdades justicialistas "hice una biblia". Terminó el secundario en 1955, el año del golpe militar, e ingresó a la carrera de Derecho, "en una facultad muy gorila, a un compañero casi lo muelen a golpes por hablar en favor de Perón", recuerda.
El peronista racional dio paso al peronista emocional, en sus palabras, cuando conoció al líder exiliado. "Estuve cuatro días con él en Madrid, en las oficinas de Jorge Antonio, en épocas de la interna con los vandoristas en Mendoza", evoca. Se fue más convencido que antes después de esas charlas.
"En los años 60 estuve cerca del padre Carlos Mugica. Lo conocí cuando estudiaba Derecho, antes de que tomara los hábitos", rememora ante este diario el exsecretario de Deportes de Carlos Menem. "El fútbol me hizo conocer a muchos compañeros más grandes, de los años de la Resistencia, y en cada barrio había grupos organizados".
Así, hacia 1967, se integró a Descamisados, de la mano de Norberto Habegger y Horacio Mendizábal, un grupo que luego se integró a Montoneros. Galmarini optó por permanecer en la Juventud Peronista Lealtad.
Sin haber tenido una militancia en el peronismo, Nina Brugo se acercó a grupos de la Resistencia en los años 60, cuando estudiaba Derecho. Para 1968, ya recibida, se integró a un grupo que luego confluiría en Montoneros, liderado por José Sabino Navarro. “Yo venía de los grupos cristianos en opción por los pobres, muy vinculados a los curas del Tercer Mundo. Navarro había sido presidente de la Juventud Obrera Católica”, ubica.
Para entonces, y bajo la influencia del peronismo de base, Brugo se acercó a la CGT de los Argentinos de Raimundo Ongaro. “En esa época interpretaba que el peronismo entendía las necesidades de los trabajadores y asumí la importancia de un movimiento que consideraba a la clase obrera como su columna vertebral”.
Ezeiza, 1972
Recalde y Galmarini coincidieron, cada por su lado, en Ezeiza, el lluvioso viernes 17 de noviembre en que Perón pisó suelo argentino, después de 17 años de destierro. La dictadura de Alejandro Agustín Lanusse había dispuesto un fuerte cordón policial, lo cual impidió la llegada masiva de militantes para recibir el DC-8 proveniente de Italia. El joven abogado laboralista pudo ingresar como parte de la Agrupación de Abogados Peronistas. "Le hicimos la custodia en Ezeiza, en el hotel", dice, sobre las diez horas que Perón permaneció allí hasta que lo dejaron salir rumbo a la casa de Gaspar Campos 1065, Olivos.
En la Agrupación, Recalde militaba con abogados que años más tarde sería asesinados por el terrorismo de Estado, como Mario Hernández y Roberto Sinigaglia. "Había efectivos de Aeronáutica que apuntaban hacia el exterior, cuando entramos y nos encontramos con la comitiva de Perón, apuntaron hacia donde estábamos". Fue el momento más tenso.
Perón se fue a la residencia ubicada a pocas cuadras de la quinta presidencial de Olivos. Galmarini, que no pudo llegar hasta el Aeropuerto el 17 de noviembre, fue testigo de cómo se consiguió esa casa. "Se hizo una colecta entre militantes, el dinero lo reunimos en el bar Muky, en San Martín y Olivos, muy cerca de Gaspar Campos. El responsable de buscar la casa fue el gordo Teodoro Barbieri".
Por esas raras ironías de la historia, la casa había pertenecido a Alfonso von der Becke, hermano del general Carlos von der Becke, el presidente del tribunal militar que en octubre de 1955 expulsó a Perón de las filas del Ejército. En 1978, en la esquina de Olivos en la que se había llevado el dinero para comprar la propiedad, Barbieri fue secuestrado y permanece desaparecido.
Galmarini no conoció a Perón, pero sí tuvo testimonios de conocidos en aquellos días de noviembre. "Yo jugaba al fútbol en Acassuso y se hizo un amistoso con la selección argentina. Jugaba el "Hueso" Glaría, con el que nos hicimos muy amigos. Contó que pudo ir a verlo al General a Gaspar Campos, con otros jugadores de San Lorenzo, donde jugaba". Un año y medio antes de la irrupción de un equipo que revolucionaría el fútbol, Perón le dio un consejo a Glaría, al saber que integraba la Selección, y de cara al Mundial de 1974: "Tengan cuidado con Holanda". El fútbol total del equipo de Johann Cruyff aplastaría al combinado nacional por 4 a 0 en las horas de la agonía de Perón, que ya era presidente por tercera vez.
La radicalización alcanzó al grupo de Navarro que integraba Brugo. “Había mucha influencia de América Central, lo que había sido Camilo Torres y también el clima prerrevolucionario en Brasil”, dice la abogada.
Para 1972, y tras la muerte de Navarro, el grupo en el que se encuadraba Brugo ya formaba parte de Montoneros. Estuvo cerca de Ezeiza el día del regreso de Perón. “Nos instalamos en una casa cerca de Ezeiza. Estábamos de guardia, pendientes de que pasaba. Si Perón corría peligro, íbamos a salir en su defensa”. En su recuerdo están las columnas que trataban de llegar al Aeropuerto. “Después pudimos ir a Gaspar Campos”.
Antiperonismo en el siglo XXI
Más de medio siglo más tarde, ciertas sensaciones vuelven a sobrevolar al ver lo que ocurre alrededor de Cristina Fernández de Kirchner. "Son agravios de gente muy pequeña, como lo de la jubilación, que es ilegal", opina Recalde, para quien "Milei se caracteriza por despreciar la Constitución". "Hay una ideologización que lleva a un antiperonismo no racional", define Recalde, y en esas condiciones "es muy difícil encarar un diálogo".
Mientras, apuesta a que el peronismo tenga "una política de alianzas más amplias", porque "no alcanza solamente con el peronismo para enfrentar a Milei", al tiempo que señala que "Cristina es la conductora y hay compañeros que no advierten la necesidad de la unidad".
Destaca que "los militares quisieron hacer eso después de 1955 con el el cuerpo de Evita, los fusilamientos, la masacre de 1976... es imposible terminar con el peronismo. Hicimos cosas bien y cosas mal, ahora esperamos que Cristina llame a todos los compañeros, sobre todo de la lista que quería competir con ella, para hablar sobre lo que hay que hacer en el partido. Es un momento para discutir mucho".
Brugo no se atreve a equiparar la persecución de 1955 en adelante con el momento actual. "Son etapas distintas", considera. Hoy milita en Unidad Popular, un espacio que se pronunció en contra del fallo de Casación. "La sentencia es para desacreditarla, hay un objetivo de sectores gorilas. Todo lo que es popular, no solamente el peronismo, siempre genera que se lo intente desacreditar".