Una guía íntima de Dublín y sus artistas. Eso es lo que propone John Banville en La alquimia del tiempo. Un memoir dublinés (publicada este mes por la editorial Alfaguara), publicación que se presenta como un fantástico tour por un territorio mágico con una gran historia. Un libro que es, a la vez, una carta de amor a una ciudad legendaria y una rigurosa inmersión en datos desconocidos para el gran público. 

Los admiradores de Banville han conocido, más allá su técnica literaria depurada y su filoso humor negro, distintas identidades del escritor irlandés. Una de ellas, acaso la más famosa, sea la de Benjamin Black, que le permitió desdoblarse como autor de exitosas novelas negras. La de La alquimia del tiempo deja conocer otra faceta de Banville, ahora entregado a develar sus memorias, que son también las memorias de una gran ciudad. 

Para el irlandés nacido y criado en un pequeño pueblo cercano a Dublín, la ciudad fue al principio un espacio apasionante, el lugar donde vivía su querida y excéntrica tía. Al cumplir la mayoría de edad, Banville se instaló allí; aquel espacio de ensueño terminó convirtiéndose en un lugar cotidiano que funcionaba como telón de fondo de todas sus insatisfacciones. La ciudad no tuvo un papel relevante en su obra hasta la serie de Quirke, escrita como Benjamin Black. Esa fascinación permaneció oculta por algún tiempo pero no desapareció del todo; el ganador del Príncipe de Asturias de las Letras ofrece una guía personalizada por la ciudad, con su historia cultural, arquitectónica, política y social. La alquimia del tiempo es una cartografía íntima trazada a partir de los recuerdos del autor.