“Importante” y de “trascendencia notable”. Así calificó Ana María Careaga, militante por los derechos humanos e hija de Esther Ballestrino, una de las fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo, la visita del presidente de Francia, Emmanuel Macron a la Iglesia de la Santa Cruz, donde su madre fue secuestrada y desaparecida en 1977 junto a las monjas frances Alice Domon y Leonie Duquet.
“Realizar una pausa en el camino y acudir a un lugar tan emblemático para la memoria y la lucha por Memoria, Verdad y Justicia, donde descansan los restos de una de las dos religiosas, para ofrecer una ofrenda floral, es un acto político que responde al negacionismo”, consideró Careaga en declaraciones a la 750.
Para la militante por los derechos humanos, que también fue detenida y torturada durante la dictadura, cuando tenía solo 16 años y estaba embarazada, la decisión de Macron “implica sostener y reafirmar los hechos ocurridos durante el terrorismo de Estado”, lo que consideró un “mensaje muy relevante en este momento”.
Teniendo en cuenta esto, no llama la atención que la charla que tuvieron los familiares de los desaparecidos con la autoridad francesa haya sido sobre cómo el plan de gobierno de Javier Milei sacude a las políticas de derechos humanos.
“Lo notable es que el Presidente escuchó a cada una de las personas presentes. El denominador común fue la conversación sobre el retroceso de los derechos humanos y las políticas de Memoria y Justicia, así como sobre los despidos de trabajadores y trabajadoras”, afirmó.
Y añadió: “Fue una instancia necesaria e importante de diálogo, en la que el Presidente reivindicó el lema ‘Francia no olvida’ para sostener la memoria colectiva”.
“Uno de los temas planteados fue el estatuto de los delitos de lesa humanidad, que no prescriben, no tienen vencimiento en el tiempo y continúan vinculados a la desaparición. Es importante subrayar que tampoco prescriben los efectos de la historia y de la cultura”, afirmó en medio de los constantes ataques negacionistas.
Luego, finalizó: “La situación actual es grave. En Argentina, los derechos humanos tienen un nombre: Memoria, Verdad y Justicia, y la Justicia siempre ha sido considerada como un principio innegociable. Este compromiso sigue vigente hoy”.