Gelatina Libre, novela de Marina Abiuso recientemente editada por Planeta, se gestó a partir de su protagonista. Laura es una mujer joven, independiente, estudia Comunicación Social, trabaja como productora radial y está obsesionada con las dietas. "Primero apareció el personaje y después supe qué iba a pasar con ella. Yo sentía que para decir toda la verdad acerca de este personaje, para que pudiera ser todo lo incorrecta, mala, patética y sincera que necesitaba que fuera, tenía que escribir una ficción", declara la autora a Página/12.
Abiuso es periodista y trabajó muchos años en gráfica. Tal vez porque allí se inició profesionalmente, opta por definirse antes que nada como "una periodista que escribe". Se formó en periodismo narrativo y durante mucho tiempo se sintió satisfecha contando historias reales. Más tarde se abocó a la televisión –trabajó en varios programas y se desempeñó como editora de género en TN– y fue perdiendo ese contacto fluido con la escritura. "En los años de trabajo periodístico mis ganas de hacer ficción habían desaparecido, estaba muy llena buscando historias, obsesionada con eso. Después empecé a escribir menos y a extrañar la escritura, pero no tenía ganas de más periodismo. Sin saber si seguía ahí esa pulsión, me metí a hacer talleres de narrativa: empecé por la autoficción y lentamente me fui dando permiso para otras cosas".
–Esta es tu primera novela. Mencionás la autoficción y hoy muchas ficciones se leen en esa clave aunque no sean autobiográficas. ¿Cómo te llevás con eso?
–Yo me río bastante y lo digo en chiste porque lo trabajé mucho. En un momento pensé en cambiarle la profesión a la protagonista para alejarla más y que nadie diga: "Es Marina". Pero no me salía ni era lo que tenía ganas de hacer. Me interesaba contarla en ese mundo, que es súper rico y además lo conozco. Quien quiera leerlo como biografía, lo va a hacer sin importar lo que yo diga. Hay una tendencia general en el último tiempo a leer todo como si fuera autoficción. A mí me divierte mucho lo que hace la autora francesa Delphine de Vigan: después de lanzar su libro más famoso de autoficción (los franceses dirían memoir), publicó su ficción Basada en hechos reales, donde la protagonista se llama Delphine y acaba de publicar una obra biográfica que le trae mucha fama y quilombos con toda la familia. Me gusta ese juego.
En relación al uso de la primera persona, Abiuso destaca que su decisión responde a la necesidad de narrar la obsesión del personaje por la dieta. "Decidí poner el foco ahí por varias cuestiones. Me parecía un universo muy rico que no está del todo explotado y me daba pie para hablar de un montón de cosas. La comida es esencial: está todo el tiempo y es algo que las personas hacemos todos los días. A pesar de que la novela transcurre en 2007, me parece que la dieta aún hoy es una obsesión socialmente muy aceptada. Si una persona gorda hace dieta, a muchos los tranquiliza porque está haciendo algo para 'salir' de esa situación. Tenía que ser una primera persona para contar la cabeza del personaje, su diálogo interno".
A lo largo de la novela, Laura repite un ritual secreto: se mide con las mujeres en el vagón del subte para ver quién es más gorda o más flaca. Compite porque, como ella misma asegura, "el peso es relativo, esto es, en relación con los otros". Algunas lectoras le confesaron que se sentían identificadas con el personaje porque también ejecutaban ese escaneo en espacios públicos. Otras le dijeron: "Laura es mala. Mirá lo que dice". Pero la autora explica que el personaje nunca lo dice; lo piensa. "La dieta está presente todo el tiempo. Tenemos muy naturalizado que si un grupo de mujeres se junta a comer y pide un postre para compartir, alguien dice que es su 'permitido' o que mañana hará más sentadillas porque siempre tiene que haber una penitencia", explica.
–Decís que el libro está dedicado a todas las mujeres "inadecuadas". Más allá del peso, siempre hay presiones para llegar a un ideal inalcanzable, ¿no?
–Sí, incluso aquellas mujeres que para mí eran un aspiracional absoluto encontraban alguna cosa. Siempre sentís que deberías estar modificándote para que tu vida sea mejor. La novela no tiene un mensaje y yo como autora no estoy en contra de que la gente esté lo más cerca posible de su propio deseo. Para mí el problema es entenderlo como un punto de llegada a partir del cual empieza una vida mejor. Por eso hablo de todas las "inadecuadas": la que es hegemónica en términos de peso, puede sentir que su nariz está mal o que su pelo no es suficientemente lacio y sedoso. A las mujeres se nos propone todo el tiempo maneras de modificarnos. Ese es el discurso de la publicidad y aún hoy existe una gran presión sobre el aspecto y las expectativas en relación a cómo debemos ser.
Con la rigurosidad que le dio el oficio periodístico, Abiuso menciona varios datos: en 2023 The economist publicó una nota muy reveladora que exponía la brecha salarial de género y entre mujeres: "Las mujeres ganamos menos que los hombres, las que son madres ganan mucho menos y las mujeres gordas ganan muchísimo menos", subraya. "Esto no me sorprendió del todo, pero me alegró que fuera medible. Y hay otra presión que tiene que ver con el envejecimiento, que es algo inexorable". Por otra parte, en Sobrevivir a un mundo gordofóbico la nutricionista Jesica Lavia señala que Argentina ocupa el segundo lugar a nivel mundial con más casos de trastornos de la conducta alimentaria. "La novela no tiene un mensaje ni es un libro militante, pero tengo claro que si no hubiese hecho un recorrido en función de lecturas feministas y textos sobre la diversidad corporal, probablemente no hubiese tenido la distancia suficiente como para escribir esta novela. Lo digo con el mayor de los respetos porque así como me identifico como feminista, aclaro que no soy activista gorda. No habito esos espacios ni participo como militante pero sí consumo esos activismos. En estos años se fueron revisando ciertas prácticas profesionales y es muy interesante que eso ocurra".
Laura vive en 2007 pero la autora no la escribió en ese momento y le parece importante destacar eso porque desde entonces hubo muchísimos avances. La cultura de la influencia y la industria farmacéutica fueron experimentando numerosos cambios en estos años y Abiuso señala: "Es muy raro que hayamos necesitado una ley de talles en Argentina. Más raro todavía es que no se haya podido cumplir". Esos ejes no están abordados como tema, pero aparecen en varias escenas que retratan la cotidianidad del personaje: su rutina alimentaria en el ámbito laboral, la búsqueda de talles en los locales de ropa, las dietas compartidas con sus amigas o los comentarios de los hombres en la calle. Las consabidas presiones de una sociedad gordofóbica. "Por supuesto que en 2007 había feminismos y diversidades, pero esos discursos no estaban ampliamente difundidos. Hoy Laurita se encontraría rápidamente con ellos; quizás los puede rechazar, pero al menos sabría que existen", concluye la autora.