Giorgio Agamben es uno de los grandes pensadores de las últimas décadas. En sus obras confluyen la metafísica, los estudios literarios, los análisis lingüísticos y las opiniones estéticas y políticas, atravesados por la coyuntura pero siempre con una mirada profunda, para nada complaciente.
Nacido en Roma en 1942, en su juventud asistió nada menos que a los seminarios de Martin Heidegger, gracias a Frances A. Yates trabajó en el Instituto Warburg de Londres como bibliotecario y por aquella época frecuentó a intelectuales de la talla de Pierre Klossowski, Italo Calvino o Guy Debord. En los '90 su interés se enfocó en la filosofía política, la biopolítica y el estado de excepción.
El sello Adriana Hidalgo ha venido siguiendo el pensamiento de Agamben con tenacidad y rigor editorial: ya tradujo al castellano y publicó más de treinta títulos del autor de Homo Sacer. Acaba de lanzar Lo irrealizable, donde el italiano explora la distinción entre lo posible y lo real, la esencia y la existencia: dos elementos fundamentales y antagónicos que componen el ser desde la perspectiva occidental.
La máquina ontológico-política de Occidente –sin la cual la ciencia y la política no serían posibles– se basa justamente en eso. Aquí traducido por Rodrigo Molina-Zavalía, Agamben reconstruye el nacimiento de esta escisión fundacional para la historia de la humanidad.