A una semana del asesinato de Andrés “Pillín” Bracamonte, la barra de Central quedó sin líder, el círculo íntimo se dispersa y las dudas se multiplican respecto a quién intentará tomar el mando del paraavalancha en el próximo partido de local. El miedo reina en Arroyito y la dirigencia pide el auxilio de las autoridades de la Asociación del Fútbol Argentino para encontrar medidas de prevención ante las dificultades de abrir diálogo con funcionarios a cargo del Ministerio de Seguridad de la provincia.
En la barra de Central la desorientación reina. ¿Quién intentará ocupar el lugar de Bracamonte en el partido con Racing que se jugará en dos semanas? Todas las miradas estarán puestas en la tribuna superior que da espaldas a Regatas en el próximo partido. Ese es el escenario de disputa del nuevo liderazgo. Quien lo haga estará asumiendo implícitamente estar detrás del crimen de la pasada semana. Porque quienes formaron el círculo de confianza más estrecho con Bracamonte no darán el paso adelante para tomar la sucesión. En la barra canaya se impone la dispersión ante la convicción que las bandas vinculadas al narcotráfico son las que harán su desembarco en el club. La primera señal la dieron con el crimen perpetrado a cuadras del Gigante. Otras aparecieron en redes sociales en los últimos días con mensajes encubiertos para quienes formaron parte de la barra de Bracamonte.
La incertidumbre crece con el paso de los días sobre quien reclamará el reinado de "Pillín". Pero en los dirigentes, es el miedo el que se instaló y aumenta a medida que se acerca el próximo partido en Arroyito. El presidente Gonzalo Belloso no encontró respuesta cuando llevó su inquietud a las autoridades de la provincia encargadas de la Seguridad. “Es una pelea por las entradas”, fue la primera respuesta que recibió la dirigencia para así relativizar los riesgos que asoman en el club.
Si bien nadie desconoce que ya no hay más reparto de entradas y todo está digitalizado, la respuesta que recibió Belloso es en verdad un anuncio de que no se pensará en una política de prevención para intentar desactivar la violencia en el Gigante. “Los dirigentes están solos, ya lo saben. Todavía no los llamaron ni para ofrecer una custodia. Para el próximo partido le van a pedir un operativo de mil policías, se tendrá que pagar y ahí terminará todo”, lamentó un colaborador de la directiva canaya.
En general, la política ve a los dirigentes como cómplices de los violentos. Un prejuicio que no hace más que alejar cualquier posibilidad de abordar la grave situación en forma conjunta. Algo que se vivió en Newell’s en 2016, cuando Los Monos tomaron el control de la barra luego de que las autoridades provinciales les aplicaran el Derecho de Admisión a la barra que por entonces liderada Nelson “Chivo” Saravia, señalada como la autora de los ataques a los directivos de aquel entonces. Quedó claro que las intimidaciones con armas de fuego tuvieron la autoría intelectual de Los Monos, quienes en el primer partido que tomaron el control de la popular hicieron despliegue de sus banderas.
La situación en Arroyito lleva a la dirigencia auriazul a plantear sus propias medidas de seguridad. Los directivos cambiaron hábitos en el club y se toman recaudos en cuando a los traslados. Pero lo que más preocupa son los partidos en el Gigante y llevaron su inquietud a la Asociación del Fútbol Argentino. Su presidente Claudio Tapia, junto a Belloso pondrán en la mesa todas las opciones: jugar sin público, jugar con la tribuna general sin habilitar o jugar solo con sectores de plateas habilitados. El partido está agendado para el domingo 1 de diciembre a las 19.15 pero es probable que se adelante para las 17. “Se sigue de cerca la investigación judicial del crimen para tomar medidas”, adelantaron desde el Ministerio de Seguridad sin dar mayores precisiones.