La abulia del fin de semana largo se alteró de golpe ayer en Rosario con una multitud mansa que copó y atravesó el centro y culminó con un encuentro en el Monumento a la Bandera cuya masividad sería la envidia de cualquier convite político, artístico o lo que fuere. Pero la clave fue la fe religiosa, y fue tanta que regaló la singular postal de -además de numerosos pastores de iglesias evangélicas de todo el país- tener en el escenario al intendente, al gobernador, a la vice y a un par de ministros y funcionarios paraditos y contritos, con las manos en el pecho, cabeza gacha en oración mostrándose en sintonía de feligreses con la muchedumbre que asistió al llamado "Marcho por Jesús Argentina". La organización estimó que participaron 80.000 personas.
La razón por la qué más de un desprevenido paseante se asombró de tanto ómnibus, tanto cartel, bandera y merchandising cristiano, ayer al mediodía en Oroño y Pellegrini, fue la convocatoria lanzada por el Consejo de Pastores de Rosario bajo el lema "Rosario, ciudad de paz". Una movida del movimiento evangélico nacional que este año eligió a Rosario como escenario y, sin previo aviso, hizo que las máximas autoridades del estado laico local (Maximiliano Pullaro y Pablo Javkin) acudieran sin falta ni excusas. Como en un tedeum pero a cielo abierto y popular de verdad.
"Esta caminata es una expresión pública de creyentes en Dios y una movilización histórica para la familia en nuestro país. Nuclea a personas de distintas edades y denominaciones cristianas para coincidir en alabanza, oraciones y mensajes para el país", resumió el pastor José Luis Urso, uno de los varios oradores de la jornada.
"Una jornada única e histórica de fe, esperanza y unidad, proclamando el mensaje transformador de Jesús en las calles de la ciudad", terció otro, el rosarino Walter Ghione, pastor y diputado provincial por el bloque Uno, quien parecía sentirse el más anfitrión de todos los líderes locales de la convocatoria.
Con ellos estaban al frente de la muchedumbre otros pastores reconocidos en esa comunidad como Oscar Sensini, Pablo Carlini, Pablo Silvestri, y miembros del Consejo Directivo Nacional de la Alianza Cristiana de Iglesias de la República Argentina, que dirigen Christian Hooft y Alejandro Espinola, entre otros.
Destacó en el cierre la presencia del futbolista colombiano Miguel Borja y su familia. El goleador de River es un devoto creyente evangélico.
Hooft le dio el marco ideológico al encuentro, con apelaciones a la "paz social", y al "respeto por la vida, de los niños por nacer y sin contaminarlos con ideas depravadas (sic), que no usen sus cuerpos sagrados para cambiarles su identidad". El jefe evangélico consideró que "la pobreza es inmoral", y como si Milei lo escuchara abogó: "Qué no haya déficit, ni fiscal, ni ético, ni de amor".
Hubo amenización musical diversa, todo en clave evangélica, hasta con ritmo tropical de parte de Viru Kumbieron, Juanka y Jackita, entre otros artistas
En la previa, los voceros de la movida explicaron que Marcho por Jesús es un evento internacional que se lleva a cabo en distintas ciudades del mundo desde el año 1974, "con el objetivo de unir a los cristianos en un acto público de adoración y proclamación de fe".
Bajo el sol que caía a plomo sobre la explanada del Monumento, la sucesión de invocaciones religiosas tuvo el corte obligado del saludo protocolar de las autoridades. Subieron al escenario uno tras otro como hermanos de fe los citados Javkin y Pullaro, la vicegobernadora Gisela Scaglia, lis ministros de Educación, José Goity, y de Seguridad, Pablo Cococcioni, la directora del Servicio Penitenciario, Lucía Masneri, el secretario de Cultura Federico Valentini, el senador Ciro Seisas, y varios más.
Javkin valoró la cita cristiana y volvió a su particular clasificación binaria de la humanidad: "Los buenos le ganaron a los malos", aseveró. Y enhebró la ocasión con el otro hito que lo entusiasmó esta semana: la fortuna de que por primera vez en 40 años la lluvia no arruinó el Encuentro de Colectividades qué anoche finalizó invicto.
Así remató su alocución el jefe municipal como demostración de que al menos esta vez Dios ha sido rosarino.
Pullaro, en cambio, estuvo más místico, con una inesperada empatía religiosa. Confesó que al asumir la gobernación le pidió a Dios que lo ilumine para no equivocar su gestión. "Y que Rosario pudiera cambiar y superar la violencia del narcotráfico", relacionó. "Entonces sentí que tuve el respaldo del pueblo cristiano. Hoy la vioencia retrocede, el narco retrocede y es por la gracia de Dios", llegó a decir el titular del Ejecutivo de la provincia.
Animado por los aplausos cercanos, Pullaro agregó: "Entregamos esta ciudad y esta provincia a Jesucristo. Que Dios los bendiga y proteja. Pido que puedan seguir evangelizando. El bien triunfará sobre el mal", cerró el gobernador.