Un día, Dolores Tuculet, fotógrafa de toda la vida, estaba armando una serie de retratos para exponer en la ciudad y le entraron a robar a su casa. Perdió todo. La computadora, la cámara, la obra. Pero la angustia no la tomó sino que la llevó a reflexionar varias cosas. Por un lado, la importancia de la materialidad. No se podía tener todo en la nube. Por el otro, que esa serie que buscaba retratar justamente a dibujantes, fotógrafos, ilustradores, a aquellos que estaban siempre del otro lado del mostrador, podía mutar de forma. El robo se convirtió en un desafío. Toda esa fascinación que la había atrapado mientras conversaba con ellos para elegir cómo capturarlos con el lente, podría ser también interesante para el público. Así nació “Malas artes”, una revista en dónde las y los artistas pudieran hablar, pensar, discutir, opinar sobre sus procesos.
La revista lleva ese nombre en una búsqueda por ironizar y discutir contra “las bellas artes”. ¿Cuál es el canon? Se preguntan. Es una forma de alejarse de la cultura del museo que muchas veces gobierna la Provincia. En este espacio, aseguran, todo arte es una expresión vital. Suelen hacer convocatorias abiertas para integrar los distintos números. La selección tiene que ver más con componer un mapeo de artistas que arme sentido con respecto al tópico que vienen trabajando, más que con un ojo crítico en términos curatoriales. En criollo no buscan “al mejor artista”. Ese discurso caducó para ellas.
Es la primera revista sobre arte de Tandil y ya lleva ocho años y trece ediciones. En 2024 fue designada de interés cultural y municipal. La revista es bianual y se imprime. Es una oportunidad para que muchos artistas puedan tener acceso a su obra en papel. Esa fue otra de las revelaciones que tuvo el día del robo. Empezó así entonces, a tomar forma el deseo de generar un patrimonio cultural que diera testimonio de lo que está pasando en Tandil con el arte. Algo que quede guardado en las bibliotecas, expuesto en las mesas de las casas, que circule de mano en mano, como un tesoro o un talismán. Volver a lo analógico, para darse el tiempo de entablar un diálogo con el objeto artístico. Una especie de galería prêt-à-porter.
La revista anuncia en sus redes sociales que se propone como un lugar dónde los artistas puedan mostrar su visión personal del universo contemporáneo. Cuenta con segmentos de literatura, fotografía, ilustración, pintura, arte digital, escultura, dibujo, entrevistas y música.
Los convocados son de distintas generaciones. Hacen una mezcolanza entre artistas reconocidos e ignotos, independientes y publicados, con recorrido y sin trayectoria.
Tuculet vive a 15 kilómetros de la ciudad de Tandil, y es entre caballos, gatos, perros y gallinas que inventa mundos junto con su compañera Micaela Arroyo, también fundadora de la revista. Completa el elenco fundacional Antonella Scavuzzo, a cargo del diseño editorial.
“Malas artes” generó mucho interés en el público tandilense, ya que vino a ocupar un lugar vacante. Tandil se caracteriza por ser una ciudad muy teatral y ligada a lo musical. La fotografía no tenía mucho espacio y la revista de alguna forma alojó esa posibilidad.
Rápidamente quisieron tener un nido, un lugar para que fotógrafos, escritores, músicos y poetas se reunieran y pudieran dialogar. Un paso más allá de la revista. Salir del papel y tomar la ciudad. Así fue que surgió la galería, que funcionó durante cuatro años en el bar café “Macanudo” y que ahora se está por mudar a “Negro Mercado”, también una cafetería, vermutería y pastelería de especialidad de la ciudad.
Muchas personas le “temen” a las galerías de arte. Sienten que no llegan a comprender lo que ahí se puede ver, que no hay mucho que hacer con la obra más que mirarla y en estos tiempos dónde somos voraces consumidores visuales, pareciera carecer de interés la actividad. Sobre esto, las chicas de Malas Artes piensan que sirvió mucho comenzar haciendo muestras grupales y dejar de lado las distintas individuales, ofrecerle al público un panorama de todo lo que se estaba haciendo en la contemporaneidad de la ciudad para que perdieran el prejuicio quienes se acercaban. Es que en el reino de lo igual, es difícil enamorarse. El truco pareciera ser abrir el espacio a muchos artistas con técnicas diferentes para que el público encuentre aquella obra con la que sintonizar. Lo más difícil siempre es entregarse a lo simple. No hay mucho que entender. La obra te atraviesa o no como un rayo, y Malas Artes abre sus puertas para que todos puedan encontrar aquella obra que los encandile.
Después de la galería vino la idea de hacer un programa de radio que en efecto llevan adelante los martes de 21 a 23 por Radio Nitro (FM 96.3) y está disponible en el Spotify de la radio. Todos gestos en el mismo sentido. Visibilizar la cultura local, que pos pandemia había crecido ampliamente, ya que el arte piensan, funcionó como un desahogo y hasta un salvavidas para superar la tragedia. Después de eso hubo muchas ganas de revalorizar el contacto con otros, el deseo y hasta la propia obra, aseguran ellas.
Este año decidieron que la revista mute y se convierta en un cancionero. Convocaron a artistas locales y publicaron letras, música, partituras. Para que la música de Tandil recorra toda la Provincia y suene en todos los fogones. El cancionero está integrado por: Alset,
Candela Almada, Emil, Emilia Inclan, Islas de Flores, El Farmer, Moretons, Julieta De La Canal, Lautaro Soto, Manu María, Montarosa, Toboganes A Marte, Ro Sosa, Zaino Overo
Sebastián Mansilla, Francisco Margueritte, Zenon Pereyra, Katarro Vandaliko y Prospero Raúl Cantón.
El año próximo aterrizarán en la Capital Federal, en la búsqueda de seguir trazando líneas que conecten a Tandil con otras ciudades y el mundo. Promotoras y guías turísticas de la cultura tandilense se cargarán las revistas al hombro para dar a conocer los más de 700 artistas que nutren los números y organizarán una presentación en la ciudad. Aunque aclaran que el cruce que buscan es a la inversa también, ya que este año están tramando el segundo cancionero que buscará homenajear a artistas feministas y disidentes que las inspiran con su música. Más de veinte canciones originales con letras, acordes y tablaturas coparán la revista para que los fogones sean cada vez más feministas.
Estos números llevan el arte de tapa de Andrea Toledo, quien caricaturiza a los músicos que conforman la selección homenajeando la estética de los viejos cancioneros.
Malas artes ya se define como un movimiento que entre pares va tomando la forma que pida el contexto. Quizás sea una forma de disfrutar la vida y el arte junto con otros en todos los formatos que les sea posible.
Todos los números de la revista se pueden adquirir contandolas a través de su página web. Revista Malas Artes o por sus redes sociales @revistamalasartes