Durante  el último año, en la provincia de Santa Fe, más de 11 mil personas perdieron el trabajo en blanco qué tenían. De esas, 5.400 eran obreros industriales. Es el dato más estridente del informe mensual que ayer difundió Fisfe, la Federación Industrial de Santa Fe. Un repaso al panorama de ese sector productivo donde el 73 por ciento de las ramas industriales muestran otra vez números negativos, propios de recesión. Solo la actividad del complejo sojero exportador denota un repunte vigoroso por contraste con la exigua cosecha gruesa del año pasado. Tanto es así que termina inclinando la balanza a una mejora positiva en setiembre del 9,5 por ciento en cuanto a actividad en la comparación con el mismo mes del año pasado. No obstante, en esos primeros nueve meses acumula un achique del 6% en contraste con el mismo período de 2023. Si no fuera por el polo aceitero y su buen año, el promedio de actividad industrial daría saldo negativo.

Fisfe monitorea en sus informes la evolución del empleo registrado a partir de la base de datos del Ministerio de Capital Humano. Toma desde enero de 2020 cuando, en pandemia la recesión era previsible y mantuvo números negativos hasta agosto de ese año, para luego mostrar una recuperación en la toma de trabajadores, al menos en el sector manufacturero. El resto de los sectores continuó perdiendo puestos de empleo hasta marzo de 2021, cuando el balance pasó a ser positivo. La industria santafesina –a tono con la curva nacional– mostró desde entonces un proceso de notoria demanda de fuerza de trabajo, a razón de 5 mil a 10 mil nuevos puestos cada mes hasta finales de 2022. Y el resto de los sectores productivos se comportó con la misma tendencia. 

Pero entre diciembre y enero pasados fue la gran bisagra, y comenzó otro proceso de destrucción del empleo. "Desde comienzos de 2024 en Santa Fe el total de trabajadores asalariados registrados en el conjunto de actividades económicas del sector privado presenta una paulatina disminución", señala el dossier de Fisfe. "Por sexto mes consecutivo, en julio el empleo formal en nuestra provincia se redujo un 2,1% interanual, equivalente a una disminución de 11.500 trabajadores respecto del mismo mes del año pasado. De manera similar, el empleo industrial registra caídas desde febrero de 2024, alcanzando en julio una baja de 3,9% interanual, equivalente a 5.400 trabajadores asalariados menos en comparación con el mismo mes de 2023", precisa.

Consultado al respecto por este diario, Javier Martín, presidente de Fisfe, explicó que estos números del mercado laboral santafesino remiten a julio porque la información disponible "sale con bastante retraso". Dicho eso, señaló que "los primeros diez meses del 2024 fueron muy duros para la industria y también para el comercio y la construcción. Muchas empresas retuvieron gente hasta donde les fue posible, pero luego hubo reducciones de planteles, la mayoría negociadas con la gente y con los sindicatos". 

Por cierto, la construcción todavía acusa el golpe del parate en obra pública, y en la recesión general que inhibió el consumo. En ese mes relevado, el achique de su fuerza laboral fue del -10.4% en Santa Fe; es decir, unos 3.800 trabajadores menos que en 2023.

Martín tradujo el devenir de esta destrucción del empleo en el aparato productivo, tras los primeros 9 meses de retracción de la actividad fabril y ociosidad de la capacidad instalada en la mayoría de los rubros, menos los vinculados al negocio agroexportador aceitero que, por otra parte, no es el que mayor empleabilidad tiene. 

"Frente a la caída en el nivel de actividad, la secuencia fue: primero recorte de horas extras, no renovación de contratos temporales, adelanto de vacaciones, suspensiones, despidos y en muchos casos se negociaron retiros voluntarios con importantes beneficios económicos para el personal afectado. Todavía no tenemos la información de agosto a octubre. Remarco que para las industrias, la pérdida de nuestro capital humano es muy grave. Nos cuesta muchísimo la formación de la gente y la reducción de planteles es la última de las alternativas frente a la importante reducción en los niveles de actividad industrial que mostró el 2024", se preocupó el dirigente empresario.

El marco de coyuntura son 9 meses consecutivos de caída de la actividad que acumulan este año un 6% menos de producción respecto del mismo período del año pasado. La recuperación del complejo aceitero exportador explica por tercer mes consecutivo este comportamiento. Pero, a no engañarse: la clave es que la comparación del 2023 fue una base muy baja porque la cosecha de soja fue pobre.

El informe industrial expone el panorama entre enero y setiembre con distintos planos para observar: demanda de energía eléctrica, nivel de empleo, producción de acero, y producción metalúrgica. Cada uno de estos indicadores dieron resultado negativo mes a mes. Solo uno mostró números positivos: molienda de soja.

Así, la mayoría de las ramas fabriles que habitan Santa Fe, mostraron caída interanual de producción. Lo peor fue marzo y abril (90% de los rubros industriales), y el último mes relevado, setiembre, tiene el 73% en achique todavía. 

Hay algunos rubros, además del sojero, que experimentan alguna recuperación. Carrocerías, remolques y semirremolques (11.6%), Muebles y colchones (5.7), Faena bovina (5.3%), Estructuras metálicas (3.9), Fiambres y embutidos (2.1), Prendas de vestir (2)

En contraste, los rubros que van en receso gravitan en el balance final. Maquinaria agropecuaria (-19.9%), Siderurgia (-19.5), Productos de metal (-17.5), Vehículos automotores (-15.8), Maquinaria de uso general (-15.2), Papel y productos de papel (-11.8), Manufacturas de plástico (-11.4), Edición e impresión (-11.4), Maquinaria de uso especial (-6.4), Autopartes (-5.5) y Productos lácteos (-2.3).  

"La situación es muy heterogénea –observó Martín– Se aprecian ramas que crecieron y otras que cayeron hasta 20%. A futuro, nos preocupa la reducción del Impuesto País que favorecerá las importaciones en condiciones totalmente desventajosas para la industria nacional. En ese sentido, la UIA publicó un informe sobre el costo argentino y las asimetrías con nuestros competidores en términos de costo de financiamiento, carga tributaria, costos de logística, costos laborales, etcétera", advirtió. Y sumó: "Abrir las importaciones sin corregir las importantes asimetrías que tenemos es un gran riesgo para la industria nacional, y vemos que en los meses venideros eso será una preocupación central para nosotros".